Ecuador tiene aproximadamente 1100 tenistas activos entre los 12 y 18 años. Pero de ellos solo tres aparecen como los futuros reemplazantes de Nicolás Lapentti. Emilio Gómez, Roberto Quiroz y Diego Hidalgo son los de mayor proyección para iniciar el cambio generacional en el país. Ese relevo es necesario, según el capitán del equipo de Copa Davis, Raúl Viver. Más aún después de que Nicolás Lapentti anunció que analizará su retiro tras la serie de Copa Davis frente a Brasil. Lo dijo la semana pasada tras su eliminación en la segunda ronda del US Open. La terminación de su carrera dependerá de si Ecuador ingresa al Grupo Mundial. Con la intención de generar ese cambio, Emilio Gómez fue invitado como quinta raqueta del equipo que jugará este fin de semana con Brasil, en Porto Alegre. La Federación Ecuatoriana de Tenis (FET) y Raúl Viver decidieron integrarlo al grupo después del campeonato que alcanzó en la Copa Milo Futuro que se jugó en agosto, en Guayaquil. Roberto Quiroz ocupa el puesto 110 del ranking mundial juvenil. Uno de sus mayores logros fue el título en dobles del Orange Bowl que logró junto a Diego Acosta en 2008, en Estados Unidos. A mitad de año cumplió una gira por Alemania y Holanda. Nicolás Lapentti apadrina la carrera de Diego Hidalgo desde noviembre de 2007. En individuales ha ganado torneos de la Confederación Sudamericana de Tenis en Venezuela, Chile, Uruguay y Paraguay. En dobles fue campeón en Colombia y Argentina. Curiosamente, ninguno de los tres recibe apoyo económico de la FET y tampoco cuenta con auspiciantes. Son sus padres quienes costean sus viajes y participaciones en torneos internacionales. “No existe en el país una cultura tenística. No hay personas o grupos que quieran invertir en jugadores”, explica Andrés Gómez, director de las escuelas formativas del Guayaquil Tenis Club y padre del jugador Emilio Gómez. Lo único que reciben de este organismo, según Manuel Carrera del Río, presidente de esta Federación, es la inscripción en los torneos que ellos deseen, chequeos y controles médicos en el Centro del Alto Rendimiento del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE). “Además hacemos gestiones para que, con dinero del COE, obtengan becas de diferentes valores”. La FET cuenta con un presupuesto anual de USD 350 000. De este monto, USD 200 000 se invierten en la organización de torneos en canchas ecuatorianas. Al año, hay 60 campeonatos nacionales y 11 internacionales. No obstante, según Carrera del Río, el organismo que él preside privilegia la inversión en cursos para técnicos y jueces de tenis. Pese a que estos jugadores se destacan en los ámbitos local e internacional, según Carrera del Río el tenis ecuatoriano se aproxima a una etapa de crisis de tenistas que podría durar seis años. Ese criterio lo comparte Mario Canessa, ex presidente de la Ecuatoriana de Tenis. Sostiene que existirá un vacío considerable debido a que no hay jugadores que se proyecten como tenistas de élite. “Después de los Lapentti, si vemos para atrás no hay nada”. Según él, esa sería una “laguna histórica” debido que desde 1960, cuando aparecieron los históricos Miguel Olvera, Francisco Guzmán y Eduardo Zuleta, siempre hubo una respuesta generacional. Cuando ellos empezaron a declinar su juego apareció Ricardo Icaza y después Andrés Gómez y Raúl Viver. Tras los retiros de Icaza, Gómez y Viver, integrantes del considerado mejor equipo Copa Davis de Ecuador de la historia, surgieron las figuras de Luis Adrián Morejón y Pablo Campana. Después llegó la generación liderada por los hermanos Nicolás y Giovanni Lapentti, y secundada por Carlos Avellán y Julio Campozano. Andrés Gómez, ganador del Roland Garros en 1990 y ex integrante del ‘top five’ del escalafón mundial, sostiene que ningún recambio generacional es sencillo. “Menos en una país donde el apoyo a este deporte es nulo y hay una escasez de torneos que impiden ganar experiencia”. Carrera del Río advierte que Ecuador debe prepararse porque habrá una crisis en el tenis marcada por la falta de jugadores que se destaquen internacionalmente, tal como lo hizo Nicolás Lapentti, quien llegó a ser el número seis del mundo en 1999, aunque nunca ganó un Grand Slam.
