Por favor digan quienes son los personajes principales y segundarios del texto:
Fue su primer impulso salir del vehículo y, junto con castigar a su hijo, introducirlo
violentamente en el automóvil.
Aparte de llevar los miembros de su familia a la escuela superior, tenía que revisar numerosos
informes y visitar algunas construcciones. El tiempo, en esa mañana, lo tenía contado.
Sin embargo, permaneció en su sitio, frente al volante, Dio, con precisión, un golpe al llavero.
Éste colgaba de la llave que estaba introducida en el orificio de contacto. Se iniciaron así las
oscilaciones a voluntad de su dedo índice.
El muchacho se había encerrado en el cuarto de baño y se negaba a salir. Su deseo inicial se
había transformado en voluntarioso capricho. Al momento de concurrir a la escuela, su madre lo había
reprendido por no haberse cambiado su blue-jean.
--Miren qué ocurrencia, ir a matricularse con esa facha. ¿Qué va a decir la gente?
Y lo tomó bruscamente del brazo, haciéndole daño. Quiso explicar que todos los niños vestían
así, por muy importante que fuera el lugar donde iban; que era la moda y que, según su criterio,
aunque fuera hijo del señor ingeniero municipal, podía permitirse ese deseo.
Pero la madre, arreglada como para ir a una fiesta, no pensaba así, silenciando su alegato al
agregar nuevas frases que, por repetidas conocía de memoria “es el colmo”; seguido de “y además,
flojo”, quería decir que impondría su voluntad a la fuerza.
Se introdujo nuevamente en la casa, dirigiéndose al cuarto de baño y con doble cerrojo
evitaría que lo despojaran de sus deportivos y prácticos pantalones.
En el automóvil permanecía el padre, moviendo su llavero que oscilaba; la abuela que quería
presenciar su ingreso a la escuela superior, sus dos hermanos menores que, por mandato, deberían
aprovechar la oportunidad de conocer el edificio en el que se educarían en el futuro; mientras la madre
alternaba gritos y golpes en la puerta del refugio, con caminatas hasta el automóvil…
Ésta dio por fin, después de varios intentos, terminadas sus diligencias, tomando asiento en
la parte posterior del vehículo y al momento de sentarse dijo a su marido:
-A ti te lo dejo. Hazte cargo de él.
Era su frase definitiva para casos como éste.
El marido seguía presionando las llaves, cuando éstas perdían su ímpetu. Los menores
permanecían quietos y mudos. sabían muy bien que en estas circunstancias el precio de abrir la boca
o moverse medio centímetro o simplemente mirar hacia fuera del automóvil, significaba un castigo,
por los demás injusto…
Salió del automóvil. Pasos lentos pero firmes. Solo pasaron dos minutos exactos. Ni un
segundo de más. Tampoco ninguno de menos. Y allí estaba el muchacho de la mano, acercándose al
automóvil. El muchacho de impecable ropa oscura, hay que agregar, como lo deseaba su madre.
¿Qué había hecho? Extraño misterio para ambas mujeres.
Golpeó la puerta del encierro del muchacho, diciendo al mismo tiempo, con tono neutro: abra
la puerta que necesito ocupar el baño. cuando quiso salir el hijo, se interpuso en su camino cerrándole
el paso, como haciendo una broma o demostrando torpeza, al no saber distinguir cual era el camino,
cerrándole el paso, como haciendo una broma o demostrando torpeza, al no saber distinguir cuál era
el camino que el muchacho, al caminar en sentido inverso, había elegido.
Al encontrarse en la puerta, no lo miró y al mismo tiempo, despeinándolo, le dijo: si quieres
vas con tu blue-jean, no dando importancia a lo que decía ¿Qué pasó en verdad? Las dos mujeres no
lo supieron ese día. Tampoco en los días siguientes.
Fue su primer impulso salir del vehículo y, junto con castigar a su hijo, introducirlo
violentamente en el automóvil.
Aparte de llevar los miembros de su familia a la escuela superior, tenía que revisar numerosos
informes y visitar algunas construcciones. El tiempo, en esa mañana, lo tenía contado.
Sin embargo, permaneció en su sitio, frente al volante, Dio, con precisión, un golpe al llavero.
Éste colgaba de la llave que estaba introducida en el orificio de contacto. Se iniciaron así las
oscilaciones a voluntad de su dedo índice.
El muchacho se había encerrado en el cuarto de baño y se negaba a salir. Su deseo inicial se
había transformado en voluntarioso capricho. Al momento de concurrir a la escuela, su madre lo había
reprendido por no haberse cambiado su blue-jean.
--Miren qué ocurrencia, ir a matricularse con esa facha. ¿Qué va a decir la gente?
Y lo tomó bruscamente del brazo, haciéndole daño. Quiso explicar que todos los niños vestían
así, por muy importante que fuera el lugar donde iban; que era la moda y que, según su criterio,
aunque fuera hijo del señor ingeniero municipal, podía permitirse ese deseo.
Pero la madre, arreglada como para ir a una fiesta, no pensaba así, silenciando su alegato al
agregar nuevas frases que, por repetidas conocía de memoria “es el colmo”; seguido de “y además,
flojo”, quería decir que impondría su voluntad a la fuerza.
Se introdujo nuevamente en la casa, dirigiéndose al cuarto de baño y con doble cerrojo
evitaría que lo despojaran de sus deportivos y prácticos pantalones.
En el automóvil permanecía el padre, moviendo su llavero que oscilaba; la abuela que quería
presenciar su ingreso a la escuela superior, sus dos hermanos menores que, por mandato, deberían
aprovechar la oportunidad de conocer el edificio en el que se educarían en el futuro; mientras la madre
alternaba gritos y golpes en la puerta del refugio, con caminatas hasta el automóvil…
Ésta dio por fin, después de varios intentos, terminadas sus diligencias, tomando asiento en
la parte posterior del vehículo y al momento de sentarse dijo a su marido:
-A ti te lo dejo. Hazte cargo de él.
Era su frase definitiva para casos como éste.
El marido seguía presionando las llaves, cuando éstas perdían su ímpetu. Los menores
permanecían quietos y mudos. sabían muy bien que en estas circunstancias el precio de abrir la boca
o moverse medio centímetro o simplemente mirar hacia fuera del automóvil, significaba un castigo,
por los demás injusto…
Salió del automóvil. Pasos lentos pero firmes. Solo pasaron dos minutos exactos. Ni un
segundo de más. Tampoco ninguno de menos. Y allí estaba el muchacho de la mano, acercándose al
automóvil. El muchacho de impecable ropa oscura, hay que agregar, como lo deseaba su madre.
¿Qué había hecho? Extraño misterio para ambas mujeres.
Golpeó la puerta del encierro del muchacho, diciendo al mismo tiempo, con tono neutro: abra
la puerta que necesito ocupar el baño. cuando quiso salir el hijo, se interpuso en su camino cerrándole
el paso, como haciendo una broma o demostrando torpeza, al no saber distinguir cual era el camino,
cerrándole el paso, como haciendo una broma o demostrando torpeza, al no saber distinguir cuál era
el camino que el muchacho, al caminar en sentido inverso, había elegido.
Al encontrarse en la puerta, no lo miró y al mismo tiempo, despeinándolo, le dijo: si quieres
vas con tu blue-jean, no dando importancia a lo que decía ¿Qué pasó en verdad? Las dos mujeres no
lo supieron ese día. Tampoco en los días siguientes.
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Respuesta:
Principales: El muchacho y el papá.
Secundarios: La mamá, la abuela y los niños.
Explicación:
Espero que te sirva