Como lo dice el titulo, este cuento habla de la amistad. En cierto restaurante, un día normal, se aparece un perro callejero en la puerta. Al comportarse inofensivo y de buen modo, el dueño de aquel lugar decide regalarle un buen trozo de carne. Lo que cautiva al restaurantero, el que al momento de terminarse aquel bocadillo, el perro volteaba a ver al señor como en una forma de agradecimiento moviendo la cola, sonriendo y agachando un poco la cabeza.
Este acontecimiento ocurría todos los días, dos o tres semanas, hasta que un día que aquel señor restaurantero, se encontraba furioso por el reclamo de uno de sus clientes, y tanto fue su enojo que arroja un trozo de bolillo duro a su “amigo”, golpeándolo en la cabeza.
El perro esa vez lo vio, pero no como solía hacerlo, ahora lo miraba como con despecho, por haberlo insultado cuando aquel can se comportaba de la mejor manera.
Al reflexionar el dueño del restaurante, salio a buscarlo por las calles, pero no lo encontró. Al otro día el perro apareció como de costumbre, pero esta vez no acepto el bocadillo que le ofrecía, hasta hace un día, su buen amigo.
Después de aquel día, el restaurantero no volvió a ver a aquel can, y el era el único culpable, pues por sus instintos había perdido su amistad para siempre.
Respuesta:
Este es el cuento
Explicación:
Como lo dice el titulo, este cuento habla de la amistad. En cierto restaurante, un día normal, se aparece un perro callejero en la puerta. Al comportarse inofensivo y de buen modo, el dueño de aquel lugar decide regalarle un buen trozo de carne. Lo que cautiva al restaurantero, el que al momento de terminarse aquel bocadillo, el perro volteaba a ver al señor como en una forma de agradecimiento moviendo la cola, sonriendo y agachando un poco la cabeza.
Este acontecimiento ocurría todos los días, dos o tres semanas, hasta que un día que aquel señor restaurantero, se encontraba furioso por el reclamo de uno de sus clientes, y tanto fue su enojo que arroja un trozo de bolillo duro a su “amigo”, golpeándolo en la cabeza.
El perro esa vez lo vio, pero no como solía hacerlo, ahora lo miraba como con despecho, por haberlo insultado cuando aquel can se comportaba de la mejor manera.
Al reflexionar el dueño del restaurante, salio a buscarlo por las calles, pero no lo encontró. Al otro día el perro apareció como de costumbre, pero esta vez no acepto el bocadillo que le ofrecía, hasta hace un día, su buen amigo.
Después de aquel día, el restaurantero no volvió a ver a aquel can, y el era el único culpable, pues por sus instintos había perdido su amistad para siempre.