Marx vio en la Comuna de París, la forma de poder alternativo al de la democracia burguesa. Una forma de poder de democracia directa, participativa permanente que permitía el control y la revocación en todo momento de los mandatarios elegidos desde los diferentes distritos a la Asamblea de París. Un espontaneismo de lucha que no llegó a triunfar aunque si aportó enseñanzas que dieron lugar a que en el prologo de la edición inglesa de 1988 del Manifiesto Comunista Engels dijera refiriéndose al capítulo II del Manifiesto: "Este pasaje tendrá que ser redactado hoy de distinta manera, (...) dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero y, después en mayor grado aun de la Comuna de París, (...) La Comuna ha demostrado, sobre todo, que la "la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está y servirse de ella para sus propios fines." Aquellas formas de lucha que pusieron en jaque al sistema, sin embargo no se plantearon destruir en su totalidad la vieja maquinaria burguesa, intentaron que convivieran ambas formas, la Comuna como elemento organizativo y reivindicativo de los sectores populares, con una maquinaria donde el ejercito como parte importante y finalmente decisiva de la forma de poder de la burguesía que no destruyeron. Por eso Marx en carta a Kugelman le comenta: "...como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venia sucediendo hasta ahora, sino demolerla, y esta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente."
Marx vio en la Comuna de París, la forma de poder alternativo al de la democracia burguesa. Una forma de poder de democracia directa, participativa permanente que permitía el control y la revocación en todo momento de los mandatarios elegidos desde los diferentes distritos a la Asamblea de París. Un espontaneismo de lucha que no llegó a triunfar aunque si aportó enseñanzas que dieron lugar a que en el prologo de la edición inglesa de 1988 del Manifiesto Comunista Engels dijera refiriéndose al capítulo II del Manifiesto: "Este pasaje tendrá que ser redactado hoy de distinta manera, (...) dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero y, después en mayor grado aun de la Comuna de París, (...) La Comuna ha demostrado, sobre todo, que la "la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está y servirse de ella para sus propios fines." Aquellas formas de lucha que pusieron en jaque al sistema, sin embargo no se plantearon destruir en su totalidad la vieja maquinaria burguesa, intentaron que convivieran ambas formas, la Comuna como elemento organizativo y reivindicativo de los sectores populares, con una maquinaria donde el ejercito como parte importante y finalmente decisiva de la forma de poder de la burguesía que no destruyeron. Por eso Marx en carta a Kugelman le comenta: "...como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venia sucediendo hasta ahora, sino demolerla, y esta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente."
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