Haz silencio, exterior e interior.¡Es el Señor quien nos visita con su Palabra, para tratar amorosamente con nosotros, como un Padre con sus hijos! ¡También nos habla, mediante la palabra de los hermanos, para sentirnos Iglesia! Invoca al Espíritu Santo con toda sinceridad, con la certidumbre de ser escuchado. Que el Espíritu te ilumine, te fortifique, te guíe y te consuele. Revele y encarne en ti el gran misterio de Cristo, presente en su Palabra.
Oración: Señor Jesucristo, envía tu Espíritu Santo sobre nosotros y haznos comprender las Escrituras inspiradas por él; concédenos interpretarlas de manera digna para que saquemos provecho. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Texto: Mc 8, 27-35
1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice
Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Lee también lugares paralelos que cualquier Biblia te ofrece, ayúdate de algunos instrumentos exegéticos, algún diccionario bíblico etc. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.
Después de narrar la primera etapa de la actuación de Jesús, acompañado siempre por sus discípulos (Mc 1,14-8,26), se inicia la segunda parte del relato de Marcos (Mc 8 ,30-16,8). Para abrir esta segunda etapa, el evangelista plantea de nuevo las dos cuestiones básicas que subyacen en toda su obra: quién es Jesús y en qué consiste ser su discípulo. En este caso las preguntas se plantean abiertamente y es Pedro quien responde como portavoz del grupo.
En el camino del seguimiento, del discipulado, Jesús dirige a sus propios discípulos una pregunta acerca de su identidad. A primera vista la respuesta de Pedro es irreprochable porque confiesa a Jesús como el Mesías, como aquel que lleva a cumplimiento todas las esperanzas de Israel. Por eso sorprende la reacción de Jesús, que prohibe a los discípulos que hablen acerca de él. La reacción de Jesús indica que sus seguidores aún no pueden responder adecuadamente a la pregunta planteada. Por eso se hace necesaria una instrucción.
Jesús no habla a sus discípulos de un reino que irrumpe con poder en el mundo, sino de su muerte en la cruz; tampoco les enseña en parábolas, sino que les habla abiertamente. Por eso podríamos hablar de novedad tanto en el tono como en el contenido de sus palabras. En esta instrucción, la primera de las tres que tendrán lugar camino de Jerusalén, presenta su muerte como algo que responde al designio de Dios y que se opone claramente a las expectativas triunfalistas de Pedro.
Pedro no puede aceptar a un Mesías que tenga que padecer en la cruz. Por eso toma aparte al Maestro se pone a increparlo, como si sus palabras tuvieran una inspiración diabólica. Entonces Jesús, de cara a sus discípulos y utilizando el mismo tono, le dice: «Ponte detrás de mí Satanás». Al increpar a Jesús para que abandone el camino de la cruz, Pedro ha olvidado el puesto de discípulo (detrás de Jesús) y se ha convertido en tentador (Satanás).
Pero las palabras de Jesús a Pedro no se quedan en el reproche. El Maestro reúne a la gente y a sus discípulos haciéndoles una nueva llamada al seguimiento: «Si alguno quiere venir detrás de mí…»
Hasta entonces Jesús había pedido a sus seguidores. que lo acompañaran compartiendo su estilo de vida y misión (Mc 1,17; 3,14); ahora les pide dar un paso más identificarse con él hasta compartir su destino. Ea no es un proyecto, sino el mismo Jesús. Hacerse esclavo de los demás, «perder la vida», cargar con la cruz, no se
experimenta fundamentalmente como una renuncia, sino como un paso para quedarse sólo con Jesús, abandonado, como él, a la voluntad del Padre.
Respuesta:
:)
Explicación:
Haz silencio, exterior e interior.¡Es el Señor quien nos visita con su Palabra, para tratar amorosamente con nosotros, como un Padre con sus hijos! ¡También nos habla, mediante la palabra de los hermanos, para sentirnos Iglesia! Invoca al Espíritu Santo con toda sinceridad, con la certidumbre de ser escuchado. Que el Espíritu te ilumine, te fortifique, te guíe y te consuele. Revele y encarne en ti el gran misterio de Cristo, presente en su Palabra.
Oración: Señor Jesucristo, envía tu Espíritu Santo sobre nosotros y haznos comprender las Escrituras inspiradas por él; concédenos interpretarlas de manera digna para que saquemos provecho. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Texto: Mc 8, 27-35
1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice
Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Lee también lugares paralelos que cualquier Biblia te ofrece, ayúdate de algunos instrumentos exegéticos, algún diccionario bíblico etc. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.
Después de narrar la primera etapa de la actuación de Jesús, acompañado siempre por sus discípulos (Mc 1,14-8,26), se inicia la segunda parte del relato de Marcos (Mc 8 ,30-16,8). Para abrir esta segunda etapa, el evangelista plantea de nuevo las dos cuestiones básicas que subyacen en toda su obra: quién es Jesús y en qué consiste ser su discípulo. En este caso las preguntas se plantean abiertamente y es Pedro quien responde como portavoz del grupo.
En el camino del seguimiento, del discipulado, Jesús dirige a sus propios discípulos una pregunta acerca de su identidad. A primera vista la respuesta de Pedro es irreprochable porque confiesa a Jesús como el Mesías, como aquel que lleva a cumplimiento todas las esperanzas de Israel. Por eso sorprende la reacción de Jesús, que prohibe a los discípulos que hablen acerca de él. La reacción de Jesús indica que sus seguidores aún no pueden responder adecuadamente a la pregunta planteada. Por eso se hace necesaria una instrucción.
Jesús no habla a sus discípulos de un reino que irrumpe con poder en el mundo, sino de su muerte en la cruz; tampoco les enseña en parábolas, sino que les habla abiertamente. Por eso podríamos hablar de novedad tanto en el tono como en el contenido de sus palabras. En esta instrucción, la primera de las tres que tendrán lugar camino de Jerusalén, presenta su muerte como algo que responde al designio de Dios y que se opone claramente a las expectativas triunfalistas de Pedro.
Pedro no puede aceptar a un Mesías que tenga que padecer en la cruz. Por eso toma aparte al Maestro se pone a increparlo, como si sus palabras tuvieran una inspiración diabólica. Entonces Jesús, de cara a sus discípulos y utilizando el mismo tono, le dice: «Ponte detrás de mí Satanás». Al increpar a Jesús para que abandone el camino de la cruz, Pedro ha olvidado el puesto de discípulo (detrás de Jesús) y se ha convertido en tentador (Satanás).
Pero las palabras de Jesús a Pedro no se quedan en el reproche. El Maestro reúne a la gente y a sus discípulos haciéndoles una nueva llamada al seguimiento: «Si alguno quiere venir detrás de mí…»
Hasta entonces Jesús había pedido a sus seguidores. que lo acompañaran compartiendo su estilo de vida y misión (Mc 1,17; 3,14); ahora les pide dar un paso más identificarse con él hasta compartir su destino. Ea no es un proyecto, sino el mismo Jesús. Hacerse esclavo de los demás, «perder la vida», cargar con la cruz, no se
experimenta fundamentalmente como una renuncia, sino como un paso para quedarse sólo con Jesús, abandonado, como él, a la voluntad del Padre.