En una pequeña placetuela del pueblo de Concoverno, había un precioso árbol, al que centenares de los habitantes de la localidad, habían trepado en su más tierna infancia. Tan viejo era ya el árbol, que las autoridades del pueblo decidieron darle un merecido descanso, colocando a su alrededor una pequeña valla, para impedir que los niños continuaran subiéndose a sus ramas.
Una medida, que no le gustó nada al árbol, ya que él disfrutaba enormemente de la compañía y las ocurrencias de los más pequeños del lugar. Días y días pasaron, hasta que un osado niño llamado Guillermo decidió hacer caso omiso a las prohibiciones y trepar a una de sus fuertes ramas, en compañía de su amigo Agustín.
Tan feliz estaba, al escuchar las confidencias que los dos amigos se hacían, que la vieja savia de su cuerpo, parecía rejuvenecer con cada palabra de los pequeños. Agradecido por la audaz acción de Guillermo, decidió ayudarle a conseguir eso que el niño tanto deseaba: ganar a las canicas, para evitar que todos se rieran de él y conseguir la atención de Carlota.
A la mañana siguiente, todos quedaron sorprendidos por la gran pericia de Guillermo con las canicas. Incluso Carlota se dio cuenta de lo bueno que era, regalándole su más preciada canica. Más feliz que una perdiz, regresó por la tarde al árbol, para contarle a Agustín sus proezas.
Fue así como el viejo árbol, descubrió lo mágico y maravilloso que podía ser, transformándose en el Árbol de los Sueños.
Respuesta:
ok dimelo
Explicación:
lo necesito por favor
Respuesta:
Yo te doy uno :)
Explicación:
El árbol maravilloso
En una pequeña placetuela del pueblo de Concoverno, había un precioso árbol, al que centenares de los habitantes de la localidad, habían trepado en su más tierna infancia. Tan viejo era ya el árbol, que las autoridades del pueblo decidieron darle un merecido descanso, colocando a su alrededor una pequeña valla, para impedir que los niños continuaran subiéndose a sus ramas.
Una medida, que no le gustó nada al árbol, ya que él disfrutaba enormemente de la compañía y las ocurrencias de los más pequeños del lugar. Días y días pasaron, hasta que un osado niño llamado Guillermo decidió hacer caso omiso a las prohibiciones y trepar a una de sus fuertes ramas, en compañía de su amigo Agustín.
Tan feliz estaba, al escuchar las confidencias que los dos amigos se hacían, que la vieja savia de su cuerpo, parecía rejuvenecer con cada palabra de los pequeños. Agradecido por la audaz acción de Guillermo, decidió ayudarle a conseguir eso que el niño tanto deseaba: ganar a las canicas, para evitar que todos se rieran de él y conseguir la atención de Carlota.
A la mañana siguiente, todos quedaron sorprendidos por la gran pericia de Guillermo con las canicas. Incluso Carlota se dio cuenta de lo bueno que era, regalándole su más preciada canica. Más feliz que una perdiz, regresó por la tarde al árbol, para contarle a Agustín sus proezas.
Fue así como el viejo árbol, descubrió lo mágico y maravilloso que podía ser, transformándose en el Árbol de los Sueños.
Me das coronita? plis