Hace muchos años, vivía un viejo perro de caza, cuya avanzada edad le había hecho perder gran parte de las facultades que lo adornaban en su juventud. Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se topó con un hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño. Poniendo en ello todo su empeño, consiguió morderle una oreja, pero como su boca ya no era la de siempre, el animal consiguió escaparse. Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente. El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo: -Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
La Moraleja de esta Fabula: respeta siempre a las personas mayores, que aunque ya no puedan realizar grandes proezas, dieron sus mejores años para darte a ti y a tu familia, una vida mejor.
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jeancarlo2003El abogado y las perasCierto día un abogado fue invitado a las celebraciones de una boda que se llevaría a cabo en su pueblo natal, el cual era un poco distante de donde vivía.
Llegado el día de la boda el abogado se vistió con sus mejores trajes y en el trayecto del camino justo al borde de la carretera encontró una cesta llena de peras. Como era de día el abogado tenia un gran apetito para comer pero prefirió no hacerlo, pensando en todas las delicias que disfrutaría en el banquete, entonces el abogado despreciando el cesto de peras dio un puntapié echando así el cesto y las peras a 1 lodo donde se revolcaban unos cerditos lugareños.
Prosiguiendo su camino, llego a un riachuelo que debía cruzar, pero venia muy acaudalado a causa de la temporada de lluvia, y para remate el pequeño puente había sido arrastrado por la corriente, dejando de esta manera imposibilitado para el abogado de cruzar y asistir a la boda, por lo que dio media vuelta y regreso a su pueblo
Durante el regreso el hambre fue cada vez mas asaltante por lo que al pasar nuevamente por el fango y al ver aun las peras, pues las recogió, las limpio bien y se las comió Moraleja Aun buen hombre no hay pan duro
El Viejo Cazador
Hace muchos años, vivía un viejo perro de caza, cuya avanzada edad le había hecho perder gran parte de las facultades que lo adornaban en su juventud. Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se topó con un hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño. Poniendo en ello todo su empeño, consiguió morderle una oreja, pero como su boca ya no era la de siempre, el animal consiguió escaparse.
Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente.
El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:
-Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
La Moraleja de esta Fabula: respeta siempre a las personas mayores, que aunque ya no puedan realizar grandes proezas, dieron sus mejores años para darte a ti y a tu familia, una vida mejor.
Llegado el día de la boda el abogado se vistió con sus mejores trajes y en el trayecto del camino justo al borde de la carretera encontró una cesta llena de peras. Como era de día el abogado tenia un gran apetito para comer pero prefirió no hacerlo, pensando en todas las delicias que disfrutaría en el banquete, entonces el abogado despreciando el cesto de peras dio un puntapié echando así el cesto y las peras a 1 lodo donde se revolcaban unos cerditos lugareños.
Prosiguiendo su camino, llego a un riachuelo que debía cruzar, pero venia muy acaudalado a causa de la temporada de lluvia, y para remate el pequeño puente había sido arrastrado por la corriente, dejando de esta manera imposibilitado para el abogado de cruzar y asistir a la boda, por lo que dio media vuelta y regreso a su pueblo
Durante el regreso el hambre fue cada vez mas asaltante por lo que al pasar nuevamente por el fango y al ver aun las peras, pues las recogió, las limpio bien y se las comió
Moraleja Aun buen hombre no hay pan duro