En países en desarrollo, los desastres naturales causados por eventos climáticos pueden ofrecer a las poblaciones rurales una ‘ventana de oportunidades’ para mejorar su calidad de vida y protegerse de futuras tragedias.
La necesidad de recuperarse y la innovación que resulta de esa tarea son los motores de la mejora.
Así lo concluyeron investigadores de Estados Unidos y Canadá que estudiaron la aldea Krausirpi, un grupo de 600 indígenas de la etnia Tawakha que habitan en la selva hondureña.
En el estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (14 marzo), los expertos compararon el nivel de vida y desarrollo de los habitantes de la aldea antes y después del huracán Mitch, que en 1998 devastó sus tierras cultivables, la base de su economía.
Los científicos hallaron que en 2002 los hogares Krausirpi eran propietarios, en promedio, de tres veces más tierra que antes del huracán.
Asimismo, la necesidad de recuperarse redujo tensiones e inequidades asociadas con la propiedad de la tierra, y unió a la comunidad para combatir problemas.
Además, las familias jóvenes y con pocas tierras obtuvieron trabajos en proyectos de conservación y ayuda para la recuperación, lo que diversificó las fuentes laborales.
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En países en desarrollo, los desastres naturales causados por eventos climáticos pueden ofrecer a las poblaciones rurales una ‘ventana de oportunidades’ para mejorar su calidad de vida y protegerse de futuras tragedias.
La necesidad de recuperarse y la innovación que resulta de esa tarea son los motores de la mejora.
Así lo concluyeron investigadores de Estados Unidos y Canadá que estudiaron la aldea Krausirpi, un grupo de 600 indígenas de la etnia Tawakha que habitan en la selva hondureña.
En el estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (14 marzo), los expertos compararon el nivel de vida y desarrollo de los habitantes de la aldea antes y después del huracán Mitch, que en 1998 devastó sus tierras cultivables, la base de su economía.
Los científicos hallaron que en 2002 los hogares Krausirpi eran propietarios, en promedio, de tres veces más tierra que antes del huracán.
Asimismo, la necesidad de recuperarse redujo tensiones e inequidades asociadas con la propiedad de la tierra, y unió a la comunidad para combatir problemas.
Además, las familias jóvenes y con pocas tierras obtuvieron trabajos en proyectos de conservación y ayuda para la recuperación, lo que diversificó las fuentes laborales.