Lejos del estereotipo de religión opresora y excluyente, el papel de la mujer en el Islam da cuenta de la profusa riqueza cultural e intelectual de esta religión.
Por: Safaa Ait Houssa, politóloga de la Universidad Mohamed V. Rabat, Marruecos[1]
La mujer musulmana ha pasado por un rico proceso histórico que constituye un interesante referente de la civilización humana, que no puede extraerse del contexto de su propia cultura, del vínculo de hombre con el dominio territorial -el suelo identitario, llamado “Arabia”- y del bagaje antropológico de los beduinos, en el que se desarrolló la civilización del Sahara antes del islam. Las costumbres tribales que regían el estatus de la mujer no eran generales ni absolutas como lo son en la sociedad moderna.
La pertenencia de la mujer a una clase social y tribal daba lugar a la aplicación del derecho consuetudinario según el caso puntual, excluyendo a las mujeres que no tenían las condiciones requeridas para que se les aplicaran las reglas de la costumbre, como la mujer esclava, o aquella que no pertenecía a las grandes tribus de la sociedad o a cualquier otra forma de oligarquía. Esta discriminación aislaba a la mujer en función de su afiliación racial y tribal extrayendo dos categorías: unas comerciantes y poetas calificadas como damas de primer orden, otras esclavas expuestas a todo tipo de tratos como objetos.
Por una parte, el aspecto inclusivo antes del islam encuentra raíces en la civilización nabatea. El reino nabateo se extendió desde el antiguo Caná[2], en la actual Jordania, hasta Damasco, en la actual Siria. Con la civilización nabatea exclusivamente, la mujer gozaba de la personalidad jurídica independiente que se enfrentaría con renuencia ante las leyes griegas y romanas antes del islam. El aspecto negativo de esta era de la historia radica en la discriminación racial, la degradación de la mujer, por causa de las estructuras sociales y políticas que no le reconocían ningún derecho, desde los más elementales, como el derecho a la vida -que se les privaba en casos como el infanticidio o la ejecución sin proceso justo- o el derecho a la propiedad. Sin embargo, la mujer rica y descendiente de las tribus árabes más célebres, poseía un patrimonio material independiente gracias al derecho de gestión reservado (como la venta, compra, trueque, hipoteca, etc…) que efectuaban con los hombres de su tribu o extr
Respuesta:
Lejos del estereotipo de religión opresora y excluyente, el papel de la mujer en el Islam da cuenta de la profusa riqueza cultural e intelectual de esta religión.
Por: Safaa Ait Houssa, politóloga de la Universidad Mohamed V. Rabat, Marruecos[1]
La mujer musulmana ha pasado por un rico proceso histórico que constituye un interesante referente de la civilización humana, que no puede extraerse del contexto de su propia cultura, del vínculo de hombre con el dominio territorial -el suelo identitario, llamado “Arabia”- y del bagaje antropológico de los beduinos, en el que se desarrolló la civilización del Sahara antes del islam. Las costumbres tribales que regían el estatus de la mujer no eran generales ni absolutas como lo son en la sociedad moderna.
La pertenencia de la mujer a una clase social y tribal daba lugar a la aplicación del derecho consuetudinario según el caso puntual, excluyendo a las mujeres que no tenían las condiciones requeridas para que se les aplicaran las reglas de la costumbre, como la mujer esclava, o aquella que no pertenecía a las grandes tribus de la sociedad o a cualquier otra forma de oligarquía. Esta discriminación aislaba a la mujer en función de su afiliación racial y tribal extrayendo dos categorías: unas comerciantes y poetas calificadas como damas de primer orden, otras esclavas expuestas a todo tipo de tratos como objetos.
Por una parte, el aspecto inclusivo antes del islam encuentra raíces en la civilización nabatea. El reino nabateo se extendió desde el antiguo Caná[2], en la actual Jordania, hasta Damasco, en la actual Siria. Con la civilización nabatea exclusivamente, la mujer gozaba de la personalidad jurídica independiente que se enfrentaría con renuencia ante las leyes griegas y romanas antes del islam. El aspecto negativo de esta era de la historia radica en la discriminación racial, la degradación de la mujer, por causa de las estructuras sociales y políticas que no le reconocían ningún derecho, desde los más elementales, como el derecho a la vida -que se les privaba en casos como el infanticidio o la ejecución sin proceso justo- o el derecho a la propiedad. Sin embargo, la mujer rica y descendiente de las tribus árabes más célebres, poseía un patrimonio material independiente gracias al derecho de gestión reservado (como la venta, compra, trueque, hipoteca, etc…) que efectuaban con los hombres de su tribu o extr