El pensamiento excesivo, o sobrepensamiento, “se alimenta de la angustia, de las emociones mal gestionadas”, explica la psicóloga Valeria Sabater. “ Es como si tuviéramos una voz interna que actúa como un feroz castigador, alguien que pone en duda cada cosa que hacemos o decimos, alguien que nos recuerda los errores del ayer y se empeña en alimentarnos a base de miedos, de suposiciones, victimismos e incertezas”.
La persona que cae en este estado psicológico no tiene control sobre sus pensamientos, “la preocupación no se detiene, no tiene botón de apagado y algo así genera no solo un gran agotamiento físico y mental”. El estado de ánimo “se vuelve debilitante, y lo que es peor, quien piensa en exceso solo se centra en los problemas, jamás en las soluciones”.
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Explicación:
El pensamiento excesivo, o sobrepensamiento, “se alimenta de la angustia, de las emociones mal gestionadas”, explica la psicóloga Valeria Sabater. “ Es como si tuviéramos una voz interna que actúa como un feroz castigador, alguien que pone en duda cada cosa que hacemos o decimos, alguien que nos recuerda los errores del ayer y se empeña en alimentarnos a base de miedos, de suposiciones, victimismos e incertezas”.
La persona que cae en este estado psicológico no tiene control sobre sus pensamientos, “la preocupación no se detiene, no tiene botón de apagado y algo así genera no solo un gran agotamiento físico y mental”. El estado de ánimo “se vuelve debilitante, y lo que es peor, quien piensa en exceso solo se centra en los problemas, jamás en las soluciones”.