El testimonio oral es la especialidad dentro de la ciencia histórica que utiliza como fuente principal para la reconstrucción del pasado los testimonios orales. También puede entenderse como sinónimo de la tradición oral, es decir, del registro del pasado confiado a la memoria y la tradición oral entre las generaciones, como son los mitos y leyendas. No obstante, deben separarse ambos conceptos, pues el primero se reconstruye con testimonios de primera mano de testigos presenciales, por tanto se restringe a la historia contemporánea. El segundo hace referencia a períodos antiguos de los que no quedan, lógicamente, testigos vivos.
Las fuentes orales siempre han sido tomadas con prevención por los historiadores, y sometidas a crítica documental, aunque desde el principio de la historia como ciencia se han utilizado.
Antes del desarrollo de la escritura, la tradición oral, los mitos, los ritos, las costumbres y la cultura material eran los únicos medios para la transmisión de información de una generación a otra.
A pesar de que el surgimiento de la historia en Grecia (Heródoto, Tucídides) manejaba fundamentalmente testimonios orales y lo continuó haciendo durante la época romana (Estrabón) y la Edad Media (Froissart), ocurría más bien que el historiador redactaba sus propias memorias. La preponderancia de la utilización del registro escrito de historiadores precedentes (fuentes secundarias) o de registros escritos sin una finalidad necesariamente histórica (fuentes primarias de todo tipo) es consustancial a la tarea del historiador.
Las citadas prevenciones y usos profesionales de los historiadores provocaron que la cientifización, la profesionalización y la institucionalización de la disciplina dejaran claramente relegadas las fuentes orales, vinculadas desde finales del siglo XVIII a los estudios folclóricos, considerados interesantes por la filología y la antropología (por ejemplo, los hermanos Grimm en Alemania). La vinculación de la historia oral con las capas populares de la sociedad o con las culturas que no conocen la escritura sigue siendo evidente. Esto produce que
"A menudo, el objetivo declarado de muchos investigadores es dar la palabra a quienes no tienen voz para rescatar del pasado la experiencia de mayorías silenciosas o silenciadas, pues las elites (políticas, económicas e intelectuales) han tenido más oportunidades para manifestar ideas y legar testimonios. En este aspecto, las fuentes orales son muy útiles para investigar la historia familiar en la medida en que ofrecen vivencias de gente corriente".1
La implicación del historiador con el tema (habitualmente muy emotivo) y con las personas que son sus fuentes puede constituir un problema de subjetividad, que como en todos los casos, debe intentar compensarse con la preocupación por mantener la objetividad científica, que realmente no es un frío e imposible alejamiento, sino la conciencia de la intersubjetividad.
Respuesta:
Historia oral
Explicación:
El testimonio oral es la especialidad dentro de la ciencia histórica que utiliza como fuente principal para la reconstrucción del pasado los testimonios orales. También puede entenderse como sinónimo de la tradición oral, es decir, del registro del pasado confiado a la memoria y la tradición oral entre las generaciones, como son los mitos y leyendas. No obstante, deben separarse ambos conceptos, pues el primero se reconstruye con testimonios de primera mano de testigos presenciales, por tanto se restringe a la historia contemporánea. El segundo hace referencia a períodos antiguos de los que no quedan, lógicamente, testigos vivos.
Las fuentes orales siempre han sido tomadas con prevención por los historiadores, y sometidas a crítica documental, aunque desde el principio de la historia como ciencia se han utilizado.
Antes del desarrollo de la escritura, la tradición oral, los mitos, los ritos, las costumbres y la cultura material eran los únicos medios para la transmisión de información de una generación a otra.
A pesar de que el surgimiento de la historia en Grecia (Heródoto, Tucídides) manejaba fundamentalmente testimonios orales y lo continuó haciendo durante la época romana (Estrabón) y la Edad Media (Froissart), ocurría más bien que el historiador redactaba sus propias memorias. La preponderancia de la utilización del registro escrito de historiadores precedentes (fuentes secundarias) o de registros escritos sin una finalidad necesariamente histórica (fuentes primarias de todo tipo) es consustancial a la tarea del historiador.
Las citadas prevenciones y usos profesionales de los historiadores provocaron que la cientifización, la profesionalización y la institucionalización de la disciplina dejaran claramente relegadas las fuentes orales, vinculadas desde finales del siglo XVIII a los estudios folclóricos, considerados interesantes por la filología y la antropología (por ejemplo, los hermanos Grimm en Alemania). La vinculación de la historia oral con las capas populares de la sociedad o con las culturas que no conocen la escritura sigue siendo evidente. Esto produce que
"A menudo, el objetivo declarado de muchos investigadores es dar la palabra a quienes no tienen voz para rescatar del pasado la experiencia de mayorías silenciosas o silenciadas, pues las elites (políticas, económicas e intelectuales) han tenido más oportunidades para manifestar ideas y legar testimonios. En este aspecto, las fuentes orales son muy útiles para investigar la historia familiar en la medida en que ofrecen vivencias de gente corriente".1
La implicación del historiador con el tema (habitualmente muy emotivo) y con las personas que son sus fuentes puede constituir un problema de subjetividad, que como en todos los casos, debe intentar compensarse con la preocupación por mantener la objetividad científica, que realmente no es un frío e imposible alejamiento, sino la conciencia de la intersubjetividad.