Una verdad que nunca se encontró. Las primeras sospechas hablaron de un homicidio por encargo. Policía y Justicia nunca dieron a conocer la profundidad de las investigaciones. La causa estaría en punto muerto.
El viernes 24 de enero de l997, los habitantes de Pergamino y Colón se conmovieron. En la vecina ciudad, nunca se había registrado una crónica policial de estas características. El reloj de la Confitería “El Sol”, propiedad de la víctima, marcaba las 0.26. Un Fiat bordó se detuvo a tres metros de una mesa que era compartida por “Pancho” Torrecilla y Faustino Paz. El vehículo quedó en marcha y se apearon dos individuos que sin mediar palabras dispararon a mansalva con un revólver calibre 38 y una pistola 9 milímetros encamisada. El pergaminense muerto recibió dos balas en su cuerpo. Uno ingreso en la zona inguinal y en su trayectoria interesó las vértebras lumbares. El asesino disparó caminando. El segundo fue a quemarropa y explotó debajo de la axila perforando en su trayectoria la vena aorta, y rompiendo la décima vértebra lumbar, alojándose en el hemitórax derecho. Por su parte, Faustino Paz recibió un disparo en su pierna derecha.
La profesionalidad de los ejecutores fue sobresaliente. La sangre fría del homicida que en medio de una calle muy concurrida necesitó solo dos balas para matar a Torrecilla ello demuestra su profesionalidad. Por su parte, llamó la atención que el segundo malviviente disparó al aire para distraer a los transeúntes, para atemorizarlos y paralizarlos. Una metodología muy “fina” usada en atentados callejeros por malvivientes con alta escuela. Los asesinos tuvieron certeza y lograron confusión en el escenario del atentado.
El comisario mayor de la ex Región VII de San Nicolás, Héctor Enrique Penini, en una conferencia de prensa brindada en Pergamino el jueves 30 de enero de l997 argumentó: “ El homicidio nos ha llamado la atención debido a sus características”. El uniformado realizó comentarios sobre la forma en que actuaron los asesinos y su profesionalidad, que podrían vincularse con un crimen por encargo. Pocos meses después, llegó un anónimo a manos de los investigadores que según dijeron podría esclarecer el hecho que había conmovido a Pergamino. Nunca se supo las conclusiones a los que llegó la pesquisa. Las versiones extraoficiales hablaban sobre datos precisos, presuntos homicidas y monto pagado para realizar la ejecución. La verdad nunca llegó a pesar de consignarse a 15 hombres para buscar datos, indicios y precisiones. Las hipótesis fueron muchas. Los “off the record” hablaban de posibles vinculaciones con el juego clandestino y una guerra entre mafias.
La verdad o la mentira esta bien oculta y los actores fueron los protagonistas de una trama siniestra.
Una verdad que nunca se encontró. Las primeras sospechas hablaron de un homicidio por encargo. Policía y Justicia nunca dieron a conocer la profundidad de las investigaciones. La causa estaría en punto muerto.
El viernes 24 de enero de l997, los habitantes de Pergamino y Colón se conmovieron. En la vecina ciudad, nunca se había registrado una crónica policial de estas características. El reloj de la Confitería “El Sol”, propiedad de la víctima, marcaba las 0.26. Un Fiat bordó se detuvo a tres metros de una mesa que era compartida por “Pancho” Torrecilla y Faustino Paz. El vehículo quedó en marcha y se apearon dos individuos que sin mediar palabras dispararon a mansalva con un revólver calibre 38 y una pistola 9 milímetros encamisada.
El pergaminense muerto recibió dos balas en su cuerpo. Uno ingreso en la zona inguinal y en su trayectoria interesó las vértebras lumbares. El asesino disparó caminando. El segundo fue a quemarropa y explotó debajo de la axila perforando en su trayectoria la vena aorta, y rompiendo la décima vértebra lumbar, alojándose en el hemitórax derecho. Por su parte, Faustino Paz recibió un disparo en su pierna derecha.
La profesionalidad de los ejecutores fue sobresaliente. La sangre fría del homicida que en medio de una calle muy concurrida necesitó solo dos balas para matar a Torrecilla ello demuestra su profesionalidad. Por su parte, llamó la atención que el segundo malviviente disparó al aire para distraer a los transeúntes, para atemorizarlos y paralizarlos. Una metodología muy “fina” usada en atentados callejeros por malvivientes con alta escuela. Los asesinos tuvieron certeza y lograron confusión en el escenario del atentado.
El comisario mayor de la ex Región VII de San Nicolás, Héctor Enrique Penini, en una conferencia de prensa brindada en Pergamino el jueves 30 de enero de l997 argumentó: “ El homicidio nos ha llamado la atención debido a sus características”. El uniformado realizó comentarios sobre la forma en que actuaron los asesinos y su profesionalidad, que podrían vincularse con un crimen por encargo. Pocos meses después, llegó un anónimo a manos de los investigadores que según dijeron podría esclarecer el hecho que había conmovido a Pergamino. Nunca se supo las conclusiones a los que llegó la pesquisa. Las versiones extraoficiales hablaban sobre datos precisos, presuntos homicidas y monto pagado para realizar la ejecución. La verdad nunca llegó a pesar de consignarse a 15 hombres para buscar datos, indicios y precisiones. Las hipótesis fueron muchas. Los “off the record” hablaban de posibles vinculaciones con el juego clandestino y una guerra entre mafias.
La verdad o la mentira esta bien oculta y los actores fueron los protagonistas de una trama siniestra.