Por que el imperio romano se dividio en oriente y occidente?
yadisaqp
El emperador Diocleciano comprendió que el Imperio era demasiado vasto para gobernarlo en circunstancias tan graves, y decidió dividirlo. Eligió un compañero y le dio la parte occidental, reservándose él la oriental. Los dos tomaron el título de Augusto y escogieron ambos un colega al que dieron el de César, y a quien le confiaron la mitad del territorio respectivo. De esta manera el Imperio quedó en realidad dividido en cuatro partes, gobernadas por cuatro soberanos que, en los primeros años, eran en realidad súbditos de Diocleciano. Este sistema no produjo la paz esperada sino, al cabo de poco tiempo, una lucha feroz entre los cuatro soberanos por la hegemonía. Finalmente, el emperador Constantino venció a los demás y logró reunir nuevamente el Imperio bajo un solo cetro. Constantino ha pasado a la historia por su protección a los cristianos, entonces duramente perseguidos, a quienes concedió libertad para practicar libremente su culto. Pero cómo los bárbaros amenazaban la existencia misma del Imperio con sus invasiones; entre ellas se recuerda la de los visigodos, guiados por Alarico, quien devastó Italia; la de los hunos, capitaneados por Atila, el azote de Dios, que llegó a las puertas mismas de Roma, donde fue casi milagrosamente contenido por el influjo del papa San León el Magno; y la de los vándalos, conducidos por Genserico, cuyo saqueo de Roma fue tan atroz, que la palabra vandalismo aún perdura como sinónimo de terrorismo destructor.
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Alyehz
En 395, para enfrentar mejor las invasiones bárbaras, el emperador Teodosio dividió en imperio en dos: el Imperio de oriente, agrupado en torno a la ciudad de Constatinopla, y el Imperio de Occidente, con Roma por capital.Esta decisión no logró contener la oleada de invasiones en el imperio de Occidente, el cual se fragmentó en varios reinos bárbaros. En 476 el último emperador de Roma fue destronado
Pero cómo los bárbaros amenazaban la existencia misma del Imperio con sus invasiones; entre ellas se recuerda la de los visigodos, guiados por Alarico, quien devastó Italia; la de los hunos, capitaneados por Atila, el azote de Dios, que llegó a las puertas mismas de Roma, donde fue casi milagrosamente contenido por el influjo del papa San León el Magno; y la de los vándalos, conducidos por Genserico, cuyo saqueo de Roma fue tan atroz, que la palabra vandalismo aún perdura como sinónimo de terrorismo destructor.