Ecuador tiene aproximadamente 1100 tenistas activos entre los 12 y 18 años. Pero de ellos solo tres aparecen como los futuros reemplazantes de Nicolás Lapentti. Emilio Gómez, Roberto Quiroz y Diego Hidalgo son los de mayor proyección para iniciar el cambio generacional en el país. Ese relevo es necesario, según el capitán del equipo de Copa Davis, Raúl Viver. Más aún después de que Nicolás Lapentti anunció que analizará su retiro tras la serie de Copa Davis frente a Brasil. Lo dijo la semana pasada tras su eliminación en la segunda ronda del US Open. La terminación de su carrera dependerá de si Ecuador ingresa al Grupo Mundial. Con la intención de generar ese cambio, Emilio Gómez fue invitado como quinta raqueta del equipo que jugará este fin de semana con Brasil, en Porto Alegre. La Federación Ecuatoriana de Tenis (FET) y Raúl Viver decidieron integrarlo al grupo después del campeonato que alcanzó en la Copa Milo Futuro que se jugó en agosto, en Guayaquil. Roberto Quiroz ocupa el puesto 110 del ranking mundial juvenil. Uno de sus mayores logros fue el título en dobles del Orange Bowl que logró junto a Diego Acosta en 2008, en Estados Unidos. A mitad de año cumplió una gira por Alemania y Holanda. Nicolás Lapentti apadrina la carrera de Diego Hidalgo desde noviembre de 2007. En individuales ha ganado torneos de la Confederación Sudamericana de Tenis en Venezuela, Chile, Uruguay y Paraguay. En dobles fue campeón en Colombia y Argentina. Curiosamente, ninguno de los tres recibe apoyo económico de la FET y tampoco cuenta con auspiciantes. Son sus padres quienes costean sus viajes y participaciones en torneos internacionales. “No existe en el país una cultura tenística. No hay personas o grupos que quieran invertir en jugadores”, explica Andrés Gómez, director de las escuelas formativas del Guayaquil Tenis Club y padre del jugador Emilio Gómez. Lo único que reciben de este organismo, según Manuel Carrera del Río, presidente de esta Federación, es la inscripción en los torneos que ellos deseen, chequeos y controles médicos en el Centro del Alto Rendimiento del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE). “Además hacemos gestiones para que, con dinero del COE, obtengan becas de diferentes valores”. La FET cuenta con un presupuesto anual de USD 350 000. De este monto, USD 200 000 se invierten en la organización de torneos en canchas ecuatorianas. Al año, hay 60 campeonatos nacionales y 11 internacionales. No obstante, según Carrera del Río, el organismo que él preside privilegia la inversión en cursos para técnicos y jueces de tenis. Pese a que estos jugadores se destacan en los ámbitos local e internacional, según Carrera del Río el tenis ecuatoriano se aproxima a una etapa de crisis de tenistas que podría durar seis años. Ese criterio lo comparte Mario Canessa, ex presidente de la Ecuatoriana de Tenis. Sostiene que existirá un vacío considerable debido a que no hay jugadores que se proyecten como tenistas de élite. “Después de los Lapentti, si vemos para atrás no hay nada”. Según él, esa sería una “laguna histórica” debido que desde 1960, cuando aparecieron los históricos Miguel Olvera, Francisco Guzmán y Eduardo Zuleta, siempre hubo una respuesta generacional. Cuando ellos empezaron a declinar su juego apareció Ricardo Icaza y después Andrés Gómez y Raúl Viver. Tras los retiros de Icaza, Gómez y Viver, integrantes del considerado mejor equipo Copa Davis de Ecuador de la historia, surgieron las figuras de Luis Adrián Morejón y Pablo Campana. Después llegó la generación liderada por los hermanos Nicolás y Giovanni Lapentti, y secundada por Carlos Avellán y Julio Campozano. Andrés Gómez, ganador del Roland Garros en 1990 y ex integrante del ‘top five’ del escalafón mundial, sostiene que ningún recambio generacional es sencillo. “Menos en una país donde el apoyo a este deporte es nulo y hay una escasez de torneos que impiden ganar experiencia”. Carrera del Río advierte que Ecuador debe prepararse porque habrá una crisis en el tenis marcada por la falta de jugadores que se destaquen internacionalmente, tal como lo hizo Nicolás Lapentti, quien llegó a ser el número seis del mundo en 1999, aunque nunca ganó un Grand Slam.