Por fin llegaron las vacaciones y Mario y Pablo fueron al campamento de verano. Allí hacían cada día un montón de cosas divertidas, pero lo que más les gustó fue participar en la gran gymkhana.
En ella tuvieron que superar un montón de difíciles pruebas, hasta que encontraron un cartel que ponía:
Al lado del río, en un sitio donde no llueve nunca, allí encontraréis la siguiente pista...
- ¿Un sitio donde no llueve nunca? – preguntó Mario. - Uhmmm…Será un sitio con techo… - respondió Pablo - ¡Claro! ¡La cueva del río! ¡Vamos! – gritaron los dos
Pablo y Mario fueron corriendo a la cueva pero, al entrar, oyeron un ruido muy fuerte y, muy asustados, preguntaron:
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Pero el ruido se escuchó más fuerte aún y los dos huyeron corriendo a contar al resto de niños lo ocurrido.
- ¡Anda ya! ¡Os lo estáis inventando porque no habéis ganado la gymkhana! – les decían los demás.
Pablo y Mario no podían dejar de pensar en qué sería lo que había en la cueva así que volvieron una vez más, pero esta vez llevaron un montón de comida por si tenían que pasar allí la noche o por si se trataba de un animal y quería atacarles.
Cuando llegaron, oyeron de nuevo aquel ruido pero dejaron en la entrada de la cueva la comida y se escondieron para ver qué pasaba.
Pasaron horas y más horas esperando y estaban tan cansados que incluso se quedaron dormidos. Al despertar, vieron como la comida había desaparecido.
- No sabemos lo que hay ahí dentro, pero sea lo que sea está claro que tiene hambre. ¡Vayamos a por más comida! – comentaron.
Los dos fueron a por más comida y, mientras la dejaban en la entrada, un animal gigante salió de la cueva y se acercó a ellos. Muertos de miedo, se subieron a un árbol de un salto.
- ¡Nos os voy a hacer daño! – escucharon.
Cuando miraron hacia abajo, vieron que se trataba de un oso muy grande.
- ¿Por qué haces esos ruidos tan feos si no vas a hacernos daño? - le preguntaron. - Venid conmigo y os lo explicaré - contestó el oso.
Dentro de la cueva encontraron a mamá oso con sus dos ositos. La pobrecita tenía un herida muy grande en la pata que se había hecho al pisar un cepo y le dolía tanto que cuando lloraba sus lamentos sonaban atronadores por culpa del eco que había en la cueva.
Pablo y Mario prometieron que volverían con ayuda y regresaron corriendo al campamento. Contaron a los demás todo lo ocurrido, y, esta vez, todos les creyeron. Entre los niños y los monitores, reunieron comida y todo lo necesario para curar a la osa. Un tiempo después la osa estaba totalmente recuperada y pudo salir de su cueva a jugar con papá oso y sus ositos.
Por fin llegaron las vacaciones y Mario y Pablo fueron al campamento de verano. Allí hacían cada día un montón de cosas divertidas, pero lo que más les gustó fue participar en la gran gymkhana.
En ella tuvieron que superar un montón de difíciles pruebas, hasta que encontraron un cartel que ponía:
Al lado del río, en un sitio donde no llueve nunca, allí encontraréis la siguiente pista...
- ¿Un sitio donde no llueve nunca? – preguntó Mario.
- Uhmmm…Será un sitio con techo… - respondió Pablo
- ¡Claro! ¡La cueva del río! ¡Vamos! – gritaron los dos
Pablo y Mario fueron corriendo a la cueva pero, al entrar, oyeron un ruido muy fuerte y, muy asustados, preguntaron:
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Pero el ruido se escuchó más fuerte aún y los dos huyeron corriendo a contar al resto de niños lo ocurrido.
- ¡Anda ya! ¡Os lo estáis inventando porque no habéis ganado la gymkhana! – les decían los demás.
Pablo y Mario no podían dejar de pensar en qué sería lo que había en la cueva así que volvieron una vez más, pero esta vez llevaron un montón de comida por si tenían que pasar allí la noche o por si se trataba de un animal y quería atacarles.
Cuando llegaron, oyeron de nuevo aquel ruido pero dejaron en la entrada de la cueva la comida y se escondieron para ver qué pasaba.
Pasaron horas y más horas esperando y estaban tan cansados que incluso se quedaron dormidos. Al despertar, vieron como la comida había desaparecido.
- No sabemos lo que hay ahí dentro, pero sea lo que sea está claro que tiene hambre. ¡Vayamos a por más comida! – comentaron.
Los dos fueron a por más comida y, mientras la dejaban en la entrada, un animal gigante salió de la cueva y se acercó a ellos. Muertos de miedo, se subieron a un árbol de un salto.
- ¡Nos os voy a hacer daño! – escucharon.
Cuando miraron hacia abajo, vieron que se trataba de un oso muy grande.
- ¿Por qué haces esos ruidos tan feos si no vas a hacernos daño? - le preguntaron.
- Venid conmigo y os lo explicaré - contestó el oso.
Dentro de la cueva encontraron a mamá oso con sus dos ositos. La pobrecita tenía un herida muy grande en la pata que se había hecho al pisar un cepo y le dolía tanto que cuando lloraba sus lamentos sonaban atronadores por culpa del eco que había en la cueva.
Pablo y Mario prometieron que volverían con ayuda y regresaron corriendo al campamento. Contaron a los demás todo lo ocurrido, y, esta vez, todos les creyeron. Entre los niños y los monitores, reunieron comida y todo lo necesario para curar a la osa. Un tiempo después la osa estaba totalmente recuperada y pudo salir de su cueva a jugar con papá oso y sus ositos.