El quid del origen de los estados se encuentra en el factor común de los estados prístinos propuestos: estaban rodeados de zonas mucho menos fértiles en la periferia, por lo que establecerse más lejos significaba reducir el nivel de vida; esto es lo que el autor llama “atasco”, un impedimiento geográfico que concentraba la población en una zona. También existe la teoría de la matrilocalidad en el origen de los estados, uno o varios centros a partir de los cuales la población se expande, fraternidad entre las tribus,… pero en todos los casos, y sin excepción, la matrilocalidad no es más que una etapa inicial de los estados.
Harris nos dice: “…los estados surgieron a partir de las sociedades grupales y aldeanas a través de la ampliación y estratificación del liderazgo responsable de las redistribuciones económicas y de la dirección de la guerra externa”.
En el México de los Olmecas, entre el 800 y 400 a.C., no habían atascos y nunca se formó más que una etapa incipiente de estado; y sin embargo se construyeron numerosos templos en las pequeñas montañas sobre los pantanos. El autor afirma que no es necesario un mando estatal autoritario para la construcción de templos sino que basta con la existencia de almacenes colectivos o grandes hombres (proveedores, entusiastas, organizadores) para levantarlos.
El caso de los Mayas puede parecer a primera vista una contradicción de la teoría de los “atascos”, puesto que en medio de un bosque semi-tropical la población siempre habría tenido donde establecerse sin formar grandes concentraciones urbanas. Ha habido teorías que postulaban un origen del estado maya independiente de las presiones ecológicas, atribuyéndolo más bien al poderío de un sacerdocio benigno que todo el pueblo maya respetaba y tributaba agradecido (por las lluvias por ejemplo). Pero Harris indica que también entre los mayas hubo fuertes presiones ecológicas como para formar un estado: las sequías y el subsuelo, mayoritariamente calizo y permeable, con pocos ríos y lagos a pesar de las no tan abundantes lluvias. Los cenotes, o grandes pozos naturales de agua, siempre fueron aglutinantes de población, y el mayor de ellos coincide con Tikal, el emplazamiento más grande de los mayas. Cierto que la práctica de la quema y de la poda es más o menos adecuada a dicha zona con una buena capacidad regenerativa (se quema una porción de bosque, se cultiva algunos años, y luego se dejan los árboles en barbecho, que tras algunos años se volverán a quemar para fertilizar la tierra con su ceniza; la poda se refiere a la eliminación de maleza y pequeños árboles durante el período de cultivo), pero no era suficiente para mantener una población como la que tuvieron los mayas. Es el descubrimiento de canales (imposibles de detectar en terreno) por fotografías aéreas y de chultuns (pozos artificiales de agua) lo que posibilitó la alta densidad poblacional maya, y también la existencia de un estado y de una clase privilegiada. Una vez más, el descubrimiento de mejores formas de producción agrícola produce un aumento poblacional, que a la larga requerirá todavía mejores formas de producción, organización y redistribución.
El quid del origen de los estados se encuentra en el factor común de los estados prístinos propuestos: estaban rodeados de zonas mucho menos fértiles en la periferia, por lo que establecerse más lejos significaba reducir el nivel de vida; esto es lo que el autor llama “atasco”, un impedimiento geográfico que concentraba la población en una zona. También existe la teoría de la matrilocalidad en el origen de los estados, uno o varios centros a partir de los cuales la población se expande, fraternidad entre las tribus,… pero en todos los casos, y sin excepción, la matrilocalidad no es más que una etapa inicial de los estados.
Harris nos dice: “…los estados surgieron a partir de las sociedades grupales y aldeanas a través de la ampliación y estratificación del liderazgo responsable de las redistribuciones económicas y de la dirección de la guerra externa”.
En el México de los Olmecas, entre el 800 y 400 a.C., no habían atascos y nunca se formó más que una etapa incipiente de estado; y sin embargo se construyeron numerosos templos en las pequeñas montañas sobre los pantanos. El autor afirma que no es necesario un mando estatal autoritario para la construcción de templos sino que basta con la existencia de almacenes colectivos o grandes hombres (proveedores, entusiastas, organizadores) para levantarlos.
El caso de los Mayas puede parecer a primera vista una contradicción de la teoría de los “atascos”, puesto que en medio de un bosque semi-tropical la población siempre habría tenido donde establecerse sin formar grandes concentraciones urbanas. Ha habido teorías que postulaban un origen del estado maya independiente de las presiones ecológicas, atribuyéndolo más bien al poderío de un sacerdocio benigno que todo el pueblo maya respetaba y tributaba agradecido (por las lluvias por ejemplo). Pero Harris indica que también entre los mayas hubo fuertes presiones ecológicas como para formar un estado: las sequías y el subsuelo, mayoritariamente calizo y permeable, con pocos ríos y lagos a pesar de las no tan abundantes lluvias. Los cenotes, o grandes pozos naturales de agua, siempre fueron aglutinantes de población, y el mayor de ellos coincide con Tikal, el emplazamiento más grande de los mayas. Cierto que la práctica de la quema y de la poda es más o menos adecuada a dicha zona con una buena capacidad regenerativa (se quema una porción de bosque, se cultiva algunos años, y luego se dejan los árboles en barbecho, que tras algunos años se volverán a quemar para fertilizar la tierra con su ceniza; la poda se refiere a la eliminación de maleza y pequeños árboles durante el período de cultivo), pero no era suficiente para mantener una población como la que tuvieron los mayas. Es el descubrimiento de canales (imposibles de detectar en terreno) por fotografías aéreas y de chultuns (pozos artificiales de agua) lo que posibilitó la alta densidad poblacional maya, y también la existencia de un estado y de una clase privilegiada. Una vez más, el descubrimiento de mejores formas de producción agrícola produce un aumento poblacional, que a la larga requerirá todavía mejores formas de producción, organización y redistribución.