Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2012 (primera edición en cartoné en 2008)
Algo tiene el noreste de EEUU (estados como Nueva York, Massachusetts, Maine) que ha inspirado relatos espeluznantes de autores como Lovecraft o Stephen King. Lugares reales (Hydesville, Salem), e imaginarios (Dunwich, el río Miskatonic o Arkham) son tan sonoros y sugerentes que basta dar un paseo virtual por alguna de las angostas carreteras que los recorren para que la imaginación eche a volar.
En este relato, publicado en 1929, aparecen nombres y lugares que todos relacionamos con el imaginario de H.P. Lovecraft (1890-1937): el Necronomicón, la Universidad de Miskatonic, Arkham… Es, pues, uno de los textos centrales de su obra y de la mitología de Cthulhu, esa criatura monstruosa que reina en el universo «lovecraftiano».
El horror de Dunwich está ambientado en los años 20, y narra la historia de Wilbur Whateley, de padre desconocido, un ser deforme de rasgos cabríos y crecimiento desmesurado que tiene atemorizados a personas y animales por su aspecto desagradable. Instruido por su abuelo, el viejo Whateley en la magia negra y la brujería, Wilbur quiere acceder al libro prohibido, el Necronomicón (la edición en latín impresa en España en el siglo XVII), para abrir el portal dimensional que permita el regreso de Yog-Sothoth. Mientras, en la granja de Dunwich ocurren hechos extraños, olores espantosos y el ganado desaparece a toda velocidad. Cuando muere su madre y su abuelo, Wilbur se dirige a la universidad de Arkham para hacerse con una copia del libro, pero cuando intenta robarlo es asesinado por un perro que vigilaba el lugar. La escena, descrita por autor e ilustrador sin ahorrar detalles, nos muestra cómo el cuerpo de Wilbur se descompone entre gritos incomprensibles (fragmentos del Necronomicón), hasta convertirse en una masa informe blanquecina. Esto, sin embargo, no es más que el comienzo de «el horror de Dunwich», el monstruo que habitaba en la granja y que ahora campa a sus anchas hasta que tres profesores de la Universidad de Arkham consiguen poner fin a su existencia mediante un conjuro.
Descendiente de colonos británicos del siglo XVII, H. P. Lovecraft (1890-1937) sobrellevó una infancia enfermiza marcada por una educación autodidacta. Fue un niño precoz. A los tres años ya sabía leer, a los siete comenzó a escribir. Su vida puede entenderse como la consagración de esos dos hábitos. Después de Poe, fue el gran innovador del relato de terror. La llamada de Cthulhu (1926), El horror de Dunwich (1928), En las montañas de la locura (1931) y La sombra sobre Innsmouth (1931) están consideradas como sus obras capitales. En ellas se cifra el mayor de sus legados al género: el horror cósmico. De sus muchas lecturas, las de Arthur Machen, Lord Dunsany y Algernon Blackwood estuvieron entre sus preferidas. Ignorado por sus contemporáneos, resignado a su destino solitario, Lovecraft murió a los cuarenta y siete años dejando un vasto número de ficciones, poesías, cartas y ensayos. En 1939 sus amigos emprendieron la edición sistemática de sus trabajos. Hoy son universales y clásicos, como los de Melville o Hawthorne.
Esta edición (versión de bolsillo de la que se publicó en 2008 en cartoné y mayor formato) cuenta con las mismas ilustraciones de Santiago Caruso (Buenos Aires, 1982), un artista de estilo clásico, capaz de crear atmósferas tenebrosas, que sin embargo notamos irregular en sus composiciones. En este libro contemplamos escenas muy sugerentes y equilibradas (páginas 20, 46, 66, 72-73…) frente a otras más abigarradas, atropelladas en cuanto a la disposición de los elementos, pero excelentes en la técnica (páginas 37, 63).
En definitiva, una ocasión estupenda para adentrarse en el original universo de Lovecraft, o para revivirlo si uno ya ha disfrutado de su peculiar mitología, a un precio más económico que la primera edición en formato regalo, pero con el mismo contenido y diseño.
