Esta nota se ajusta a las ideas aún válidas de un artículo publicado por el destacado economista austriaco, Ludwing von Mises, en 1943, titulado: “Socialismo contra democracia europea”. Pretendo en este analizar los orígenes de los socialismos democráticos de la Unión Europea.
Sostiene von Mises que la historia reciente de Europa se suele apreciar a la luz de leyendas marxistas que distorsionan los hechos. De acuerdo con estas erradas interpretaciones, al abandonar las clases dirigentes las minorías y establecer la dictadura del capital, le abrieron la puerta al gobierno del proletariado, al socialismo. Sin embargo, la historia reciente de Europa contradice esta desacertada interpretación marxista, concluye el citado autor.
Y comienza von Mises por la historia de Francia. En 1848 cuando los franceses destronaron a Luis Felipe de Orleans, realizaron su primera gran elección con sufragio universal. Anteriormente el voto estaba restringido a 250.000 electores. Como resultado de esta votación se eligió la Asamblea Nacional en la que el 90% de los diputados aprobó en forma incondicional la propiedad privada de los medios de producción.
Las ilusiones de los socialistas se disiparon: el pueblo soberano decidió contra ellos. Trataron de apoderarse del poder por medio de la violencia, pero fueron derrotados. Esta experiencia de 1848 y otro intento violento en 1871 introdujeron el espectro de una dictadura en manos de una minoría de fanáticos socialistas. Esto ha repercutido en Europa desde entonces hasta nuestros días. Y en Colombia también ha trascendido esta desconfianza durante casi un siglo.
Durante décadas se consideraron a sí mismos los socialistas como la onda del futuro, la vanguardia de las masas, dotados de conocimientos y derechos para derrocar a los capitalistas y para imponer su igualdad, olvidando la advertencia de J. J. Rousseau “la igualdad es algo natural cuando se trata de reclamar derechos, pero también es antinatural cuando se trata de igualar deberes”.
La Constitución de Estados Unidos, redactada por una élite de clarividentes que optaron por el voto, el parlamento, la alternación de los partidos en el poder y la libertad de opinión para salvaguardar el bienestar de sus conciudadanos -no para esclavizarlos- dejó sin piso a los despistados socialistas europeos, quienes olvidaron que “la esencia de una democracia estriba en negarles a las minorías el derecho a imponer su voluntad sobre las mayorías”.
“El pensamiento y la política europea han estado profundamente influenciados por la amenaza de la usurpación socialista por medio de la violencia”… Por esto, Bismarck en Alemania defendía un gobierno popular, pero bajo la mesa apoyaba el absolutismo germano… Y Hitler les atizó el temor al comunismo o socialismo totalitario para instaurar su pavoroso nacional socialismo”, concluye von Mises.
Los fracasos en las urnas en la UE, así como los resultados nefastos del marxismo en Rusia, forzaron a los temidos socialismos a copiar las tácticas de las verdaderas democráticas. Con tal fin organizaron partidos políticos, aspiraron a puestos en los parlamentos, aceptaron el capitalismo como un corolario político de la democracia, renunciaron a las revoluciones violentas y se sometieron al voto de los ciudadanos. Hasta aquí von Mises.
Y así lograron, por fin, gobernar en numerosos países del orbe, con su idealismo absurdo de la igualdad promovida con su Estado de Bienestar, esto es, el paternalismo del Estado desde la cuna hasta la tumba. Excesos que llevaron a la Unión Europea al declive económico que la socava hoy. Mas los temores persisten por doquiera, anteriormente por culpa de Hitler y ahora de Hugo Chávez y sus aliados, quienes emplearon estas nuevas tácticas con el fin de llegar al poder con votos democráticos y consolidar luego sus socialismos catastróficos.
Algún pensador inglés afirmaba al respecto que “el socialismo actual es la manifestación evolucionada de principios socialistas inconscientemente aceptados y practicados por los electores y sus gobiernos”. En Colombia no marchamos ajenos a esta breve historia.
