La definición y preservación de los dogmas de la fe exigía mucha cautela en un ambiente tan diverso y tan presto al sincretismo como el del Imperio romano en aquellos siglos. Los catecúmenos se habían dividido en dos grupos: oyentes (audientes), que deseaban iniciarse en la fe, entre los cuales no faltaban a veces espías a sueldo, pero que demoraban el bautismo, y elegidos (electi), que se preparaban ya para su ingreso en la comunidad cristiana. Unos y otros, aunque más formados estos últimos, debían mantenerse al margen de los ritos reservados para los iniciados y en especial del "misterio" de la carne y la sangre del Verbo de Dios. De aquí que, para reconocerse, los fieles "iniciados" utilizaran símbolos.
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La definición y preservación de los dogmas de la fe exigía mucha cautela en un ambiente tan diverso y tan presto al sincretismo como el del Imperio romano en aquellos siglos. Los catecúmenos se habían dividido en dos grupos: oyentes (audientes), que deseaban iniciarse en la fe, entre los cuales no faltaban a veces espías a sueldo, pero que demoraban el bautismo, y elegidos (electi), que se preparaban ya para su ingreso en la comunidad cristiana. Unos y otros, aunque más formados estos últimos, debían mantenerse al margen de los ritos reservados para los iniciados y en especial del "misterio" de la carne y la sangre del Verbo de Dios. De aquí que, para reconocerse, los fieles "iniciados" utilizaran símbolos.