Tenía integridad. Podías confiar absolutamente en él.
Era creativo y un verdadero visionario.
Tenía habilidad administrativa. Sabía cómo sacar lo mejor de la gente.
Era como un entrenador; es decir, no fue fácil trabajar para él porque te empujaba hasta el límite, pero ya que habías dado tu mejor esfuerzo, le agradecías el que te hubiera llevado a hacerlo.
Estaba dispuesto a jugársela. Tomaba riesgos calculados.
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SALUDOS.