Compuestos salinos:
Los cationes son iones dotados de carga positiva
producida por la pérdida de electrones, o partículas
elementales de signo eléctrico negativo, por parte de la
molécula; un exceso de electrones origina átomos y
moléculas cargados negativamente llamados aniones.
La noción de sal, no obstante, se halla sometida a
ciertas controversias que establecen clasificaciones
diferentes en virtud de los criterios químicos adoptados
por las teorías de iones aplicadas. La idea intuitiva de
sal responde en general a la lejana definición dada por
los científicos alquimistas de la edad media, para
quienes el principio salino, engendrador de las
transmutaciones químicas del cosmos junto al azufre
combustible y el mercurio volátil y metálico, simbolizaba
la solubilidad y el carácter sólido de los objetos.
En cierto modo, los estudios históricos sobre sales se
adaptaron a las investigaciones de la solubilidad de las
sustancias, como una prolongación de las
consideraciones aventuradas por los alquimistas
medievales. La primera teoría denotativa del concepto
de sal realizada con rigor y pruebas experimentales,
llevada a cabo por el sueco Svante Arrhenius a finales
del siglo XIX, se enmarcaba dentro de una postulación
general de los efectos químicos de los iones disueltos.
La doctrina de Arrhenius defiende la existencia de tres
tipos de electrólitos o sustancias en disolución: ácidos,
generadores de cationes prótidos o átomos de
hidrógeno cargados positivamente; bases, de cuya
disolución resultan los aniones hidroxilo, componentes
iónicos básicos junto a los prótidos de la molécula de
agua; y sales o sustancias que en disolución producen
cationes y aniones de varias clases, pero siempre
distintos de los hidroxilos y los prótidos.
Un posterior perfeccionamiento de la teoría de Arrhenius
admitía tres tipos de sales: básicas, ácidas y neutras,
donde las dos primeras engendraban además de sus
iones característicos cantidades variables de hidroxilo y
prótido, respectivamente.
Las posteriores formulaciones de la concepción de la
dualidad ácido-base, entre las que destacaron las de
Johannes Brönsted y Gilbert Lewis, aunque
descendieron en sus explicaciones a los niveles de
átomos y electrones, respectivamente mantuvieron en lo
esencial la noción de sal.
Así, el resultado de la combinación de un ácido y una
base químicamente activos en el interior de un disolvente
produce un primer proceso de descomposición en iones
de dichas sustancias y una fase ulterior de ruptura del
estado de disolución y reagrupamiento de los iones para
constituir sales. Esta reacción, interpretada de modo
diferente por las distintas teorías, se denomina de
neutralización y se expresa como:
Ácido + Base Sal + Disolvente
Esta transformación es parcial y frecuentemente se
efectúa en equilibrio dinámico dentro de la disolución,
esto es, en los dos sentidos simultáneamente. Si la sal
no es soluble en el disolvente, precipita en forma sólida
y, al romper el equilibrio, decanta la reacción en sentido
directo.
Las sales se designan químicamente con los sufijos -ito
y -ato, si proceden de ácidos oxigenados, y -uro, en
caso contrario.
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Compuestos salinos:
Los cationes son iones dotados de carga positiva
producida por la pérdida de electrones, o partículas
elementales de signo eléctrico negativo, por parte de la
molécula; un exceso de electrones origina átomos y
moléculas cargados negativamente llamados aniones.
La noción de sal, no obstante, se halla sometida a
ciertas controversias que establecen clasificaciones
diferentes en virtud de los criterios químicos adoptados
por las teorías de iones aplicadas. La idea intuitiva de
sal responde en general a la lejana definición dada por
los científicos alquimistas de la edad media, para
quienes el principio salino, engendrador de las
transmutaciones químicas del cosmos junto al azufre
combustible y el mercurio volátil y metálico, simbolizaba
la solubilidad y el carácter sólido de los objetos.
En cierto modo, los estudios históricos sobre sales se
adaptaron a las investigaciones de la solubilidad de las
sustancias, como una prolongación de las
consideraciones aventuradas por los alquimistas
medievales. La primera teoría denotativa del concepto
de sal realizada con rigor y pruebas experimentales,
llevada a cabo por el sueco Svante Arrhenius a finales
del siglo XIX, se enmarcaba dentro de una postulación
general de los efectos químicos de los iones disueltos.
La doctrina de Arrhenius defiende la existencia de tres
tipos de electrólitos o sustancias en disolución: ácidos,
generadores de cationes prótidos o átomos de
hidrógeno cargados positivamente; bases, de cuya
disolución resultan los aniones hidroxilo, componentes
iónicos básicos junto a los prótidos de la molécula de
agua; y sales o sustancias que en disolución producen
cationes y aniones de varias clases, pero siempre
distintos de los hidroxilos y los prótidos.
Un posterior perfeccionamiento de la teoría de Arrhenius
admitía tres tipos de sales: básicas, ácidas y neutras,
donde las dos primeras engendraban además de sus
iones característicos cantidades variables de hidroxilo y
prótido, respectivamente.
Las posteriores formulaciones de la concepción de la
dualidad ácido-base, entre las que destacaron las de
Johannes Brönsted y Gilbert Lewis, aunque
descendieron en sus explicaciones a los niveles de
átomos y electrones, respectivamente mantuvieron en lo
esencial la noción de sal.
Así, el resultado de la combinación de un ácido y una
base químicamente activos en el interior de un disolvente
produce un primer proceso de descomposición en iones
de dichas sustancias y una fase ulterior de ruptura del
estado de disolución y reagrupamiento de los iones para
constituir sales. Esta reacción, interpretada de modo
diferente por las distintas teorías, se denomina de
neutralización y se expresa como:
Ácido + Base Sal + Disolvente
Esta transformación es parcial y frecuentemente se
efectúa en equilibrio dinámico dentro de la disolución,
esto es, en los dos sentidos simultáneamente. Si la sal
no es soluble en el disolvente, precipita en forma sólida
y, al romper el equilibrio, decanta la reacción en sentido
directo.
Las sales se designan químicamente con los sufijos -ito
y -ato, si proceden de ácidos oxigenados, y -uro, en
caso contrario.