La práctica de la complementariedad es importante para la convivencia armónica entre hombres
y mujeres en la sociedad. Entonces vamos a dialogar sobre nuestras vivencias en la familia, la
escuela y la comunidad en relación a la participación que tienen en las diferentes actividades.
Comenzaremos con algo de historia.
Los invasores europeos nos impusieron la práctica de sus valores y costumbres acerca de las
relaciones entre mujeres y hombres, como la idea de que los hombres estaban llamados a dirigir
los destinos de la familia y de la sociedad en general. El papel de la mujer fue de sumisión al
hombre, por un sistema de valores (justicia, iglesia y Estado) que los favorecían ya sean esposos,
padres o hermanos.
En la cultura occidental la participación de los hombres fue plena en los ámbitos político, social
y económico de la sociedad a la que pertenecían. En cambio, la participación de las mujeres se
reducía a la organización de su hogar sin tener derechos.
Ésta fue una tendencia generalizada, particularmente, a partir de los sistemas de vida patriarcal
de estas culturas.
La complementariedad de la cosmovisión andina
forma parte de los valores del Estado boliviano.
Así lo podemos ver en la Constitución Política del
Estado, en el capítulo segundo: Principios, Valores
y Fines del Estado, artículo 8, parágrafo II dice:
“El Estado se sustenta en los valores de unidad,
igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, complementariedad,
armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la
participación, bienestar común, responsabilidad,
justicia social, distribución y redistribución de los
productos y bienes sociales, para vivir bien.” La práctica de la complementariedad es importante para la convivencia armónica entre hombres
productos y bienes sociales, para vivir bien.”
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
© Copyright 2013 - 2024 KUDO.TIPS - All rights reserved.
La práctica de la complementariedad es importante para la convivencia armónica entre hombres
y mujeres en la sociedad. Entonces vamos a dialogar sobre nuestras vivencias en la familia, la
escuela y la comunidad en relación a la participación que tienen en las diferentes actividades.
Comenzaremos con algo de historia.
Los invasores europeos nos impusieron la práctica de sus valores y costumbres acerca de las
relaciones entre mujeres y hombres, como la idea de que los hombres estaban llamados a dirigir
los destinos de la familia y de la sociedad en general. El papel de la mujer fue de sumisión al
hombre, por un sistema de valores (justicia, iglesia y Estado) que los favorecían ya sean esposos,
padres o hermanos.
En la cultura occidental la participación de los hombres fue plena en los ámbitos político, social
y económico de la sociedad a la que pertenecían. En cambio, la participación de las mujeres se
reducía a la organización de su hogar sin tener derechos.
Ésta fue una tendencia generalizada, particularmente, a partir de los sistemas de vida patriarcal
de estas culturas.
La complementariedad de la cosmovisión andina
forma parte de los valores del Estado boliviano.
Así lo podemos ver en la Constitución Política del
Estado, en el capítulo segundo: Principios, Valores
y Fines del Estado, artículo 8, parágrafo II dice:
“El Estado se sustenta en los valores de unidad,
igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, complementariedad,
armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la
participación, bienestar común, responsabilidad,
justicia social, distribución y redistribución de los
productos y bienes sociales, para vivir bien.” La práctica de la complementariedad es importante para la convivencia armónica entre hombres
y mujeres en la sociedad. Entonces vamos a dialogar sobre nuestras vivencias en la familia, la
escuela y la comunidad en relación a la participación que tienen en las diferentes actividades.
Comenzaremos con algo de historia.
Los invasores europeos nos impusieron la práctica de sus valores y costumbres acerca de las
relaciones entre mujeres y hombres, como la idea de que los hombres estaban llamados a dirigir
los destinos de la familia y de la sociedad en general. El papel de la mujer fue de sumisión al
hombre, por un sistema de valores (justicia, iglesia y Estado) que los favorecían ya sean esposos,
padres o hermanos.
En la cultura occidental la participación de los hombres fue plena en los ámbitos político, social
y económico de la sociedad a la que pertenecían. En cambio, la participación de las mujeres se
reducía a la organización de su hogar sin tener derechos.
Ésta fue una tendencia generalizada, particularmente, a partir de los sistemas de vida patriarcal
de estas culturas.
La complementariedad de la cosmovisión andina
forma parte de los valores del Estado boliviano.
Así lo podemos ver en la Constitución Política del
Estado, en el capítulo segundo: Principios, Valores
y Fines del Estado, artículo 8, parágrafo II dice:
“El Estado se sustenta en los valores de unidad,
igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, complementariedad,
armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la
participación, bienestar común, responsabilidad,
justicia social, distribución y redistribución de los
productos y bienes sociales, para vivir bien.”