Esto segundo es curioso pues, antes de que se aclimatara el socialismo ya había una fuerte actitud anti-socialista.
Esta nota se ajusta a las ideas aún válidas de un artículo publicado por el destacado economista austriaco, Ludwing von Mises, en 1943, titulado: “Socialismo contra democracia europea”. Pretendo en este analizar los orígenes de los socialismos democráticos de la Unión Europea.
Sostiene von Mises que la historia reciente de Europa se suele apreciar a la luz de leyendas marxistas que distorsionan los hechos. De acuerdo con estas erradas interpretaciones, al abandonar las clases dirigentes las minorías y establecer la dictadura del capital, le abrieron la puerta al gobierno del proletariado, al socialismo. Sin embargo, la historia reciente de Europa contradice esta desacertada interpretación marxista, concluye el citado autor.
Y comienza von Mises por la historia de Francia. En 1848 cuando los franceses destronaron a Luis Felipe de Orleans, realizaron su primera gran elección con sufragio universal. Anteriormente el voto estaba restringido a 250.000 electores. Como resultado de esta votación se eligió la Asamblea Nacional en la que el 90% de los diputados aprobó en forma incondicional la propiedad privada de los medios de producción.
Las ilusiones de los socialistas se disiparon: el pueblo soberano decidió contra ellos. Trataron de apoderarse del poder por medio de la violencia, pero fueron derrotados. Esta experiencia de 1848 y otro intento violento en 1871 introdujeron el espectro de una dictadura en manos de una minoría de fanáticos socialistas. Esto ha repercutido en Europa desde entonces hasta nuestros días. Y en Colombia también ha trascendido esta desconfianza durante casi un siglo.
Durante décadas se consideraron a sí mismos los socialistas como la onda del futuro, la vanguardia de las masas, dotados de conocimientos y derechos para derrocar a los capitalistas y para imponer su igualdad, olvidando la advertencia de J. J. Rousseau “la igualdad es algo natural cuando se trata de reclamar derechos, pero también es antinatural cuando se trata de igualar deberes”.
La Constitución de Estados Unidos, redactada por una élite de clarividentes que optaron por el voto, el parlamento, la alternación de los partidos en el poder y la libertad de opinión para salvaguardar el bienestar de sus conciudadanos -no para esclavizarlos- dejó sin piso a los despistados socialistas europeos, quienes olvidaron que “la esencia de una democracia estriba en negarles a las minorías el derecho a imponer su voluntad sobre las mayorías”.
“El pensamiento y la política europea han estado profundamente influenciados por la amenaza de la usurpación socialista por medio de la violencia”… Por esto, Bismarck en Alemania defendía un gobierno popular, pero bajo la mesa apoyaba el absolutismo germano… Y Hitler les atizó el temor al comunismo o socialismo totalitario para instaurar su pavoroso nacional socialismo”, concluye von Mises.
Los fracasos en las urnas en la UE, así como los resultados nefastos del marxismo en Rusia, forzaron a los temidos socialismos a copiar las tácticas de las verdaderas democráticas. Con tal fin organizaron partidos políticos, aspiraron a puestos en los parlamentos, aceptaron el capitalismo como un corolario político de la democracia, renunciaron a las revoluciones violentas y se sometieron al voto de los ciudadanos. Hasta aquí von Mises.
Y así lograron, por fin, gobernar en numerosos países del orbe, con su idealismo absurdo de la igualdad promovida con su Estado de Bienestar, esto es, el paternalismo del Estado desde la cuna hasta la tumba. Excesos que llevaron a la Unión Europea al declive económico que la socava hoy. Mas los temores persisten por doquiera, anteriormente por culpa de Hitler y ahora de Hugo Chávez y sus aliados, quienes emplearon estas nuevas tácticas con el fin de llegar al poder con votos democráticos y consolidar luego sus socialismos catastróficos.
Algún pensador inglés afirmaba al respecto que “el socialismo actual es la manifestación evolucionada de principios socialistas inconscientemente aceptados y practicados por los electores y sus gobiernos”. En Colombia no marchamos ajenos a esta breve historia.