Es mirar tus ojos bellos y el deseo de escribirte se dispara, es aplaudirte en mis palabras cuando ellos me miran con los destellos que desprenden y sin prisa me comprenden con tu risa alzada, cuan presta al vuelo; y es que lograste en mi cielo ser alma, luz y sonrisa
Conocerte ha sido el hecho que más feliz me ha dejado; por tenerte siempre al lado siento calor en mi pecho; Y por vivir bajo el techo que me abriste bajo llave siento volar como un ave que es libre alzando las alas mientras va dejando galas con el canto vivo y suave
Tu amistad es el tesoro que siempre soñé tener; tú la niña en mi querer a la que admiro y asesoro cuando veo vivo el lloro en tu rostro sonriente, cuando el corazón te siente alegre, viva o apenada ¡Sin tu amistad no soy nada y nada soy entre la gente!
Te mereces que los sueños, que en vida puedas soñar, sean duros de lograr, sean grandes o pequeños, sean reales o ensueños, se te hagan realidad porque niña, de verdad, eres la mujer primera que alegró mi primavera y me ofreció su amistad
Me encanta cuando te ríes, cuando te noto feliz, cuando al hacer un desliz lo olvidas y lo sonríes; cuando son los frenesíes los que nos abren los ojos aquéllos que con enojos evidencian quien te quiere En tanto el sollozo muere y deja mis ojos rojos
Nacimiento de Cristo
De la más fragante rosa
Nació la abeja más bella,
A quien el limpio rocío
Dio purísima materia.
Nace, pues, y apenas nace,
Cuando en la misma moneda,
Lo que en perlas recibió
Empieza a pagar en perlas.
Que llora el alba, no es mucho
Que es costumbre en su belleza;
Mas ¿quién hay que no se admire
De que el sol lágrimas vierta?
Si es por secundar la rosa,
Es ociosa diligencia,
Pues no es menester rocío
Después de nacer la abeja.
Y más cuando en la clausura
De su virginal pureza
Ni antecedente haber pudo,
Ni puede haber quien suceda,
¿Pues a que fin es el llanto,
que dulcemente riega?
Quien no puede dar más fruto
¿qué importa que estéril sea?
Mas ay, que la abeja tiene
Tan íntima dependencia
Siempre con la rosa, que
Depende su vida de ella;
Pues dándole néctar puro,
Que sus fragancias engendran,
No sólo antes le concibe
Pero después le alimenta.
Hijo y madre, en tan divinas
Peregrinas competencias,
Ninguno queda deudor,
Y ambos obligados quedan.
La abeja paga el rocío
De que la rosa la engendra,
Y ella vuelve a retornarle con
Lo mismo que la engendra.
Ayudando el uno al otro
Con mutua correspondencia,
La abeja a la flor fecunda,
Y ella a la abeja sustenta.
Pues si por eso es el llanto,
Llore Jesús, norabuena,
Que lo que expende en rocío
Cobrará después en néctar.
Es mirar tus ojos bellos
y el deseo de escribirte
se dispara, es aplaudirte
en mis palabras cuando ellos
me miran con los destellos
que desprenden y sin prisa
me comprenden con tu risa
alzada, cuan presta al vuelo;
y es que lograste en mi cielo
ser alma, luz y sonrisa
Conocerte ha sido el hecho
que más feliz me ha dejado;
por tenerte siempre al lado
siento calor en mi pecho;
Y por vivir bajo el techo
que me abriste bajo llave
siento volar como un ave
que es libre alzando las alas
mientras va dejando galas
con el canto vivo y suave
Tu amistad es el tesoro
que siempre soñé tener;
tú la niña en mi querer
a la que admiro y asesoro
cuando veo vivo el lloro
en tu rostro sonriente,
cuando el corazón te siente
alegre, viva o apenada
¡Sin tu amistad no soy nada
y nada soy entre la gente!
Te mereces que los sueños,
que en vida puedas soñar,
sean duros de lograr,
sean grandes o pequeños,
sean reales o ensueños,
se te hagan realidad
porque niña, de verdad,
eres la mujer primera
que alegró mi primavera
y me ofreció su amistad
Me encanta cuando te ríes,
cuando te noto feliz,
cuando al hacer un desliz
lo olvidas y lo sonríes;
cuando son los frenesíes
los que nos abren los ojos
aquéllos que con enojos
evidencian quien te quiere
En tanto el sollozo muere
y deja mis ojos rojos