Han pasado casi ochenta y un años desde que la normalidad acabó por completo en la capital del departamento de La Libertad. Quedó marcada para siempre, la madrugada del 7 de julio de 1932. Allí en la histórica y bella ciudad ocurrió ese aciago día, inevitablemente, un enfrentamiento muy violento a sangre y fuego que trajo consigo miles de muertes que hasta ahora exactamente no se puede calcular, constante desolación y entero sufrimiento entre los peruanos. Estimados conservadores hablan de unos cinco mil fusilados en las ruinas pre-incas de Chan Chan, teniendo en cuenta que la población del Perú en 1940 era de seis millones de habitantes, y si extrapolamos esta cantidad a la actualidad (2013), es como si en Trujillo se hubieran ajusticiado a unos veinte y cinco mil ciudadanos.
Han pasado casi ochenta y un años desde que la normalidad acabó por completo en la capital del departamento de La Libertad. Quedó marcada para siempre, la madrugada del 7 de julio de 1932. Allí en la histórica y bella ciudad ocurrió ese aciago día, inevitablemente, un enfrentamiento muy violento a sangre y fuego que trajo consigo miles de muertes que hasta ahora exactamente no se puede calcular, constante desolación y entero sufrimiento entre los peruanos. Estimados conservadores hablan de unos cinco mil fusilados en las ruinas pre-incas de Chan Chan, teniendo en cuenta que la población del Perú en 1940 era de seis millones de habitantes, y si extrapolamos esta cantidad a la actualidad (2013), es como si en Trujillo se hubieran ajusticiado a unos veinte y cinco mil ciudadanos.
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