Una vez entendido que el CO2 es el mayor contribuyente al cambio climático (por cantidad emitida e impacto climático), es inmediato comprender que para frenar el calentamiento del planeta es absolutamente necesario y urgente atajar su producción, cualquiera que sea su origen.
A escala mundial, las aportaciones de CO2 por la quema de combustibles fósiles y la destrucción de bosque, junto a las emisiones del resto de gases de efecto invernadero por la actividad humana, han hecho aumentar la concentración de gases de efecto invernadero (causantes del cambio climático, de los cuales el más importante es el CO2) desde unos 230 ppm hasta superar hoy en día puntualmente los 496 ppm, de las cuales 410 ppm son solo de CO2. Es decir, el CO2 representa 4/5 del problema. A su vez, 2/3 de las emisiones totales de gases de efecto invernadero son debidas al CO2 emitido en la quema de combustibles fósiles y en procesos industriales.
Esas cantidades pueden aumentar el efecto invernadero lo suficiente como para aumentar la temperatura media en casi 5 ºC si no detenemos esta tendencia, como se refleja en el informe del IPCC AR 5.
Por tanto dejar de emitir CO2 implica dejar de utilizar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la generación de energía (ya sea para usos térmicos o eléctricos o de cualquier proceso) y sustituirlos por energías renovables. Esto es lo que se ha venido a llamar des carbonizar el sistema energético.
Dado que la energía ha sido el motor de desarrollo humano en sus diferentes dimensiones, esta descarbonilación tiene que ampliarse de manera estructural y profunda al sistema económico, social y ambiental.
Es preciso cambiar radicalmente el sistema energético. Y este cambio debe hacerse a una velocidad sin precedentes. En caso contrario no llegaremos a tiempo de frenar el cambio climático.
Respuesta:
Una vez entendido que el CO2 es el mayor contribuyente al cambio climático (por cantidad emitida e impacto climático), es inmediato comprender que para frenar el calentamiento del planeta es absolutamente necesario y urgente atajar su producción, cualquiera que sea su origen.
A escala mundial, las aportaciones de CO2 por la quema de combustibles fósiles y la destrucción de bosque, junto a las emisiones del resto de gases de efecto invernadero por la actividad humana, han hecho aumentar la concentración de gases de efecto invernadero (causantes del cambio climático, de los cuales el más importante es el CO2) desde unos 230 ppm hasta superar hoy en día puntualmente los 496 ppm, de las cuales 410 ppm son solo de CO2. Es decir, el CO2 representa 4/5 del problema. A su vez, 2/3 de las emisiones totales de gases de efecto invernadero son debidas al CO2 emitido en la quema de combustibles fósiles y en procesos industriales.
Esas cantidades pueden aumentar el efecto invernadero lo suficiente como para aumentar la temperatura media en casi 5 ºC si no detenemos esta tendencia, como se refleja en el informe del IPCC AR 5.
Por tanto dejar de emitir CO2 implica dejar de utilizar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la generación de energía (ya sea para usos térmicos o eléctricos o de cualquier proceso) y sustituirlos por energías renovables. Esto es lo que se ha venido a llamar des carbonizar el sistema energético.
Dado que la energía ha sido el motor de desarrollo humano en sus diferentes dimensiones, esta descarbonilación tiene que ampliarse de manera estructural y profunda al sistema económico, social y ambiental.
Es preciso cambiar radicalmente el sistema energético. Y este cambio debe hacerse a una velocidad sin precedentes. En caso contrario no llegaremos a tiempo de frenar el cambio climático.
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