Al saltarse el desayuno, el cuerpo empieza a consumir la glucosa que el cerebro necesita y si esta práctica es constante puede haber daño neuronal irreversible. Lo primero que ocurre es que disminuye la capacidad para concentrarse y memorizar, tanto en niños como en adultos.
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Al saltarse el desayuno, el cuerpo empieza a consumir la glucosa que el cerebro necesita y si esta práctica es constante puede haber daño neuronal irreversible. Lo primero que ocurre es que disminuye la capacidad para concentrarse y memorizar, tanto en niños como en adultos.