Mayor autonomía de cada unidad o centro de tesorería, lo cual incrementa, generalmente, la motivación de las personas. Aspectos negativos: Coexistencia de posiciones bancarias dispersas (aparecen posiciones acreedoras y deudoras en diferentes cuentas de la misma empresa o de diferentes empresas de un mismo grupo). Escasa flexibilidad operativa (al existir diferentes y variados procedimientos, distintos instrumentos y fechas de pago y de cobro, dispersión de condiciones bancarias, etc.) que requiere, además, mucho tiempo y coordinación. Reducido poder negociador ante las entidades financieras (el negocio de reparte entre demasiadas cuentas bancarias, por lo que el rendimiento que se obtiene de la negociación es escaso; además, una misma entidad financiera puede aplicar condiciones distintas a distintas cuentas de una misma empresa o grupo). Excesivo (e innecesario) número de entidades financieras y, consecuentemente, excesivo esfuerzo de control, de negociación y de gestión de la operativa (duplicidades). Dificultad para obtener una visión global de la tesorería (lo que hace ineficaz la gestión y la hace incurrir en costosos contrafases o descubiertos, sin necesidad alguna). Escasa (o nula) conciencia de pertenencia a grupo, por lo que rara vez llegan bien las directrices o líneas generales de actuación como grupo a todas las empresas, dificultándose su cumplimiento por parte de las empresas del grupo.
Mayor autonomía de cada unidad o centro de tesorería, lo cual incrementa, generalmente, la motivación de las personas.
Aspectos negativos:
Coexistencia de posiciones bancarias dispersas (aparecen posiciones acreedoras y deudoras en diferentes cuentas de la misma empresa o de diferentes empresas de un mismo grupo).
Escasa flexibilidad operativa (al existir diferentes y variados procedimientos, distintos instrumentos y fechas de pago y de cobro, dispersión de condiciones bancarias, etc.) que requiere, además, mucho tiempo y coordinación.
Reducido poder negociador ante las entidades financieras (el negocio de reparte entre demasiadas cuentas bancarias, por lo que el rendimiento que se obtiene de la negociación es escaso; además, una misma entidad financiera puede aplicar condiciones distintas a distintas cuentas de una misma empresa o grupo).
Excesivo (e innecesario) número de entidades financieras y, consecuentemente, excesivo esfuerzo de control, de negociación y de gestión de la operativa (duplicidades).
Dificultad para obtener una visión global de la tesorería (lo que hace ineficaz la gestión y la hace incurrir en costosos contrafases o descubiertos, sin necesidad alguna).
Escasa (o nula) conciencia de pertenencia a grupo, por lo que rara vez llegan bien las directrices o líneas generales de actuación como grupo a todas las empresas, dificultándose su cumplimiento por parte de las empresas del grupo.