María lee el periódico de una sección llamada mujeres destacadas allí encontró el siguiente texto cuál es el color favorito de avelina qué fue lo primero que tejido avelina qué idea se puede deducir a partir del texto en el texto cuál es la principal característica de avelina
Explicación:
Avelina Cruz, la mujer que convierte el
tejido de cuatro estacas en arte
María lee en el periódico una sección llamada “Mujeres destacadas”. Allí encontró el
siguiente texto.
La madrina de Avelina, Glaudiana Turpo, un poco guiada por la tradición familiar y otro poco
guiada por la curiosidad, plantó las típicas cuatro estacas en el piso que son la base para el
tejido tan conocido de Cusco: el tejido de cuatro estacas.
Con solo nueve años, Avelina sintió que por fin había conocido el propósito de su vida:
ser tejedora. Aprendió a hilar, y poco a poco aprendió también a tejer con telar de cintura,
observando ya no solamente a su madrina, sino también a sus tías.
“Al principio tejía para mi uso, utilicé lanas de oveja y también de las alpacas”, cuenta Avelina,
quien recuerda que su primera creación fue una frazada.
“Desde entonces me dediqué a la artesanía textil. Mi madrina empezó a enseñarme algunas
iconografías sencillas, como la flor “pica-pica”, y fui aprendiendo de menos a más, hasta
dominar las principales figuras del arte de la provincia”.
A los 25 años, Avelina se mudó a Sicuani con su hija y, con el tiempo, experimentó una fusión
de las tradiciones textiles de las provincias de Canchis y Quispicanchi, uniendo las iconografías
típicas de Ocongate, como las grandes flores y las lagunas, con los colores más utilizados en
Sicuani, principalmente los matices de rojo.
Un rayo inmovilizó su mano cuando era niña, pero eso no le impidió lograr lo que quería
Por Luis Iparraguirre
Poco recuerda sobre las tardes
interminables en Ocongate cuando,
con la ayuda de sus hermanos y
primos, corrían detrás de una oveja
que se escapaba de la manada.
Atrás, en los más profundos y
desenfocados recuerdos, quedaron
esas mañanas en que Avelina Cruz
acariciaba el pelaje de las llamas,
antes de arrearlas por las hermosas