Muchos de vosotros sabéis que hace cuatro años publiqué con Pablo Maella el libro “Iceberg a la vista. Principios para tomar decisiones sin hundirse“. En aquel entonces lo presentamos en diversas ciudades en sesiones a antiguos alumnos del IESE, aunque abiertas al público en general. Cuando llegaba el enunciado del octavo principio advertíamos que aunque el asunto pareciera obvio, era mucho más importante de lo que parecía. Este octavo principio dice “Ten en cuenta que tus decisiones tienen consecuencias”. Efectivamente parece una tontería, pero demasiada gente no sabe que las decisiones tienen consecuencias.
Tomamos decisiones para resolver algún problema o lograr algún objetivo, y pensamos que una vez resuelto el problema o logrado el objetivo el asunto se ha acabado. Pero resulta que nuestras decisiones además de lograr o no lo que pretendíamos tienen otras consecuencias que no habíamos previsto.
Cuando los responsables del Titanic decidieron navegar a toda velocidad para llegar a Nueva York un día antes y callar así las críticas que decían que era un barco lento por lo grande y pesado que era, no cayeron en la cuenta que podían chocar con un iceberg. Cuando cometo una injusticia con un colega, de la que salgo beneficiado, quizá no caigo en la cuenta que el resto de compañeros van a intentar no tener que tratar asuntos conmigo. Cuando no atiendo a un alumno con suficiente interés no me estoy dando cuenta de que me convierto en un mal profesor. Si por pasarlo bien en el coche aprieto el acelerador demasiado….
Respuesta:
Muchos de vosotros sabéis que hace cuatro años publiqué con Pablo Maella el libro “Iceberg a la vista. Principios para tomar decisiones sin hundirse“. En aquel entonces lo presentamos en diversas ciudades en sesiones a antiguos alumnos del IESE, aunque abiertas al público en general. Cuando llegaba el enunciado del octavo principio advertíamos que aunque el asunto pareciera obvio, era mucho más importante de lo que parecía. Este octavo principio dice “Ten en cuenta que tus decisiones tienen consecuencias”. Efectivamente parece una tontería, pero demasiada gente no sabe que las decisiones tienen consecuencias.
Tomamos decisiones para resolver algún problema o lograr algún objetivo, y pensamos que una vez resuelto el problema o logrado el objetivo el asunto se ha acabado. Pero resulta que nuestras decisiones además de lograr o no lo que pretendíamos tienen otras consecuencias que no habíamos previsto.
Cuando los responsables del Titanic decidieron navegar a toda velocidad para llegar a Nueva York un día antes y callar así las críticas que decían que era un barco lento por lo grande y pesado que era, no cayeron en la cuenta que podían chocar con un iceberg. Cuando cometo una injusticia con un colega, de la que salgo beneficiado, quizá no caigo en la cuenta que el resto de compañeros van a intentar no tener que tratar asuntos conmigo. Cuando no atiendo a un alumno con suficiente interés no me estoy dando cuenta de que me convierto en un mal profesor. Si por pasarlo bien en el coche aprieto el acelerador demasiado….
Explicación:
Espero qeu te ayude