La hermosa laguna de Razuhuillca, ubicada en Huanta, es escenario de esta popular leyenda ayacuchana. Cuenta la historia que en este lugar habitaba un corpulento y violento toro negro que en ocasiones salía de las profundidades causando destrucción e inundaciones en todo el pueblo huantino. Cansados de esta situación, los pobladores diseñaron un plan para detener al animal.
Fue así que una anciana, sabiendo de su delicado estado de salud, decidió sacrificarse para poder contener a la salvaje especie. Cuenta la leyenda que, luego de un ritual, la mujer se lanzó junto con una enorme jaula de gruesos barrotes de fierro encantados al fondo del lago. Allí, encontró al animal dormido, y como pudo, lo ingresó dentro de la jaula. Esto trajo la paz y tranquilidad de los habitantes de Huanta que sabían que su peor enemigo estaba encerrado en las profundidades del lago.
Sin embargo, un día, el toro logró desprenderse de su prisión, lo que ocasionó la inundación de la localidad. Ante esto, los pobladores no tuvieron más opción que volver a amarrar al toro y resguardarlo para que no vuelva a escapar. Desde aquel momento, el pueblo vive en constante vigilia ante el peligro de que el toro encantado pueda inundar nuevamente la ciudad de Huanta.
Respuesta:
El toro encantado
La hermosa laguna de Razuhuillca, ubicada en Huanta, es escenario de esta popular leyenda ayacuchana. Cuenta la historia que en este lugar habitaba un corpulento y violento toro negro que en ocasiones salía de las profundidades causando destrucción e inundaciones en todo el pueblo huantino. Cansados de esta situación, los pobladores diseñaron un plan para detener al animal.
Fue así que una anciana, sabiendo de su delicado estado de salud, decidió sacrificarse para poder contener a la salvaje especie. Cuenta la leyenda que, luego de un ritual, la mujer se lanzó junto con una enorme jaula de gruesos barrotes de fierro encantados al fondo del lago. Allí, encontró al animal dormido, y como pudo, lo ingresó dentro de la jaula. Esto trajo la paz y tranquilidad de los habitantes de Huanta que sabían que su peor enemigo estaba encerrado en las profundidades del lago.
Sin embargo, un día, el toro logró desprenderse de su prisión, lo que ocasionó la inundación de la localidad. Ante esto, los pobladores no tuvieron más opción que volver a amarrar al toro y resguardarlo para que no vuelva a escapar. Desde aquel momento, el pueblo vive en constante vigilia ante el peligro de que el toro encantado pueda inundar nuevamente la ciudad de Huanta.