De esta manera, la penitencia o conversión, por la que se alcanza el Reino anunciado por Jesucristo, comporta la íntima y total transfiguración y renovación de todo el hombre -de su sentir, juzgar y disponer-. Esta renovación se realiza además, en el hombre a la luz de la santidad y la caridad de Dios que en su Hijo se nos ha manifestado y comunicado plenamente.
La conversión comporta la total transformación del hombre.
La conversión, realidad primariamente personal: Conversión y
De esta manera, la penitencia o conversión, por la que se alcanza el Reino anunciado por Jesucristo, comporta la íntima y total transfiguración y renovación de todo el hombre -de su sentir, juzgar y disponer-. Esta renovación se realiza además, en el hombre a la luz de la santidad y la caridad de Dios que en su Hijo se nos ha manifestado y comunicado plenamente.
La conversión comporta la total transformación del hombre.
La conversión, realidad primariamente personal: Conversión y