Nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos, pero todos y todas, al fin de cuentas, moriremos. ¿Cuál es la diferencia entre sujeto y sujeto? Seguramente encontraremos en la Palabra, la huella más evidente; en el Acto, la prueba más fiel; y en el Afecto, la pista más indudable sobre aquello que hace de la persona un sujeto a la vida, a su vida.
En el proceso lineal del ciclo vital, no está definido el momento en que un sujeto Es, o se convierte en si, no hay alguna etapa delimitada al despertar de la conciencia de sí mismo, de atarse a algo o ser sujetado a esta existencia sin sentido ni dirección.
Definitivamente la vida es el movimiento, la energía trasmitida de partícula en partícula, de unidad en unidad, y el recorrido que esta energía tiene en cada elemento. La vida está manifiesta en el movimiento, en los cambios, en la transformación, en la reproducción, sea cual fuere el método, en el crecimiento, en el devenir, atravesada por el tiempo y espacio, la muerte misma se encuentra inmersa en la vida, parte de ella para llegar a ella.
La vida no ha decidido vivir, no decide y no se decide, es una imposición hasta para si misma, ha sobrevivido porque muere, ese es su método, es la estrategia magistral, la muerte que da nuevamente cuenta de la vida. Allí es donde sufre y hace de si misma la transformación más enigmática, nos confunde y aturde los sentidos, nos hace pensar en que todo termina y en el sin sentido de la vida, en ese momento nos aferramos a la vida, a lo vivo, nos preguntamos sobre ella, evitando hacernos las preguntas sobre el sentido de la muerte, de la propia muerte, y de la muerte de sí mismos.
La vida es biológica, pero dentro de ella también hay una realidad que parece escaparse le a la mayoría de las especies habitantes en la tierra. Una realidad vista como diferente, llegada como resultado evolutivo de todo un largo proceso de adaptación al entorno o simplemente bajada del cielo, otorgada por una deidad. A esta realidad que no ubicamos en ningún órgano, que no vemos en materia ni a través del tiempo, ¿Debemos llamarle vida? Es indiscutible decir que es un algo que existe, no se puede negar, pero queda abierta la cuestión ¿Es vida esta realidad? La personalidad, la historia de cada sujeto ¿en qué plano de la realidad entra?
Atrapado o no, en el cuerpo se nos posibilita la existencia, y con el lo la expresión de la vida mediante formas diversas. Los sentidos parecieran dar cuenta de nuestra existencia, antes de captar el mundo, los sentidos dan cuenta de nuestra propia existencia a través de la presencia del mundo en nosotros por medio de la experiencia.
Parece que el mundo es más grande que nosotros, no estamos a la altura de nuestro entorno. Pasamos años estudiando los ambientes naturales, sociales y tecnológicos, que dejamos un diminuto tiempo y espacio para el recogimiento de nuestro ser, de nuestra experiencia, de la presencia de nuestra existencia.
Hemos sido arrasados por la magnitud de la información, por la avasalladora cultura tecnológica y científica. Las explicaciones de los dogmas no han podido complacer las inquietudes humanas más bajas y primitivas. Los sistemas sociales no han complementado la identidad de la humanidad. Y el mundo de los ciber espacio, aunque son una excelente alternativa, solo es una cuestión temporal.
Si la vida ha sido una imposición, ¿cuáles son las razones para continuar la vida, mi vida, tu vida? ¿En qué sistema, ideología, corriente, doctrina, ciencia, tecnología, en que espacio y tiempo encontraremos las razones para mantenernos vivos? ¿Cómo sostenemos una imposición de vida, que es de por vida, hasta que la muerte señale el fin o un nuevo principio?
La vida tiene un solo propósito, seguir existiendo no importándole las adaptaciones que pueda hacer de ella para continuarse por medio del devenir y el renacer. La vida sigue viviendo y muriendo, renaciendo y decayendo, perpetuándose y transformándose.
Nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos, pero todos y todas, al fin de cuentas, moriremos. ¿Cuál es la diferencia entre sujeto y sujeto? Seguramente encontraremos en la Palabra, la huella más evidente; en el Acto, la prueba más fiel; y en el Afecto, la pista más indudable sobre aquello que hace de la persona un sujeto a la vida, a su vida.
En el proceso lineal del ciclo vital, no está definido el momento en que un sujeto Es, o se convierte en si, no hay alguna etapa delimitada al despertar de la conciencia de sí mismo, de atarse a algo o ser sujetado a esta existencia sin sentido ni dirección.
Definitivamente la vida es el movimiento, la energía trasmitida de partícula en partícula, de unidad en unidad, y el recorrido que esta energía tiene en cada elemento. La vida está manifiesta en el movimiento, en los cambios, en la transformación, en la reproducción, sea cual fuere el método, en el crecimiento, en el devenir, atravesada por el tiempo y espacio, la muerte misma se encuentra inmersa en la vida, parte de ella para llegar a ella.
La vida no ha decidido vivir, no decide y no se decide, es una imposición hasta para si misma, ha sobrevivido porque muere, ese es su método, es la estrategia magistral, la muerte que da nuevamente cuenta de la vida. Allí es donde sufre y hace de si misma la transformación más enigmática, nos confunde y aturde los sentidos, nos hace pensar en que todo termina y en el sin sentido de la vida, en ese momento nos aferramos a la vida, a lo vivo, nos preguntamos sobre ella, evitando hacernos las preguntas sobre el sentido de la muerte, de la propia muerte, y de la muerte de sí mismos.
La vida es biológica, pero dentro de ella también hay una realidad que parece escaparse le a la mayoría de las especies habitantes en la tierra. Una realidad vista como diferente, llegada como resultado evolutivo de todo un largo proceso de adaptación al entorno o simplemente bajada del cielo, otorgada por una deidad. A esta realidad que no ubicamos en ningún órgano, que no vemos en materia ni a través del tiempo, ¿Debemos llamarle vida? Es indiscutible decir que es un algo que existe, no se puede negar, pero queda abierta la cuestión ¿Es vida esta realidad? La personalidad, la historia de cada sujeto ¿en qué plano de la realidad entra?
Atrapado o no, en el cuerpo se nos posibilita la existencia, y con el lo la expresión de la vida mediante formas diversas. Los sentidos parecieran dar cuenta de nuestra existencia, antes de captar el mundo, los sentidos dan cuenta de nuestra propia existencia a través de la presencia del mundo en nosotros por medio de la experiencia.
Parece que el mundo es más grande que nosotros, no estamos a la altura de nuestro entorno. Pasamos años estudiando los ambientes naturales, sociales y tecnológicos, que dejamos un diminuto tiempo y espacio para el recogimiento de nuestro ser, de nuestra experiencia, de la presencia de nuestra existencia.
Hemos sido arrasados por la magnitud de la información, por la avasalladora cultura tecnológica y científica. Las explicaciones de los dogmas no han podido complacer las inquietudes humanas más bajas y primitivas. Los sistemas sociales no han complementado la identidad de la humanidad. Y el mundo de los ciber espacio, aunque son una excelente alternativa, solo es una cuestión temporal.
Si la vida ha sido una imposición, ¿cuáles son las razones para continuar la vida, mi vida, tu vida? ¿En qué sistema, ideología, corriente, doctrina, ciencia, tecnología, en que espacio y tiempo encontraremos las razones para mantenernos vivos? ¿Cómo sostenemos una imposición de vida, que es de por vida, hasta que la muerte señale el fin o un nuevo principio?
La vida tiene un solo propósito, seguir existiendo no importándole las adaptaciones que pueda hacer de ella para continuarse por medio del devenir y el renacer. La vida sigue viviendo y muriendo, renaciendo y decayendo, perpetuándose y transformándose.