La digital o cuarta revolución digital de la que constantemente se habla en los medios de comunicación, se caracteriza principalmente por dos aspectos: 1) se mueve a una velocidad sin precedentes en la historia de la humanidad. De hecho para el 2020, más personas en el mundo tendrán un teléfono celular, que acceso a electricidad o a instalaciones sanitarias. Y 2) desaparecen las barreras entre lo físico y lo digital, influyendo incluso en áreas tan diversas como la biología, la medicina o la gastronomía.
Además de la velocidad con la que las nuevas tecnologías están generando cambios en la sociedad; también están reconstruyendo al mundo con sus funciones y sus posibilidades. Por ejemplo, en campos como la biotecnología, poniendo al alcance del consumidor análisis del ADN; neurotecnología, generando interfases de control digital por medio de la mente; impresión 3D, personalizando las manufacturas; nanotecnología, produciendo circuitos orgánicos; sensores, llevando el internet a las cosas; inteligencia artificial, copiando los procesos cognitivos humanos; robótica, sistematizando los esfuerzos físicos; baterías eléctricas, abaratando el consumo y producción de energía; y los drones, democratizando el uso de los cielos.
Estas tecnologías digitales giran en torno a tres conceptos: Visibilizar, Socializar y Medir; es decir, permiten hacer visible lo invisible, facilitan compartirlo y posibilitan su medición. Pero, hacer visible lo invisible, hacerlo social y medible no es sólo una apuesta al futuro, Waze ha usado estos conceptos para generar una aplicación exitosa, y colocarse como líder en el mercado con más de 65 millones de usuarios y presencia en 185 países. Esta aplicación desarrollada por emprendedores de Israel fue vendida a Google por mil millones de dólares en el 2013 [1] y ha cambiado la forma de conducir. Al medir el flujo del tránsito, usando los celulares de sus usuarios como sensores; al crear una red social en la que se comparte información en tiempo real sobre las condiciones del camino; y al adaptarse al coyunturas para mostrar la ruta optima alternativa. La aplicación funciona hasta en países donde las direcciones son referencias del tipo “500 metros sur del viejo higueron” , muy comunes en Centroamérica.
La región y la cuarta revolución industrial
Y respecto a Centroamérica, ¿qué pueden hacer los países ante este cambio tecnológico?, ¿cómo pueden adaptarse a una nueva realidad que viene modificando las estructuras económicas y sociales de los países más desarrollados?, ¿qué elementos tienen para disminuir las consecuencias negativas?, y ¿qué tan rápido pueden reaccionar frente a una tendencia que sólo promete seguir acelerando sus impactos?. Las respuestas a estas preguntas pudieran resultar desalentadoras, de acuerdo a los datos disponibles y a los temas a discusión en las agendas públicas de estos países.
En un primer análisis la región aún no resuelve problemas del siglo XX, tales como nutrición y cuidados médicos básicos, agua y saneamiento, vivienda, o acceso a conocimientos básicos (Ver figura 3). Estos retos básicos afectan incluso al país con la economía más dinámica de la región, Panamá, que enfrenta una tasa de desnutrición aproximadamente el doble de la de países como Chile o Uruguay según los datos del Índice de Progreso Social; en donde obtiene la posición 74 de 128 países para el componente de nutrición y cuidados médicos básicos. O que Panamá ocupa el lugar 83 en matriculación a la educación secundaria con tan sólo el 75.5 % de los niños en edad de cursarla asistiendo a clases[2].
FIGURA 3. Problemas básicos insatisfechos en América Central
Electricidad en Centro América
Infogram
Estas condiciones regionales claramente producen una situación de riesgo y rezago respecto a países que pueden hoy mismo beneficiarse de los beneficios de las tecnologías exponenciales; o que ya están realizando cambios en sus modelos educativos para generar las habilidades digitales necesarias para la cuarta revolución industrial. Estas habilidades ya estan identificadas, y parten del supuesto de que en los próximos 20 años se requerirá añadir valor en aquellos procesos en los que la inteligencia artificial o los robots no puedan intervenir[3]; y están basadas principalmente en un proceso de formación a lo largo de toda la vida, en el fortalecimiento de las habilidades sociales, y en agregar creatividad, por medio de herramientas tecnológicas.
