dianis021
Tenochtitlán, antigua ciudad mesoamericana, capital de los aztecas, levantada sobre un pequeño grupo de islotes en el lago de Texcoco, llegó a agrupar en una sola ciudad dos fundaciones más antiguas: Tlatelolco y la primigenia Tenochtitlán; fundada ésta hacia 1325, fue destruida en 1521 por las tropas del conquistador español Hernán Cortés, tras un largo asedio. Sobre sus restos se erigió la que en la actualidad es la ciudad de México.
Comunicada con la tierra firme circundante por cuatro calzadas, su población llegó a superar los 300.000 habitantes y ha sido considerada una de las ciudades más hermosas que haya construido el hombre. El lugar elegido para su fundación no sólo fue el único que dejaron inicialmente a los aztecas los pueblos ya asentados en el valle de Anáhuac (valle de México), el más inhóspito, sino el más apropiado para sus formas de subsistencia: un lugar junto al agua donde desarrollarían la actividad económica para la que estaban preparados, la caza de aves acuáticas y la pesca, y la agricultura de chinampas.
Tenochtitlán se dividía en cuatro sectores que simbolizaban las cuatro direcciones del mundo, con el Recinto Ceremonial en el centro como quinta dirección. De su inmensa plaza principal partían cuatro calzadas de las que la occidental, la septentrional y la meridional conducían a ciudades menores, mientras la oriental lo hacía a los almacenes y al lago (hoy en día desecado). Cada sector se dividía en barrios. Aunque cada barrio tenía su propio templo y su divinidad, así como sus edificios administrativos, los templos más importantes se encontraban dentro del Recinto Ceremonial, que no solo incluía pirámides–santuarios de los dioses más reverenciados, sino el terreno de un tlachtli (juego de pelota), la piedra de los sacrificios (cuauhxicalli), el friso de las calaveras, piscinas para baños ceremoniales, escuelas, un jardín botánico, un zoológico, una biblioteca y viviendas para los sacerdotes.
Los palacios tenían mayor independencia y singularidad arquitectónica que los edificios ceremoniales y ello porque los soberanos aztecas (tlatoanis) poseían no sólo la autoridad económica y política, sino también la eclesiástica. Las gentes llegaban a la ciudad por tierra y por agua, ya que muchas de las calles eran en realidad canales. La tierra era de propiedad comunal, excepto las designadas para el sostenimiento de la casa real, de los sacerdotes, de los funcionarios o de los templos. Cada hombre tenía su parcela de tierra que podía disfrutar mientras viviera, pero si no la trabajaba durante dos años era amonestado, pudiéndola perder definitivamente si un año después seguía sin rectificar.
La estructura de la ciudad se apoyaba en el Recinto Ceremonial, entorno al Templo Mayor, y en las calzadas que iban a Tepeyac, a Ixtapalapa, a Tacuba, a Texcoco y al acueducto de Chapultepec. Aun hoy, en el plano de la actual ciudad de México, se pueden apreciar estos grandes ejes de la estructura urbana precolombina. Por los cronistas españoles de la época de la conquista sabemos que el Recinto Ceremonial agrupaba no menos de 78 edificios de los que, en la actualidad, sólo conocemos escasamente el Templo Mayor, recientemente excavado en toda su extensión, algunas estructuras que se han puesto al descubierto a raíz de diferentes obras efectuadas, distintas excavaciones practicadas en el subsuelo de la catedral metropolitana y numerosos monumentos escultóricos hallados en la zona desde el siglo XVIII. Aun así, esos escasos restos dan una idea precisa de la importancia y belleza que llegó a alcanzar este centro sagrado, verdadero corazón de la ciudad de Tenochtitlán.
Más allá del Coatepantli (muro decorado con serpientes que rodeaba el Recinto Ceremonial), se encontraba la ciudad, cruzada por multitud de canales, calzadas y callejas. En ella había dos tipos de vivienda: unas poseían chinampas y otras no. Estas últimas se localizaban principalmente en la zona más próxima al Recinto Ceremonial, área residencial de la nobleza, mientras que las viviendas con chinampas se localizaban en la periferia, donde habitaban los campesinos o macehualtin (plural náhuatl de macehualli). En la zona sur del lago se localizaba la llamada zona chinampaneca, es decir, la región en la que se encontraban los cultivos sobre chinampas, con cuyos productos agrícolas se alimentaban la ciudad y el valle circundante.
