Porque La filosofía revolucionaria asigna la realización del objetivo práctico que la filosofía pre-revolucionaria ha contribuido, a pesar de su propia intención, a preparar, a lo ne- gativo de la pura filosofía, es decir, a la fuerza popular.
Si bien la filosofía marxista no fue un tema central de entre los muchos que abordara nuestro maestro Juan Nuño, no cabe duda de que el ‘fantasma del comunismo’ rondó por buena parte de su obra como un omen que con frecuencia lo incitó a poner en práctica su temible exorcismo. Tomando como referencia, fundamentalmente, el ensayo titulado «Las corrientes predominantes: Filosofía y Revolución» (1965), hemos encontrado que coincidimos, grosso modo, con sus análisis, pero que disentimos en dos aspectos nodales de su crítica. Tal es el cometido del presente artículo. Así, nos proponemos mostrar por qué no compartimos el epíteto de ‘historicista’ que, desde la perspectiva popperiana, Nuño le adjudica a la filosofía de Marx, como si las categorías de totalidad y de dialéctica, utilizadas por el autor de los Grundrisse, tuvieran la misma connotación semántica que la que tenían dentro del sistema hegeliano. Aunque tal apreciación resulta válida para la obra de Engels, Plekhanov y Lenin, entre otros marxistas que podríamos llamar ‘economicistas’, sostenemos que Marx y algunos de sus epígonos, opuestos a la interpretación ortodoxa-reduccionista, como Labriola, el joven Lukács y Gramsci, utilizaron las categorías nodales de Marx sólo como herramientas epistemológicas. De igual manera, pensamos que la interpretación que Nuño hace del concepto de revolución es parcial por cuanto no toma en cuenta el sentido global que esta noción tiene dentro de la filosofía marxista tout court.
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Porque La filosofía revolucionaria asigna la realización del objetivo práctico que la filosofía pre-revolucionaria ha contribuido, a pesar de su propia intención, a preparar, a lo ne- gativo de la pura filosofía, es decir, a la fuerza popular.
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espero y te ayude en algo :)
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Si bien la filosofía marxista no fue un tema central de entre los muchos que abordara nuestro maestro Juan Nuño, no cabe duda de que el ‘fantasma del comunismo’ rondó por buena parte de su obra como un omen que con frecuencia lo incitó a poner en práctica su temible exorcismo. Tomando como referencia, fundamentalmente, el ensayo titulado «Las corrientes predominantes: Filosofía y Revolución» (1965), hemos encontrado que coincidimos, grosso modo, con sus análisis, pero que disentimos en dos aspectos nodales de su crítica. Tal es el cometido del presente artículo. Así, nos proponemos mostrar por qué no compartimos el epíteto de ‘historicista’ que, desde la perspectiva popperiana, Nuño le adjudica a la filosofía de Marx, como si las categorías de totalidad y de dialéctica, utilizadas por el autor de los Grundrisse, tuvieran la misma connotación semántica que la que tenían dentro del sistema hegeliano. Aunque tal apreciación resulta válida para la obra de Engels, Plekhanov y Lenin, entre otros marxistas que podríamos llamar ‘economicistas’, sostenemos que Marx y algunos de sus epígonos, opuestos a la interpretación ortodoxa-reduccionista, como Labriola, el joven Lukács y Gramsci, utilizaron las categorías nodales de Marx sólo como herramientas epistemológicas. De igual manera, pensamos que la interpretación que Nuño hace del concepto de revolución es parcial por cuanto no toma en cuenta el sentido global que esta noción tiene dentro de la filosofía marxista tout court.
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