Respuesta:Probablemente es en verano cuando se tiende a comer más frituras, especialmente coincidiendo con la estancia vacacional en zonas costeras. “El hecho de que los fritos estén presentes en todas las cartas de los restaurantes, la facilidad y rapidez de su preparación, y su alta palatabilidad les convierte en productos muy aceptados y demandados por el consumidor”, dice Elena Aguilar Aguilar, doctora en Nutrición, dietista-nutricionista y miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Codinma).
En los meses de calor comemos fuera con más frecuencia y “entre las alternativas gastronómicas disponibles, las frituras son muy comunes y tienen un precio asequible. Dentro de casa, al pasar menos horas en ella, es tentador recurrir a platos precocinados para solucionar de forma rápida las comidas de los niños, pues además son muy aceptados por la población infantil”, afirma Amil López Viéitez, doctora en Farmacia, nutricionista y creadora del método Dieta Coherente.
¿Se pueden comer frituras?
La técnica culinaria de la fritura consiste en la inmersión completa de un alimento en un medio lipídico caliente (grasa o aceite), por lo que el producto final posee mayor contenido graso que el alimento del que parte, especialmente si la técnica no se ha realizado correctamente. Por ello, los fritos son productos de alta densidad energética. “Las modificaciones en cuanto al valor nutricional del producto dependen, no obstante, de diversos factores: la calidad y naturaleza de la materia prima de la que se parta, la presencia o ausencia de rebozado, empanado o enharinado, el aceite que se utilice y la cantidad de veces que se haya reutilizado, o las condiciones de temperatura y tiempo de cocinado”, expone Aguilar.
Además, señala esta experta, se generan algunas sustancias perjudiciales para la salud durante el procesado, como la acrilamida o productos derivados de la oxidación y degradación térmica de las grasas.
Al respecto, López Viéitez puntualiza que los fritos con moderación pueden formar parte de una dieta sana y equilibrada. “El problema es cuando se consumen con mucha frecuencia (en forma de comida rápida y precocinados), pues suelen realizarse en aceites de calidad media-baja y son vehículo de calorías, grasas y sal”.
Explicación paso a paso:ESPERO TE AYUDE CORONITA PLIS
Respuesta:Probablemente es en verano cuando se tiende a comer más frituras, especialmente coincidiendo con la estancia vacacional en zonas costeras. “El hecho de que los fritos estén presentes en todas las cartas de los restaurantes, la facilidad y rapidez de su preparación, y su alta palatabilidad les convierte en productos muy aceptados y demandados por el consumidor”, dice Elena Aguilar Aguilar, doctora en Nutrición, dietista-nutricionista y miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Codinma).
En los meses de calor comemos fuera con más frecuencia y “entre las alternativas gastronómicas disponibles, las frituras son muy comunes y tienen un precio asequible. Dentro de casa, al pasar menos horas en ella, es tentador recurrir a platos precocinados para solucionar de forma rápida las comidas de los niños, pues además son muy aceptados por la población infantil”, afirma Amil López Viéitez, doctora en Farmacia, nutricionista y creadora del método Dieta Coherente.
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La técnica culinaria de la fritura consiste en la inmersión completa de un alimento en un medio lipídico caliente (grasa o aceite), por lo que el producto final posee mayor contenido graso que el alimento del que parte, especialmente si la técnica no se ha realizado correctamente. Por ello, los fritos son productos de alta densidad energética. “Las modificaciones en cuanto al valor nutricional del producto dependen, no obstante, de diversos factores: la calidad y naturaleza de la materia prima de la que se parta, la presencia o ausencia de rebozado, empanado o enharinado, el aceite que se utilice y la cantidad de veces que se haya reutilizado, o las condiciones de temperatura y tiempo de cocinado”, expone Aguilar.
Además, señala esta experta, se generan algunas sustancias perjudiciales para la salud durante el procesado, como la acrilamida o productos derivados de la oxidación y degradación térmica de las grasas.
Al respecto, López Viéitez puntualiza que los fritos con moderación pueden formar parte de una dieta sana y equilibrada. “El problema es cuando se consumen con mucha frecuencia (en forma de comida rápida y precocinados), pues suelen realizarse en aceites de calidad media-baja y son vehículo de calorías, grasas y sal”.
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