La mayor parte del limitado territorio urbano que poseía la ciudad estaba ocupado por las viviendas de la nobleza y por las de los plebeyos. Las primeras eran más grandes y estaban construidas con materiales más nobles, piedras y vigas de madera, frente al adobe utilizado por el pueblo para fabricar las suyas. Si las del pueblo no tenían más que una planta, las de los nobles solían tener dos. Las viviendas se agrupaban en torno a patios, siguiendo un modelo cuyos orígenes podrían remontarse a la época de esplendor de la ciudad de Teotihuacán
Comunicada con la tierra firme circundante por cuatro calzadas, su población llegó a superar los 300.000 habitantes y ha sido considerada una de las ciudades más hermosas que haya construido el hombre. El lugar elegido para su fundación no sólo fue el único que dejaron inicialmente a los aztecas los pueblos ya asentados en el valle de Anáhuac (valle de México), el más inhóspito, sino el más apropiado para sus formas de subsistencia: un lugar junto al agua donde desarrollarían la actividad económica para la que estaban preparados, la caza de aves acuáticas y la pesca, y la agricultura de chinampas.
Tenochtitlán se dividía en cuatro sectores que simbolizaban las cuatro direcciones del mundo, con el Recinto Ceremonial en el centro como quinta dirección. De su inmensa plaza principal partían cuatro calzadas de las que la occidental, la septentrional y la meridional conducían a ciudades menores, mientras la oriental lo hacía a los almacenes y al lago (hoy en día desecado). Cada sector se dividía en barrios. Aunque cada barrio tenía su propio templo y su divinidad, así como sus edificios administrativos, los templos más importantes se encontraban dentro del Recinto Ceremonial, que no solo incluía pirámides–santuarios de los dioses más reverenciados, sino el terreno de un tlachtli (juego de pelota), la piedra de los sacrificios (cuauhxicalli), el friso de las calaveras, piscinas para baños ceremoniales, escuelas, un jardín botánico, un zoológico, una biblioteca y viviendas para los sacerdotes.
Los palacios tenían mayor independencia y singularidad arquitectónica que los edificios ceremoniales y ello porque los soberanos aztecas (tlatoanis) poseían no sólo la autoridad económica y política, sino también la eclesiástica. Las gentes llegaban a la ciudad por tierra y por agua, ya que muchas de las calles eran en realidad canales. La tierra era de propiedad comunal, excepto las designadas para el sostenimiento de la casa real, de los sacerdotes, de los funcionarios o de los templos. Cada hombre tenía su parcela de tierra que podía disfrutar mientras viviera, pero si no la trabajaba durante dos años era amonestado, pudiéndola perder definitivamente si un año después seguía sin rectificar.
La estructura de la ciudad se apoyaba en el Recinto Ceremonial, entorno al Templo Mayor, y en las calzadas que iban a Tepeyac, a Ixtapalapa, a Tacuba, a Texcoco y al acueducto de Chapultepec. Aun hoy, en el plano de la actual ciudad de México, se pueden apreciar estos grandes ejes de la estructura urbana precolombina. Por los cronistas españoles de la época de la conquista sabemos que el Recinto Ceremonial agrupaba no menos de 78 edificios de los que, en la actualidad, sólo conocemos escasamente el Templo Mayor, recientemente excavado en toda su extensión, algunas estructuras que se han puesto al descubierto a raíz de diferentes obras efectuadas, distintas excavaciones practicadas en el subsuelo de la catedral metropolitana y numerosos monumentos escultóricos hallados en la zona desde el siglo XVIII. Aun así, esos escasos restos dan una idea precisa de la importancia y belleza que llegó a alcanzar este centro sagrado, verdadero corazón de la ciudad de Tenochtitlán.
Más allá del Coatepantli (muro decorado con serpientes que rodeaba el Recinto Ceremonial), se encontraba la ciudad, cruzada por multitud de canales, calzadas y callejas. En ella había dos tipos de vivienda: unas poseían chinampas y otras no. Estas últimas se localizaban principalmente en la zona más próxima al Recinto Ceremonial, área residencial de la nobleza, mientras que las viviendas con chinampas se localizaban en la periferia, donde habitaban los campesinos o macehualtin (plural náhuatl de macehualli). En la zona sur del lago se localizaba la llamada zona chinampaneca, es decir, la región en la que se encontraban los cultivos sobre chinampas, con cuyos productos agrícolas se alimentaban la ciudad y el valle circundante.
La mayor parte del limitado territorio urbano que poseía la ciudad estaba ocupado por las viviendas de la nobleza y por las de los plebeyos. Las primeras eran más grandes y estaban construidas con materiales más nobles, piedras y vigas de madera, frente al adobe utilizado por el pueblo para fabricar las suyas. Si las del pueblo no tenían más que una planta, las de los nobles solían tener dos. Las viviendas se agrupaban en torno a patios, siguiendo un modelo cuyos orígenes podrían remontarse a la época de esplendor de la ciudad de Teotihuacán