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Juan Montalvo ( Ambateño) EL LUJO DEL POBRE Uno como resplandor ilumina la pobreza: y es la decencia, el aseo, esa atildadura que tanto se hermana con la escasez como la abundancia. El agua nada cuesta: mírate la cara en tus vasos, que este es el lujo del pobre. Si no te es dado sentarte a la mesa cubierta con primorosa alemanisco que pregone el fausto de tu casa procura que el barato lienzo este resplandeciendo de limpio, sin mancha, ni arruga; y si no tienes no tienes para darlo a lavar y planchar, lávalo y aplanchalo con tus manos. Hubo un antiguo que por valerse de nadie por nada, aprendió cuantos oficios se relacionaban con sus necesidades: mas aun, pos hacerlo todo con limpieza y esmero, cocinaba sus alimentos, cosía sus vestidos, lavaba su ropa siendo nada menos que miembro de una escuela de filosofía. Cosina, cose, lava, Sancho, primero que verte descuidado en tu persona y en tus cosas. Llegando yo un día en casa de un amigo pobre sucedió que no hubiese mantel en ella. ¿Sabéis como acudió la señora a reparar la falta? Cubrió la mesa con hojas de verde fresco plátano, y comimos cual pudiera las ninfas de sus grutos. Esta es la sabiduría del pobre.
EL LUJO DEL POBRE
Uno como resplandor ilumina la pobreza: y es la decencia, el aseo, esa atildadura que tanto se hermana con la escasez como la abundancia. El agua nada cuesta: mírate la cara en tus vasos, que este es el lujo del pobre. Si no te es dado sentarte a la mesa cubierta con primorosa alemanisco que pregone el fausto de tu casa procura que el barato lienzo este resplandeciendo de limpio, sin mancha, ni arruga; y si no tienes no tienes para darlo a lavar y planchar, lávalo y aplanchalo con tus manos. Hubo un antiguo que por valerse de nadie por nada, aprendió cuantos oficios se relacionaban con sus necesidades: mas aun, pos hacerlo todo con limpieza y esmero, cocinaba sus alimentos, cosía sus vestidos, lavaba su ropa siendo nada menos que miembro de una escuela de filosofía.
Cosina, cose, lava, Sancho, primero que verte descuidado en tu persona y en tus cosas.
Llegando yo un día en casa de un amigo pobre sucedió que no hubiese mantel en ella. ¿Sabéis como acudió la señora a reparar la falta? Cubrió la mesa con hojas de verde fresco plátano, y comimos cual pudiera las ninfas de sus grutos.
Esta es la sabiduría del pobre.