Respuesta:
Centroamérica y el cambio tecnológico
La digital o cuarta revolución digital de la que constantemente se habla en los medios de comunicación, se caracteriza principalmente por dos aspectos: 1) se mueve a una velocidad sin precedentes en la historia de la humanidad. De hecho para el 2020, más personas en el mundo tendrán un teléfono celular, que acceso a electricidad o a instalaciones sanitarias. Y 2) desaparecen las barreras entre lo físico y lo digital, influyendo incluso en áreas tan diversas como la biología, la medicina o la gastronomía.
Además de la velocidad con la que las nuevas tecnologías están generando cambios en la sociedad; también están reconstruyendo al mundo con sus funciones y sus posibilidades. Por ejemplo, en campos como la biotecnología, poniendo al alcance del consumidor análisis del ADN; neurotecnología, generando interfases de control digital por medio de la mente; impresión 3D, personalizando las manufacturas; nanotecnología, produciendo circuitos orgánicos; sensores, llevando el internet a las cosas; inteligencia artificial, copiando los procesos cognitivos humanos; robótica, sistematizando los esfuerzos físicos; baterías eléctricas, abaratando el consumo y producción de energía; y los drones, democratizando el uso de los cielos.
Estas tecnologías digitales giran en torno a tres conceptos: Visibilizar, Socializar y Medir; es decir, permiten hacer visible lo invisible, facilitan compartirlo y posibilitan su medición. Pero, hacer visible lo invisible, hacerlo social y medible no es sólo una apuesta al futuro, Waze ha usado estos conceptos para generar una aplicación exitosa, y colocarse como líder en el mercado con más de 65 millones de usuarios y presencia en 185 países. Esta aplicación desarrollada por emprendedores de Israel fue vendida a Google por mil millones de dólares en el 2013 [1] y ha cambiado la forma de conducir. Al medir el flujo del tránsito, usando los celulares de sus usuarios como sensores; al crear una red social en la que se comparte información en tiempo real sobre las condiciones del camino; y al adaptarse al coyunturas para mostrar la ruta optima alternativa. La aplicación funciona hasta en países donde las direcciones son referencias del tipo “500 metros sur del viejo higueron” , muy comunes en Centroamérica.
La región y la cuarta revolución industrial
Y respecto a Centroamérica, ¿qué pueden hacer los países ante este cambio tecnológico?, ¿cómo pueden adaptarse a una nueva realidad que viene modificando las estructuras económicas y sociales de los países más desarrollados?, ¿qué elementos tienen para disminuir las consecuencias negativas?, y ¿qué tan rápido pueden reaccionar frente a una tendencia que sólo promete seguir acelerando sus impactos?. Las respuestas a estas preguntas pudieran resultar desalentadoras, de acuerdo a los datos disponibles y a los temas a discusión en las agendas públicas de estos países.
En un primer análisis la región aún no resuelve problemas del siglo XX, tales como nutrición y cuidados médicos básicos, agua y saneamiento, vivienda, o acceso a conocimientos básicos (Ver figura 3). Estos retos básicos afectan incluso al país con la economía más dinámica de la región, Panamá, que enfrenta una tasa de desnutrición aproximadamente el doble de la de países como Chile o Uruguay según los datos del Índice de Progreso Social; en donde obtiene la posición 74 de 128 países para el componente de nutrición y cuidados médicos básicos. O que Panamá ocupa el lugar 83 en matriculación a la educación secundaria con tan sólo el 75.5 % de los niños en edad de cursarla asistiendo a clases[2].
FIGURA 3. Problemas básicos insatisfechos en América Central
Electricidad en Centro América
Infogram
Estas condiciones regionales claramente producen una situación de riesgo y rezago respecto a países que pueden hoy mismo beneficiarse de los beneficios de las tecnologías exponenciales; o que ya están realizando cambios en sus modelos educativos para generar las habilidades digitales necesarias para la cuarta revolución industrial. Estas habilidades ya estan identificadas, y parten del supuesto de que en los próximos 20 años se requerirá añadir valor en aquellos procesos en los que la inteligencia artificial o los robots no puedan intervenir[3]; y están basadas principalmente en un proceso de formación a lo largo de toda la vida, en el fortalecimiento de las habilidades sociales, y en agregar creatividad, por medio de herramientas tecnológicas.