Cuando la agenda echaba humo, la falta de tiempo era el principal escollo en las relaciones familiares. Poco margen para el encuentro, sumado al estrés acumulado a lo largo del día eran un freno para unir lazos. Sin embargo, el confinamiento ha desencadenado una situación inaudita para muchas parejas y familias: Pasar las 24 horas del día bajo el mismo techo. ¿Un desafío para la convivencia o una oportunidad para afianzar vínculos con quienes habitan el mismo espacio?
Para aprovechar las circunstancias es fundamental capear algunos de los vicios de comportamiento y hábitos cuestionables que se generaron en el escenario precovid. “De pasar solo unas horas juntos, de la noche a la mañana vivimos una sobrexposición. El resultado son niños aburridos, exceso de pantallas, emociones a flor de piel, comunicación sin filtros, muchas preguntas y pocas respuestas…“, indica Paula Mella, psicóloga de iFeel.
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Cuando la agenda echaba humo, la falta de tiempo era el principal escollo en las relaciones familiares. Poco margen para el encuentro, sumado al estrés acumulado a lo largo del día eran un freno para unir lazos. Sin embargo, el confinamiento ha desencadenado una situación inaudita para muchas parejas y familias: Pasar las 24 horas del día bajo el mismo techo. ¿Un desafío para la convivencia o una oportunidad para afianzar vínculos con quienes habitan el mismo espacio?
Para aprovechar las circunstancias es fundamental capear algunos de los vicios de comportamiento y hábitos cuestionables que se generaron en el escenario precovid. “De pasar solo unas horas juntos, de la noche a la mañana vivimos una sobrexposición. El resultado son niños aburridos, exceso de pantallas, emociones a flor de piel, comunicación sin filtros, muchas preguntas y pocas respuestas…“, indica Paula Mella, psicóloga de iFeel.