Necesito un cuento con menos de 50 palabras que trate de lo terror sobre un niño con imperfecciones en la cara
gatoluis El peor desayuno del mundo (Worse breackfast ever). Era una mañana fría de invierno cuando amanecí en ese pequeño cubículo de hospital, una cortina verde roída cubría la mitad de la vista que tenía del resto de la enorme habitación que compartía con otras cinco camas. Recordaba el día anterior claramente, me había internado por la tarde al romper fuente y esperé un rato antes de pasar al quirofano para dar a luz a mi primer hijo. Mamá me había echado de casa meses antes sin preguntarme si quiera si el padre del bebé nos quería o si teníamos a donde ir, que comer. De todas formas yo moría de ganas por que ella estuviera conmigo y fuera compañera de mi embarazo, del crecimiento de su nieto. Pero no fue así. Llegué sola al hospital y dí todos los datos que me parecieron prudentes, los datos de "aquel" por si algo malo pasaba. Para que le llamaran y supiera. Por si le interesara saber que habría sido de nosotros. Si estábamos bien. Quise estirarme para recibir el sol pero no pude, me sentía muy cansada y debilitada, la fuerte luz que inundaba toda la habitación me resultaba incómoda. Me trajeron el desayuno, un pan de caja todo seco envuelto en una servilleta, peras en almíbar que no sabían a nada, algo blancuzco que parecía huevo pero sabía a pescado, dos galletas duras y un atole frío. Finalmente vino una enfermera con un pequeño bulto en brazos.
El peor desayuno del mundo (Worse breackfast ever). Era una mañana fría de invierno cuando amanecí en ese pequeño cubículo de hospital, una cortina verde roída cubría la mitad de la vista que tenía del resto de la enorme habitación que compartía con otras cinco camas. Recordaba el día anterior claramente, me había internado por la tarde al romper fuente y esperé un rato antes de pasar al quirofano para dar a luz a mi primer hijo.
Mamá me había echado de casa meses antes sin preguntarme si quiera si el padre del bebé nos quería o si teníamos a donde ir, que comer.
De todas formas yo moría de ganas por que ella estuviera conmigo y fuera compañera de mi embarazo, del crecimiento de su nieto. Pero no fue así.
Llegué sola al hospital y dí todos los datos que me parecieron prudentes, los datos de "aquel" por si algo malo pasaba. Para que le llamaran y supiera. Por si le interesara saber que habría sido de nosotros. Si estábamos bien.
Quise estirarme para recibir el sol pero no pude, me sentía muy cansada y debilitada, la fuerte luz que inundaba toda la habitación me resultaba incómoda. Me trajeron el desayuno, un pan de caja todo seco envuelto en una servilleta, peras en almíbar que no sabían a nada, algo blancuzco que parecía huevo pero sabía a pescado, dos galletas duras y un atole frío.
Finalmente vino una enfermera con un pequeño bulto en brazos.