El viejo monasterio abandonado se pudre de vejez en la colina, muda la torre, el coro derrumbado, y todo el claustro amenazando ruina. Seca la fuente, el huerto se ha secado; en sus silencios ni un jilguero trina... Tan sólo por las piedras del cercado rastrera hiedra en verdecer se obstina. Susurra el viento fúnebres querellas por los patios ruinosos y desiertos... Y, ajena a mundanales intereses, parece que a la luz de las estrellas está rezando, por los monjes muertos, la gris comunidad de los cipreses.
-- de Francisco Villaespesa --
El viejo monasterio abandonado
se pudre de vejez en la colina,
muda la torre, el coro derrumbado,
y todo el claustro amenazando ruina.
Seca la fuente, el huerto se ha secado;
en sus silencios ni un jilguero trina...
Tan sólo por las piedras del cercado
rastrera hiedra en verdecer se obstina.
Susurra el viento fúnebres querellas
por los patios ruinosos y desiertos...
Y, ajena a mundanales intereses,
parece que a la luz de las estrellas
está rezando, por los monjes muertos,
la gris comunidad de los cipreses.