Los efectos de aquellos atentados sin precedentes del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center, en New York, y el Pentágono, en Washington, perduran hasta hoy, opina Miodrag Soric.
Tras la Caída del Muro de Berlín, Occidente se colocó en una especie de modo de pausa. El renombrado politólogo Francis Fukuyama proclamó el "Fin de la Historia" y los políticos fabularon sobre los "dividendos de la paz". Estados Unidos se colgó la medalla de "superpotencia". Los antiguos enemigos que se atuvieron a las nuevas reglas de juego consiguieron entrar a los clubes occidentales; los que no, fueron relegados, pasados por alto.
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Los efectos de aquellos atentados sin precedentes del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center, en New York, y el Pentágono, en Washington, perduran hasta hoy, opina Miodrag Soric.
Tras la Caída del Muro de Berlín, Occidente se colocó en una especie de modo de pausa. El renombrado politólogo Francis Fukuyama proclamó el "Fin de la Historia" y los políticos fabularon sobre los "dividendos de la paz". Estados Unidos se colgó la medalla de "superpotencia". Los antiguos enemigos que se atuvieron a las nuevas reglas de juego consiguieron entrar a los clubes occidentales; los que no, fueron relegados, pasados por alto.
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