Respuesta:
espero que te ayude ヾ(≧▽≦*)o
Explicación:
Howard Philips Lovecraft
Ilustraciones de Santiago Caruso
Traducción de Elvio E. Gandolfo
Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2012 (primera edición en cartoné en 2008)
Algo tiene el noreste de EEUU (estados como Nueva York, Massachusetts, Maine) que ha inspirado relatos espeluznantes de autores como Lovecraft o Stephen King. Lugares reales (Hydesville, Salem), e imaginarios (Dunwich, el río Miskatonic o Arkham) son tan sonoros y sugerentes que basta dar un paseo virtual por alguna de las angostas carreteras que los recorren para que la imaginación eche a volar.
En este relato, publicado en 1929, aparecen nombres y lugares que todos relacionamos con el imaginario de H.P. Lovecraft (1890-1937): el Necronomicón, la Universidad de Miskatonic, Arkham… Es, pues, uno de los textos centrales de su obra y de la mitología de Cthulhu, esa criatura monstruosa que reina en el universo «lovecraftiano».
El horror de Dunwich está ambientado en los años 20, y narra la historia de Wilbur Whateley, de padre desconocido, un ser deforme de rasgos cabríos y crecimiento desmesurado que tiene atemorizados a personas y animales por su aspecto desagradable. Instruido por su abuelo, el viejo Whateley en la magia negra y la brujería, Wilbur quiere acceder al libro prohibido, el Necronomicón (la edición en latín impresa en España en el siglo XVII), para abrir el portal dimensional que permita el regreso de Yog-Sothoth. Mientras, en la granja de Dunwich ocurren hechos extraños, olores espantosos y el ganado desaparece a toda velocidad. Cuando muere su madre y su abuelo, Wilbur se dirige a la universidad de Arkham para hacerse con una copia del libro, pero cuando intenta robarlo es asesinado por un perro que vigilaba el lugar. La escena, descrita por autor e ilustrador sin ahorrar detalles, nos muestra cómo el cuerpo de Wilbur se descompone entre gritos incomprensibles (fragmentos del Necronomicón), hasta convertirse en una masa informe blanquecina. Esto, sin embargo, no es más que el comienzo de «el horror de Dunwich», el monstruo que habitaba en la granja y que ahora campa a sus anchas hasta que tres profesores de la Universidad de Arkham consiguen poner fin a su existencia mediante un conjuro.
Descendiente de colonos británicos del siglo XVII, H. P. Lovecraft (1890-1937) sobrellevó una infancia enfermiza marcada por una educación autodidacta. Fue un niño precoz. A los tres años ya sabía leer, a los siete comenzó a escribir. Su vida puede entenderse como la consagración de esos dos hábitos. Después de Poe, fue el gran innovador del relato de terror. La llamada de Cthulhu (1926), El horror de Dunwich (1928), En las montañas de la locura (1931) y La sombra sobre Innsmouth (1931) están consideradas como sus obras capitales. En ellas se cifra el mayor de sus legados al género: el horror cósmico. De sus muchas lecturas, las de Arthur Machen, Lord Dunsany y Algernon Blackwood estuvieron entre sus preferidas. Ignorado por sus contemporáneos, resignado a su destino solitario, Lovecraft murió a los cuarenta y siete años dejando un vasto número de ficciones, poesías, cartas y ensayos. En 1939 sus amigos emprendieron la edición sistemática de sus trabajos. Hoy son universales y clásicos, como los de Melville o Hawthorne.
Esta edición (versión de bolsillo de la que se publicó en 2008 en cartoné y mayor formato) cuenta con las mismas ilustraciones de Santiago Caruso (Buenos Aires, 1982), un artista de estilo clásico, capaz de crear atmósferas tenebrosas, que sin embargo notamos irregular en sus composiciones. En este libro contemplamos escenas muy sugerentes y equilibradas (páginas 20, 46, 66, 72-73…) frente a otras más abigarradas, atropelladas en cuanto a la disposición de los elementos, pero excelentes en la técnica (páginas 37, 63).
En definitiva, una ocasión estupenda para adentrarse en el original universo de Lovecraft, o para revivirlo si uno ya ha disfrutado de su peculiar mitología, a un precio más económico que la primera edición en formato regalo, pero con el mismo contenido y diseño.