Respuesta:
Por soledades” – Paco Urondo
Un hombre es perseguido, una
familia entera, una organización, un pueblo. La
responsable de esta situación no es la codicia,
sino un
comerciante con sus precios, con la imposición
de las reglas del juego. Los empresarios, la policía
con la imposición de las reglas del juego. Por eso
ese hombre, ese pueblo, esa familia, esa
organización, se
siente perseguida. Es más, comienzan
a perseguirse entre ellos, a delatarse,
a difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a perseguir
quimeras, a olvidarse de las legítimas,
de las costosas pero realizables aspiraciones;
marginan la penosa esperanza. Entonces
toda la familia, todo el pueblo, entra
en el nivel más alto de la persecución: la
paranoia, esa
refinada búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta
es la triste historia de los pueblos
derrotados, de las familias envilecidas
de las organizaciones inútiles, de los hombres
solitarios, la
llama que se consume sin el viento, los aires
que soplan sin amor, los amores que se marchitan
sobre la memoria del amor o sus fatuas
presunciones.
Explicación:
1- “Por soledades” – Paco Urondo
De Cuentos de batalla (1973-1976)
2- “Octubre 1976” – Ana María Ponce
Y si de vos
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez si …
3- “Bajo la lluvia ajena” – Juan Gelman
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país,
no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran
y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que
aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de
kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares
y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche,
duelen de noche bajo el sol.
4- Sin título – Clara Arias
¿Quién cosía las capuchas
para los detenidos de la ESMA?
alguna vez una mujer
habrá agarrado un dedal,
un hilo, una aguja.
O habrá enhebrado paso a paso
con la punta de un carretel
los ojales de una máquina de coser.
No sé porqué digo mujer
tal vez porque recuerdo a mi abuela
las tardes de costura,
no había hombres en esas tardes
en ese universo de cajas de botones
y retazos de telas.
Una tarde, alguien
con un rollo de tela negra
habrá tocado el timbre de la casa de Dorita
la que hacía los trajes para bailar el minué
en los actos de la escuela
o aquel disfraz de hada madrina,
le habrá pedido treinta mil bolsas
treinta mil bolsas negras.
Alguna vez una mujer
o un improbable hombre
se sentó a coser
con paciencia y esmero
como quien cose una batita
para un niño por nacer
las capuchas que usaban
los detenidos de la ESMA.
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Por soledades” – Paco Urondo
Un hombre es perseguido, una
familia entera, una organización, un pueblo. La
responsable de esta situación no es la codicia,
sino un
comerciante con sus precios, con la imposición
de las reglas del juego. Los empresarios, la policía
con la imposición de las reglas del juego. Por eso
ese hombre, ese pueblo, esa familia, esa
organización, se
siente perseguida. Es más, comienzan
a perseguirse entre ellos, a delatarse,
a difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a perseguir
quimeras, a olvidarse de las legítimas,
de las costosas pero realizables aspiraciones;
marginan la penosa esperanza. Entonces
toda la familia, todo el pueblo, entra
en el nivel más alto de la persecución: la
paranoia, esa
refinada búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta
es la triste historia de los pueblos
derrotados, de las familias envilecidas
de las organizaciones inútiles, de los hombres
solitarios, la
llama que se consume sin el viento, los aires
que soplan sin amor, los amores que se marchitan
sobre la memoria del amor o sus fatuas
presunciones.
Explicación:
Explicación:
1- “Por soledades” – Paco Urondo
Un hombre es perseguido, una
familia entera, una organización, un pueblo. La
responsable de esta situación no es la codicia,
sino un
comerciante con sus precios, con la imposición
de las reglas del juego. Los empresarios, la policía
con la imposición de las reglas del juego. Por eso
ese hombre, ese pueblo, esa familia, esa
organización, se
siente perseguida. Es más, comienzan
a perseguirse entre ellos, a delatarse,
a difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a perseguir
quimeras, a olvidarse de las legítimas,
de las costosas pero realizables aspiraciones;
marginan la penosa esperanza. Entonces
toda la familia, todo el pueblo, entra
en el nivel más alto de la persecución: la
paranoia, esa
refinada búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta
es la triste historia de los pueblos
derrotados, de las familias envilecidas
de las organizaciones inútiles, de los hombres
solitarios, la
llama que se consume sin el viento, los aires
que soplan sin amor, los amores que se marchitan
sobre la memoria del amor o sus fatuas
presunciones.
De Cuentos de batalla (1973-1976)
2- “Octubre 1976” – Ana María Ponce
Y si de vos
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez si …
3- “Bajo la lluvia ajena” – Juan Gelman
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país,
no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran
y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que
aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de
kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares
y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche,
duelen de noche bajo el sol.
4- Sin título – Clara Arias
¿Quién cosía las capuchas
para los detenidos de la ESMA?
alguna vez una mujer
habrá agarrado un dedal,
un hilo, una aguja.
O habrá enhebrado paso a paso
con la punta de un carretel
los ojales de una máquina de coser.
No sé porqué digo mujer
tal vez porque recuerdo a mi abuela
las tardes de costura,
no había hombres en esas tardes
en ese universo de cajas de botones
y retazos de telas.
Una tarde, alguien
con un rollo de tela negra
habrá tocado el timbre de la casa de Dorita
la que hacía los trajes para bailar el minué
en los actos de la escuela
o aquel disfraz de hada madrina,
le habrá pedido treinta mil bolsas
treinta mil bolsas negras.
Alguna vez una mujer
o un improbable hombre
se sentó a coser
con paciencia y esmero
como quien cose una batita
para un niño por nacer
las capuchas que usaban
los detenidos de la ESMA.