Nuestra recomendación es seguir las directrices de las autoridades sanitarias del país en que te encuentres. Nuestra especialidad no es la medicina o la epidemiología, sino las ciencias del comportamiento. Las ideas recogidas en este artículo van dirigidas a ayudar a los lectores a cumplir con las recomendaciones de las autoridades de salud pública.
Al 16 de marzo el número de casos del coronavirus a nivel mundial había pasado los 168,000. El crecimiento es exponencial – los casos fuera de China se están duplicando cada 5 días. Se predice que el número de personas con el virus que aún no presenta síntomas es mucho mayor que los casos detectados. La capacidad de los sistemas de salud es limitada. El COVID 19 no es “una gripa como cualquier otra” y la población mayor y/o con condiciones de salud preexistentes está en mayor riesgo.
El cambio de comportamientos individuales y colectivos puede ser crucial en aplanar la curva de contagio. Es decir, desacelerar la velocidad de contagio para que nuestros sistemas de salud puedan afrontar la crisis y darle la mejor posibilidad a nuestro personal médico de combatir este virus.
Las recomendaciones parecen sencillas: Lavarse las manos más seguido, por al menos 20 segundos. No tocarse la cara. Mantener cierta distancia física de mínimo 1 metro o 3 pasos. Quedarse en la casa en caso de presentar síntomas. Cancelar eventos. Sin embargo, somos humanos y nos cuesta trabajo adoptarlas. Tocarse la cara es constante e inconsciente. Hasta a los profesionales de la salud se les olvida lavarse las manos. Y como latinoamericana puedo decir que la idea de distanciamiento social y falta de contacto físico me aterra.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Dado lo que sabemos del comportamiento humano, hay maneras en las que nos podemos ayudar a nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor a adoptar estos comportamientos:
Lavarse las manos más seguido por al menos 20 segundos
Se ha demostrado que recordatorios en los lugares relevantes incrementan el lavado de manos. Podemos empezar por poner letreros en la puerta de la nevera o a la salida del baño preguntando “¿te lavaste las manos bien?”
Sabemos también que tenemos una tendencia a lavarnos las manos menos cuando creemos que no nos están observando. Podemos crear un sentido de vigilancia preguntándole a los demás si ya se lavaron las manos.
Facilitar el acceso es también muy importante – el jabón o antibacterial debe estar disponible. Idealmente el antibacterial debe ser visible donde sea más conveniente, por ejemplo al lado del ascensor o en las salas de espera.
Tal vez lo más efectivo sea crear hábitos alrededor del lavado de manos. Una recomendación común es cantar Feliz Cumpleños dos veces durante el lavado (20 segundos). Esta página, por ejemplo, permite crear un poster de lavado de manos con las letras de la canción que uno prefiera (Suerte de Shakira queda muy bien). O para quien sea religioso, puede decir una oración como un padre nuestro, por ejemplo.
Evitar tocarse la cara, especialmente nariz, ojos y boca
Muchas veces nos tocamos la cara como reacción porque, por ejemplo, nos pica. En esos casos, para calmar la urgencia puede ser más efectivo introducir un comportamiento substituto. Por ejemplo, rascarse la cara con la parte de atrás de la muñeca o un pañuelo.
Otra opción es crear barreras que nos ayuden a disminuir la frecuencia con la que nos tocamos la cara. Por ejemplo, poner las manos en los bolsillos, cruzar los brazos, cargar algo para jugar con los dedos. Las personas de pelo largo pueden también amarrárselo para evitar la necesidad de tocarse la cara.
La retroalimentación social también puede ayudar – pedirle a nuestros amigos y familiares que nos avisen cuando nos vean tocándonos las cara.
Pensar en planes “si…entonces…” puede ser una opción efectiva para crear nuevos hábitos. Por ejemplo, “si miro el celular, entonces pongo la otra mano en el bolsillo”.
También podemos crear nuevas normas sobre cómo toser y estornudar apropiadamente, por ejemplo en el codo en lugar de la mano, y poner imágenes con recordatorio en sitios de congregación, por ejemplo en el transporte público.
