Respuesta:.El relato «La excavación» de Augusto Roa Bastos es síntesis de una multiplicidad de fuentes e influencias. Aparecen en él dos túneles, uno cavado durante la guerra del Chaco, en el sector Gondra, desde la trinchera paraguaya hasta un poco más allá de la trinchera boliviana; otro, desde la cárcel de Asunción hacia el barranco del río Paraguay. El primero de estos túneles tuvo realidad histórica. Su excavación, empezada el 28 de abril de 1933 y terminada el 9 del siguiente mes constituye una hazaña memorable de la guerra del Chaco. Así lo demuestra Alejo H. Guanes en un minucioso artículo publicado en La Tribuna de Asunción el 28 de abril de 1970, o sea al cumplirse treinta y siete años desde el comienzo de los trabajos de zapa en Gondra. Roa Bastos se inspiró en este episodio bélico que debió de haber oído contar a veteranos desterrados, como él, en la Argentina.
Al empezar el cuento Perucho Rodi, que ha estudiado ingeniería y que, además, tiene experiencia anterior en excavaciones subterráneas, cava un túnel que ha de comunicar la Celda 4 con el barranco del río Paraguay. Cava este túnel con el mismo plato de borde afilado con que uno de sus camaradas, poco tiempo atrás, se quitó la vida.
Como se ve, Roa ha elegido una situación extremadamente dramática, con un cúmulo de detalles truculentos: prisión atroz, enfermedades, torturas, suicidios.
Faltan cinco metros de zapa para terminar el túnel. Esto significa veinticinco días de semiasfixia para llegar al barranco del río. Hay, pues, posibilidad de fuga. Durante cuatro meses Rodi y sus compañeros han cavado con método y cautela. Ahora, no obstante, al iniciarse el relato, se produce un desprendimiento de tierra. Poco después, un segundo desprendimiento. Esta vez el excavador queda enterrado desde la cintura hasta los pies. Perucho Rodi está perdido. No hay manera de volver a la celda; la distancia hasta el barranco es todavía muy larga. Pero esto deja de ser claro en la mente de Rodi porque, precisamente cuando comienza la asfixia, el ex combatiente del Chaco comienza a recordar:
Durante la guerra del Chaco, en el frente de Gondra, paraguayos y bolivianos, en trincheras paralelas, combatían a cincuenta metros de distancia. Había que poner fin a este tipo de lucha. Entonces Rodi, con catorce voluntarios, cavó un túnel que de la trinchera paraguaya salió a la retaguardia del enemigo. Cavó un túnel de ochenta metros en dieciocho días. En la noche, en el silencio, en el sueño, la sorpresa fue total. Ametralladoras y granadas liquidaron al enemigo.
La recordación de Rodi pronto se convierte en alucinación. O, mejor, es a la vez, lúcida y delirante. Rodi sale del túnel de Gondra. Sale, sigiloso, con la automática lista. Ve a los enemigos dormidos. Ve a uno que se retuerce en una pesadilla. Y la matanza comienza. Cuando la ametralladora se le recalienta y atasca, la abandona. Ahora tira —49→ —50→ granadas de mano. Frenéticamente, hasta «que los dos brazos se le duermen en los costados».
Respuesta:.El relato «La excavación» de Augusto Roa Bastos es síntesis de una multiplicidad de fuentes e influencias. Aparecen en él dos túneles, uno cavado durante la guerra del Chaco, en el sector Gondra, desde la trinchera paraguaya hasta un poco más allá de la trinchera boliviana; otro, desde la cárcel de Asunción hacia el barranco del río Paraguay. El primero de estos túneles tuvo realidad histórica. Su excavación, empezada el 28 de abril de 1933 y terminada el 9 del siguiente mes constituye una hazaña memorable de la guerra del Chaco. Así lo demuestra Alejo H. Guanes en un minucioso artículo publicado en La Tribuna de Asunción el 28 de abril de 1970, o sea al cumplirse treinta y siete años desde el comienzo de los trabajos de zapa en Gondra. Roa Bastos se inspiró en este episodio bélico que debió de haber oído contar a veteranos desterrados, como él, en la Argentina.
Al empezar el cuento Perucho Rodi, que ha estudiado ingeniería y que, además, tiene experiencia anterior en excavaciones subterráneas, cava un túnel que ha de comunicar la Celda 4 con el barranco del río Paraguay. Cava este túnel con el mismo plato de borde afilado con que uno de sus camaradas, poco tiempo atrás, se quitó la vida.
Como se ve, Roa ha elegido una situación extremadamente dramática, con un cúmulo de detalles truculentos: prisión atroz, enfermedades, torturas, suicidios.
Faltan cinco metros de zapa para terminar el túnel. Esto significa veinticinco días de semiasfixia para llegar al barranco del río. Hay, pues, posibilidad de fuga. Durante cuatro meses Rodi y sus compañeros han cavado con método y cautela. Ahora, no obstante, al iniciarse el relato, se produce un desprendimiento de tierra. Poco después, un segundo desprendimiento. Esta vez el excavador queda enterrado desde la cintura hasta los pies. Perucho Rodi está perdido. No hay manera de volver a la celda; la distancia hasta el barranco es todavía muy larga. Pero esto deja de ser claro en la mente de Rodi porque, precisamente cuando comienza la asfixia, el ex combatiente del Chaco comienza a recordar:
Durante la guerra del Chaco, en el frente de Gondra, paraguayos y bolivianos, en trincheras paralelas, combatían a cincuenta metros de distancia. Había que poner fin a este tipo de lucha. Entonces Rodi, con catorce voluntarios, cavó un túnel que de la trinchera paraguaya salió a la retaguardia del enemigo. Cavó un túnel de ochenta metros en dieciocho días. En la noche, en el silencio, en el sueño, la sorpresa fue total. Ametralladoras y granadas liquidaron al enemigo.
La recordación de Rodi pronto se convierte en alucinación. O, mejor, es a la vez, lúcida y delirante. Rodi sale del túnel de Gondra. Sale, sigiloso, con la automática lista. Ve a los enemigos dormidos. Ve a uno que se retuerce en una pesadilla. Y la matanza comienza. Cuando la ametralladora se le recalienta y atasca, la abandona. Ahora tira —49→ —50→ granadas de mano. Frenéticamente, hasta «que los dos brazos se le duermen en los costados».