Los cambios en esta etapa son muchos y muy variados. Cada niño los experimentará con más o menos intensidad, pero en prácticamente todos ellos podremos ver algunos muy característicos como los siguientes.
1. Aparecen nuevos miedos como el miedo a hacer el ridículo o el aumento de su sentido del pudor y la vergüenza ante su propio cuerpo. En este momento pueden empezar a surgir conflictos relacionados con su imagen corporal con los que tendremos que ir con mucho tacto a la hora de abordarlos.
2. Es un momento en el que aparece la necesidad de mayor intimidad, los niños se van alejando de nosotros, observamos cómo pasan más tiempo en sus cuartos escuchando música o leyendo. En realidad este comportamiento no nos debería preocupar en exceso puesto que es lo que deben hacer en este momento para construir su propia identidad, siempre y cuando nuestros lazos afectivos y comunicativos no se rompan.
3. Es también una fase en la que los niños tratan como sea de agradar a sus amigos. Su grupo de iguales empieza a ser su centro de referencia para construir sus pensamientos, adoptan actitudes, jergas propias del grupo y muy diferenciadas de los padres.
4. La labilidad emocional, es decir, la fluctuación de un estado de alegría a uno de profunda tristeza también caracteriza esta etapa. Para los niños que están en esta fase todo es o extremadamente ideal o justo lo contrario. Se trata de un periodo lleno de ilusiones, de risas, de llantos, de discusión interna, ...un tiempo de grandes y profundos cambios que, como padres, debemos saber asimilar y gestionar.
Todos estos cambios y muchos otros pueden provocar fricciones y acabar en conflictos entre padres e hijos. Es especialmente importante que seamos conscientes que para ellos tampoco es fácil asumir todas estas transformaciones y que el paso de niño a adulto precisa del apoyo de unos padres comprensivos que no permisivos.
Qué hacer frente al pudor y la vergüenza de los niños
Respuesta:
Los cambios en esta etapa son muchos y muy variados. Cada niño los experimentará con más o menos intensidad, pero en prácticamente todos ellos podremos ver algunos muy característicos como los siguientes.
1. Aparecen nuevos miedos como el miedo a hacer el ridículo o el aumento de su sentido del pudor y la vergüenza ante su propio cuerpo. En este momento pueden empezar a surgir conflictos relacionados con su imagen corporal con los que tendremos que ir con mucho tacto a la hora de abordarlos.
2. Es un momento en el que aparece la necesidad de mayor intimidad, los niños se van alejando de nosotros, observamos cómo pasan más tiempo en sus cuartos escuchando música o leyendo. En realidad este comportamiento no nos debería preocupar en exceso puesto que es lo que deben hacer en este momento para construir su propia identidad, siempre y cuando nuestros lazos afectivos y comunicativos no se rompan.
3. Es también una fase en la que los niños tratan como sea de agradar a sus amigos. Su grupo de iguales empieza a ser su centro de referencia para construir sus pensamientos, adoptan actitudes, jergas propias del grupo y muy diferenciadas de los padres.
4. La labilidad emocional, es decir, la fluctuación de un estado de alegría a uno de profunda tristeza también caracteriza esta etapa. Para los niños que están en esta fase todo es o extremadamente ideal o justo lo contrario. Se trata de un periodo lleno de ilusiones, de risas, de llantos, de discusión interna, ...un tiempo de grandes y profundos cambios que, como padres, debemos saber asimilar y gestionar.
Todos estos cambios y muchos otros pueden provocar fricciones y acabar en conflictos entre padres e hijos. Es especialmente importante que seamos conscientes que para ellos tampoco es fácil asumir todas estas transformaciones y que el paso de niño a adulto precisa del apoyo de unos padres comprensivos que no permisivos.
Qué hacer frente al pudor y la vergüenza de los niños
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