Explicación:
Nuestra recomendación es seguir las directrices de las autoridades sanitarias del país en que te encuentres. Nuestra especialidad no es la medicina o la epidemiología, sino las ciencias del comportamiento. Las ideas recogidas en este artículo van dirigidas a ayudar a los lectores a cumplir con las recomendaciones de las autoridades de salud pública.
Al 16 de marzo el número de casos del coronavirus a nivel mundial había pasado los 168,000. El crecimiento es exponencial – los casos fuera de China se están duplicando cada 5 días. Se predice que el número de personas con el virus que aún no presenta síntomas es mucho mayor que los casos detectados. La capacidad de los sistemas de salud es limitada. El COVID 19 no es “una gripa como cualquier otra” y la población mayor y/o con condiciones de salud preexistentes está en mayor riesgo.
El cambio de comportamientos individuales y colectivos puede ser crucial en aplanar la curva de contagio. Es decir, desacelerar la velocidad de contagio para que nuestros sistemas de salud puedan afrontar la crisis y darle la mejor posibilidad a nuestro personal médico de combatir este virus.
Las recomendaciones parecen sencillas: Lavarse las manos más seguido, por al menos 20 segundos. No tocarse la cara. Mantener cierta distancia física de mínimo 1 metro o 3 pasos. Quedarse en la casa en caso de presentar síntomas. Cancelar eventos. Sin embargo, somos humanos y nos cuesta trabajo adoptarlas. Tocarse la cara es constante e inconsciente. Hasta a los profesionales de la salud se les olvida lavarse las manos. Y como latinoamericana puedo decir que la idea de distanciamiento social y falta de contacto físico me aterra.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Dado lo que sabemos del comportamiento humano, hay maneras en las que nos podemos ayudar a nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor a adoptar estos comportamientos:
Lavarse las manos más seguido por al menos 20 segundos
Se ha demostrado que recordatorios en los lugares relevantes incrementan el lavado de manos. Podemos empezar por poner letreros en la puerta de la nevera o a la salida del baño preguntando “¿te lavaste las manos bien?”
Sabemos también que tenemos una tendencia a lavarnos las manos menos cuando creemos que no nos están observando. Podemos crear un sentido de vigilancia preguntándole a los demás si ya se lavaron las manos.
Facilitar el acceso es también muy importante – el jabón o antibacterial debe estar disponible. Idealmente el antibacterial debe ser visible donde sea más conveniente, por ejemplo al lado del ascensor o en las salas de espera.
Tal vez lo más efectivo sea crear hábitos alrededor del lavado de manos. Una recomendación común es cantar Feliz Cumpleños dos veces durante el lavado (20 segundos). Esta página, por ejemplo, permite crear un poster de lavado de manos con las letras de la canción que uno prefiera (Suerte de Shakira queda muy bien). O para quien sea religioso, puede decir una oración como un padre nuestro, por ejemplo.
Evitar tocarse la cara, especialmente nariz, ojos y boca
Muchas veces nos tocamos la cara como reacción porque, por ejemplo, nos pica. En esos casos, para calmar la urgencia puede ser más efectivo introducir un comportamiento substituto. Por ejemplo, rascarse la cara con la parte de atrás de la muñeca o un pañuelo.
Otra opción es crear barreras que nos ayuden a disminuir la frecuencia con la que nos tocamos la cara. Por ejemplo, poner las manos en los bolsillos, cruzar los brazos, cargar algo para jugar con los dedos. Las personas de pelo largo pueden también amarrárselo para evitar la necesidad de tocarse la cara.
La retroalimentación social también puede ayudar – pedirle a nuestros amigos y familiares que nos avisen cuando nos vean tocándonos las cara.
Pensar en planes “si…entonces…” puede ser una opción efectiva para crear nuevos hábitos. Por ejemplo, “si miro el celular, entonces pongo la otra mano en el bolsillo”.
También podemos crear nuevas normas sobre cómo toser y estornudar apropiadamente, por ejemplo en el codo en lugar de la mano, y poner imágenes con recordatorio en sitios de congregación, por ejemplo en el transporte público.
Distanciamiento social y auto-reclusión