JonatanLicera
La Campaña de la Breña o Campaña de la Sierra es fase de la Guerra del Pacífico que comprende desde la ocupación de Lima en enero de 1881, hasta la retirada de las tropas chilenas de ocupación al sur del río Sama en junio de 1884. Tras la caída de Lima ninguna de las fuerzas políticas peruanas aceptó la cesión de Tarapacá como condición para el retiro del ejército expedicionario chileno, por el contrario comenzaron a reorganizarse remanentes del ejército peruano en las regiones no ocupadas. Alrededor de los núcleos de regulares se agruparon numerosos campesinos e indígenas mal armados y sin instrucción militar, pero que defendían su territorio y su sustento contra los tributos que les exigía el gobierno de ocupación. El caudillo Andrés Avelino Cáceres era su principal organizador y jefe militar.
El gobierno de ocupación envió varias expediciones desde Lima hacia la sierra peruana para combatir contra los remanentes del ejército de Lima y las guerrillas. Los rebeldes y los expedicionarios exigían y requisaban de la población civil contribuciones de guerra, que la empobrecían cada vez más.
Finalmente, los desastres de campaña generaron un tercer bando, de civiles y militares peruanos que querían poner fin, aún al precio de la cesión territorial, a una guerra que devastaba el país y que amenazaba convertirse en una guerra de civil de raíz social y racial. El primero en exigirlo, en 1882, fue Miguel Iglesias, quien fue proclamado presidente del Perú y posteriormente reconocido por Chile.
Aunque la resistencia no tenía una perspectiva militar, Chile dominaba las costas peruanas con su armada y su ejército, profesionales, con experiencia y bien armados, solo lentamente y bajo enormes tensiones, fue aceptada la cesión del sur del Perú.
La derrota de las tropas caceristas en Huamachuco el 10 de julio de 1883 fue un golpe sicológico que devastó a los seguidores de Cáceres y afianzó el gobierno de Iglesias, pero la última campaña militar fue la de Arequipa, al sur de la sierra central, que condujo al desbande del ejército de 4000 soldados que la defendía, la fuga de su líder Lizardo Montero a Bolivia y la ocupación de dicha ciudad. Cáceres ante estos hechos y ya sin tener los medios suficientes para resistir reconoce el Tratado de Ancón.
La campaña contiene en sí el comienzo de la Guerra civil peruana de 1884-1885 que enfrentó a Iglesias contra Cáceres.
El gobierno de ocupación envió varias expediciones desde Lima hacia la sierra peruana para combatir contra los remanentes del ejército de Lima y las guerrillas. Los rebeldes y los expedicionarios exigían y requisaban de la población civil contribuciones de guerra, que la empobrecían cada vez más.
Finalmente, los desastres de campaña generaron un tercer bando, de civiles y militares peruanos que querían poner fin, aún al precio de la cesión territorial, a una guerra que devastaba el país y que amenazaba convertirse en una guerra de civil de raíz social y racial. El primero en exigirlo, en 1882, fue Miguel Iglesias, quien fue proclamado presidente del Perú y posteriormente reconocido por Chile.
Aunque la resistencia no tenía una perspectiva militar, Chile dominaba las costas peruanas con su armada y su ejército, profesionales, con experiencia y bien armados, solo lentamente y bajo enormes tensiones, fue aceptada la cesión del sur del Perú.
La derrota de las tropas caceristas en Huamachuco el 10 de julio de 1883 fue un golpe sicológico que devastó a los seguidores de Cáceres y afianzó el gobierno de Iglesias, pero la última campaña militar fue la de Arequipa, al sur de la sierra central, que condujo al desbande del ejército de 4000 soldados que la defendía, la fuga de su líder Lizardo Montero a Bolivia y la ocupación de dicha ciudad. Cáceres ante estos hechos y ya sin tener los medios suficientes para resistir reconoce el Tratado de Ancón.
La campaña contiene en sí el comienzo de la Guerra civil peruana de 1884-1885 que enfrentó a Iglesias contra Cáceres.