Charlar con Miguel Gutiérrez es una experiencia enriquecedora en la que uno suele perder la noción del tiempo. Nos vemos cada tanto y cada reencuentro propicia una charla que puede extenderse casi sin darnos cuenta. Gutiérrez acaba de publicar Las aventuras del señor Bauman de Metz y otras historias (Alfaguara, 2015), libro que reúne doce historias extraídas de sus doce novelas. Una suerte de muestrario de su obra narrativa. A esto se añade la reedición de Babel, el Paraíso (DeBolsillo, 2015), novela publicada en 1993 y que a estas alturas era inubicable en librerías.
Son las cuatro de la tarde. Nos encontramos en las oficinas de Penguin Random House. Silvia Gálvez nos ha conducido a una cálida sala de conferencias en la que nos guarecemos de ese frío invierno limeño que se agazapa tras los vidrios de la ventana. Gutiérrez me cuenta de su tránsito natural de la máquina de escribir a la computadora.
–Quizás porque nunca escribí a mano–, me dice. Confiesa, sin embargo, que ha perdido textos por alguna maniobra equívoca ante el ordenador. Doscientas páginas de una novela, de las cuales su inseparable compañera, Mendis, logró rescatar unas 60.
Gutiérrez bebe un sorbo de su taza de café mientras hago lo propio con un vaso de gaseosa. Unos panecillos serán los mudos testigos de la conversación.
–¿Cómo decides elaborar este libro que reúne partes, fragmentos, de tus novelas?–, le pregunto, luego del clic de la grabadora.
–Algunos amigos, Mendis también, me decían: sería bueno que hagas otra selección de tus textos, pero de todas tus novelas…
–Como el que hiciste a partir de personajes femeninos
Charlar con Miguel Gutiérrez es una experiencia enriquecedora en la que uno suele perder la noción del tiempo. Nos vemos cada tanto y cada reencuentro propicia una charla que puede extenderse casi sin darnos cuenta. Gutiérrez acaba de publicar Las aventuras del señor Bauman de Metz y otras historias (Alfaguara, 2015), libro que reúne doce historias extraídas de sus doce novelas. Una suerte de muestrario de su obra narrativa. A esto se añade la reedición de Babel, el Paraíso (DeBolsillo, 2015), novela publicada en 1993 y que a estas alturas era inubicable en librerías.
Son las cuatro de la tarde. Nos encontramos en las oficinas de Penguin Random House. Silvia Gálvez nos ha conducido a una cálida sala de conferencias en la que nos guarecemos de ese frío invierno limeño que se agazapa tras los vidrios de la ventana. Gutiérrez me cuenta de su tránsito natural de la máquina de escribir a la computadora.
–Quizás porque nunca escribí a mano–, me dice. Confiesa, sin embargo, que ha perdido textos por alguna maniobra equívoca ante el ordenador. Doscientas páginas de una novela, de las cuales su inseparable compañera, Mendis, logró rescatar unas 60.
Gutiérrez bebe un sorbo de su taza de café mientras hago lo propio con un vaso de gaseosa. Unos panecillos serán los mudos testigos de la conversación.
–¿Cómo decides elaborar este libro que reúne partes, fragmentos, de tus novelas?–, le pregunto, luego del clic de la grabadora.
–Algunos amigos, Mendis también, me decían: sería bueno que hagas otra selección de tus textos, pero de todas tus novelas…
–Como el que hiciste a partir de personajes femeninos