Aunque muchas interpretaciones afirmen que el poema tiene que ver con el desvanecimiento de la vida, del pasado, de la familia, de los hechos de Poe. En este análisis se propone otra hipótesis:
El hecho de que el hombre (o la mujer, por no decir el yo poético) le dé un beso en la frente y no en la mejilla o en la boca dice mucho. Desde ahí se ve la distancia del uno al otro: el que actúa y el que es pasivo. El que da el beso en la frente es el que abandona sin duda alguna y el que lo recibe, sin esperarlo ahí, sino en la boca, es el que sufre. Al parecer ella le había dicho que sus vidas, en su amor, parecían puestas en un sueño. Y él le replica con lo mismo: que es verdad, que no se equivoca al decir que su vida era un sueño, pues todo lo que se vive y lo que se aparenta hace parte de un sueño dentro de un sueño, del que se puede despertar de un momento a otro, y dejarlo como si nada, en el sueño verdadero. En un sueño se siente, se ama, se odia; en el despertar, en el otro sueño, podrá considerarse que lo sentido, lo amado o lo odiado no era más que una ilusión. Son dos los sueños: el del amor y el de la desilusión. La realidad no se ve.
La esperanza del amor se fue de un momento a otro, de la distancia que hay entre el sueño y el despertar, que es el otro sueño. Y el hecho de que la esperanza se hubiese ido tan rápidamente no le quita lo que ello conlleva: el desvanecimiento del amor que sentía.
Ella (por no decir el segundo yo poético), por su parte, se siente en una ribera de olas precipitadas, tratando de salvar lo últimos granos de oro, que representan el alma de la relación. Ve cómo se le escapan los granos de oro, ve cómo se aleja su amado sin poder hacer nada para evitarlo, lo único que queda es el llanto. Y por último, ya cuando las fuerzas humanas no pueden por sí solas, se acude a la ayuda divina, a Dios, con la pregunta: ¿entonces es verdad que todo lo que se ve y parece es solo un sueño dentro de un sueño?
Explicación:
Aunque muchas interpretaciones afirmen que el poema tiene que ver con el desvanecimiento de la vida, del pasado, de la familia, de los hechos de Poe. En este análisis se propone otra hipótesis:
El hecho de que el hombre (o la mujer, por no decir el yo poético) le dé un beso en la frente y no en la mejilla o en la boca dice mucho. Desde ahí se ve la distancia del uno al otro: el que actúa y el que es pasivo. El que da el beso en la frente es el que abandona sin duda alguna y el que lo recibe, sin esperarlo ahí, sino en la boca, es el que sufre. Al parecer ella le había dicho que sus vidas, en su amor, parecían puestas en un sueño. Y él le replica con lo mismo: que es verdad, que no se equivoca al decir que su vida era un sueño, pues todo lo que se vive y lo que se aparenta hace parte de un sueño dentro de un sueño, del que se puede despertar de un momento a otro, y dejarlo como si nada, en el sueño verdadero. En un sueño se siente, se ama, se odia; en el despertar, en el otro sueño, podrá considerarse que lo sentido, lo amado o lo odiado no era más que una ilusión. Son dos los sueños: el del amor y el de la desilusión. La realidad no se ve.
La esperanza del amor se fue de un momento a otro, de la distancia que hay entre el sueño y el despertar, que es el otro sueño. Y el hecho de que la esperanza se hubiese ido tan rápidamente no le quita lo que ello conlleva: el desvanecimiento del amor que sentía.
Ella (por no decir el segundo yo poético), por su parte, se siente en una ribera de olas precipitadas, tratando de salvar lo últimos granos de oro, que representan el alma de la relación. Ve cómo se le escapan los granos de oro, ve cómo se aleja su amado sin poder hacer nada para evitarlo, lo único que queda es el llanto. Y por último, ya cuando las fuerzas humanas no pueden por sí solas, se acude a la ayuda divina, a Dios, con la pregunta: ¿entonces es verdad que todo lo que se ve y parece es solo un sueño dentro de un sueño?