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morritaOTAKU
1. Garantizar que los alimentos sean inocuos
Los gobiernos nacionales son fundamentales para garantizar que los alimentos sean inocuos y nutritivos para todos. Y tienen buenas razones para ello: según el Banco Mundial, los alimentos insalubres cuestan sólo a las economías de ingresos bajos y medianos unos 95 000 millones de USD en pérdidas de productividad cada año. Para ayudar a reducir esta cifra, los responsables de la formulación de políticas pueden promover una agricultura y unos sistemas alimentarios sostenibles, fomentando la colaboración entre los sectores de la sanidad pública, la sanidad animal y la agricultura, entre otros. Los países también pueden hacer cumplir las normas internacionales establecidas por la Comisión del Codex Alimentarius.
2. Producir alimentos de forma inocua
Para garantizar un suministro suficiente de alimentos inocuos a nivel mundial –al tiempo que se minimiza su impacto ambiental y se adaptan al cambio climático–, los productores de alimentos deben adoptar buenas prácticas. A medida que los sistemas de producción alimentaria se transforman y adaptan a condiciones cambiantes, los agricultores deben considerar cuidadosamente las mejores formas de abordar los riesgos potenciales y garantizar que los alimentos sean inocuos. Integrar la salud de plantas y animales, por ejemplo, puede ayudar a frenar la resistencia a los antimicrobianos y reducir el número de personas que mueren cada año en el mundo a causa de esta resistencia.
Para los responsables de las empresas, los controles preventivos pueden solucionar la mayoría de los problemas de inocuidad alimentaria. Todas las personas que participan en las actividades alimentarias –desde el procesado hasta la venta al por menor–, deben garantizar el cumplimiento de programas como el sistema de análisis de peligros y puntos críticos de control (HACCP, por sus siglas en inglés), que identifica, evalúa y controla los riesgos importantes para la inocuidad de los alimentos. Además de reducir la posibilidad de enfermedades, las buenas prácticas de procesado, almacenamiento y conservación pueden también reducir las pérdidas post-cosecha y ayudar a los alimentos a conservar su valor nutritivo, así como apoyar a las empresas a maximizar su participación en un comercio mundial alimentario que alcanza 1,6 billones de USD.
4. Verificar que los alimentos sean inocuos
Los consumidores tienen capacidad para exigir alimentos inocuos y saludables. Dada la complejidad de la inocuidad alimentaria, necesitan por ello tener acceso a información oportuna, clara y fiable sobre los riesgos nutricionales y sanitarios asociados a sus elecciones alimentarias. Invertir en educar a los consumidores sobre la inocuidad de los alimentos tiene el potencial de reducir las enfermedades transmitidas por los alimentos y generar ahorros de hasta diez veces por cada dólar invertido. Los consumidores deben tener la posibilidad de elegir alimentos saludables para sí mismos y apoyar sistemas alimentarios sostenibles para el planeta.
5. Trabajar en equipo por la inocuidad
En última instancia, la seguridad alimentaria es una responsabilidad compartida. Los gobiernos, organismos económicos regionales, organizaciones de las Naciones Unidas, organismos de desarrollo, organizaciones comerciales, grupos de consumidores y productores, instituciones académicas y de investigación y las entidades del sector privado, deben trabajar juntos en las cuestiones que nos afectan. La colaboración es necesaria a nivel mundial, regional y local, de tipo intersectorial dentro de un gobierno y transfronteriza, a la hora de combatir los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos a nivel global.
Los gobiernos nacionales son fundamentales para garantizar que los alimentos sean inocuos y nutritivos para todos. Y tienen buenas razones para ello: según el Banco Mundial, los alimentos insalubres cuestan sólo a las economías de ingresos bajos y medianos unos 95 000 millones de USD en pérdidas de productividad cada año. Para ayudar a reducir esta cifra, los responsables de la formulación de políticas pueden promover una agricultura y unos sistemas alimentarios sostenibles, fomentando la colaboración entre los sectores de la sanidad pública, la sanidad animal y la agricultura, entre otros. Los países también pueden hacer cumplir las normas internacionales establecidas por la Comisión del Codex Alimentarius.
2. Producir alimentos de forma inocua
Para garantizar un suministro suficiente de alimentos inocuos a nivel mundial –al tiempo que se minimiza su impacto ambiental y se adaptan al cambio climático–, los productores de alimentos deben adoptar buenas prácticas. A medida que los sistemas de producción alimentaria se transforman y adaptan a condiciones cambiantes, los agricultores deben considerar cuidadosamente las mejores formas de abordar los riesgos potenciales y garantizar que los alimentos sean inocuos. Integrar la salud de plantas y animales, por ejemplo, puede ayudar a frenar la resistencia a los antimicrobianos y reducir el número de personas que mueren cada año en el mundo a causa de esta resistencia.
Las buenas prácticas para garantizar la inocuidad alimentaria deben llegar a cada etapa de la cadena de valor, desde los productores hasta los comerciantes y los consumidores. Izqda: ©Shutterstock Dcha: ©Shutterstock.
3. Mantener los alimentos inocuos
Para los responsables de las empresas, los controles preventivos pueden solucionar la mayoría de los problemas de inocuidad alimentaria. Todas las personas que participan en las actividades alimentarias –desde el procesado hasta la venta al por menor–, deben garantizar el cumplimiento de programas como el sistema de análisis de peligros y puntos críticos de control (HACCP, por sus siglas en inglés), que identifica, evalúa y controla los riesgos importantes para la inocuidad de los alimentos. Además de reducir la posibilidad de enfermedades, las buenas prácticas de procesado, almacenamiento y conservación pueden también reducir las pérdidas post-cosecha y ayudar a los alimentos a conservar su valor nutritivo, así como apoyar a las empresas a maximizar su participación en un comercio mundial alimentario que alcanza 1,6 billones de USD.
4. Verificar que los alimentos sean inocuos
Los consumidores tienen capacidad para exigir alimentos inocuos y saludables. Dada la complejidad de la inocuidad alimentaria, necesitan por ello tener acceso a información oportuna, clara y fiable sobre los riesgos nutricionales y sanitarios asociados a sus elecciones alimentarias. Invertir en educar a los consumidores sobre la inocuidad de los alimentos tiene el potencial de reducir las enfermedades transmitidas por los alimentos y generar ahorros de hasta diez veces por cada dólar invertido. Los consumidores deben tener la posibilidad de elegir alimentos saludables para sí mismos y apoyar sistemas alimentarios sostenibles para el planeta.
5. Trabajar en equipo por la inocuidad
En última instancia, la seguridad alimentaria es una responsabilidad compartida. Los gobiernos, organismos económicos regionales, organizaciones de las Naciones Unidas, organismos de desarrollo, organizaciones comerciales, grupos de consumidores y productores, instituciones académicas y de investigación y las entidades del sector privado, deben trabajar juntos en las cuestiones que nos afectan. La colaboración es necesaria a nivel mundial, regional y local, de tipo intersectorial dentro de un gobierno y transfronteriza, a la hora de combatir los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos a nivel global.