Las posibles propiedades medicinales de la marihuana y sus componentes han sido tema de investigación y polémica durante décadas. En sí, el THC tiene beneficios medicinales comprobados en ciertas formulaciones. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (U.S. Food and Drug Administration, FDA) ha aprobado medicamentos elaborados a base de THC, tales como el dronabinol (Marinol®) y la nabilona (Cesamet®), recetados en forma de píldoras para el tratamiento de náuseas en pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer, y para estimular el apetito en pacientes que tienen síndrome consuntivo debido al sida.
También se han aprobado o se están estudiando otros medicamentos elaborados a base de marihuana. El nabiximol (Sativex®), un atomizador bucal disponible actualmente en el Reino Unido, Canadá y varios países europeos para el tratamiento de la espasticidad y el dolor neuropático que pueden acompañar la esclerosis múltiple, combina el THC con otra sustancia química de la marihuana denominada cannabidiol (CBD).
CBD no tiene las propiedades gratificantes del THC, e informes anecdóticos indican que puede ser prometedor para el tratamiento de trastornos convulsivos, entre otros. En Estados Unidos se está probando un medicamento líquido a base de CBD llamado Epidiolex para el tratamiento de dos formas graves de epilepsia infantil: el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.
En general, los investigadores consideran que los medicamentos como estos, que usan sustancias químicas purificadas derivadas de la planta de marihuana o basadas en ella, son más prometedores desde el punto de vista terapéutico que el uso de la planta de marihuana entera o sus extractos crudos. La elaboración de fármacos con sustancias derivadas de plantas como la marihuana ofrece numerosos retos. Estos derivados pueden contener cientos de sustancias químicas activas y desconocidas y puede resultar difícil elaborar un producto con dosis correctas y uniformes de esas sustancias. El uso de la marihuana como medicamento también representa otros problemas, como por ejemplo los efectos perjudiciales de fumar y el deterioro cognitivo que induce el THC. No obstante, cada vez son más los estados que han legalizado la dispensación de marihuana o sus extractos a personas que padecen de diversos trastornos de salud.
Otra inquietud relacionada con la “marihuana medicinal” es que se sabe poco del efecto a largo plazo que su consumo puede tener en las personas que son más vulnerables a causa de su salud o su edad, como los adultos mayores o los pacientes de cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple u otros trastornos neurodegenerativos. Será necesario continuar investigando para determinar si las personas cuya salud se ve afectada por una enfermedad o su tratamiento (como la quimioterapia) corren un mayor riesgo de sufrir efectos adversos por el consumo de marihuana
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Las posibles propiedades medicinales de la marihuana y sus componentes han sido tema de investigación y polémica durante décadas. En sí, el THC tiene beneficios medicinales comprobados en ciertas formulaciones. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (U.S. Food and Drug Administration, FDA) ha aprobado medicamentos elaborados a base de THC, tales como el dronabinol (Marinol®) y la nabilona (Cesamet®), recetados en forma de píldoras para el tratamiento de náuseas en pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer, y para estimular el apetito en pacientes que tienen síndrome consuntivo debido al sida.
También se han aprobado o se están estudiando otros medicamentos elaborados a base de marihuana. El nabiximol (Sativex®), un atomizador bucal disponible actualmente en el Reino Unido, Canadá y varios países europeos para el tratamiento de la espasticidad y el dolor neuropático que pueden acompañar la esclerosis múltiple, combina el THC con otra sustancia química de la marihuana denominada cannabidiol (CBD).
CBD no tiene las propiedades gratificantes del THC, e informes anecdóticos indican que puede ser prometedor para el tratamiento de trastornos convulsivos, entre otros. En Estados Unidos se está probando un medicamento líquido a base de CBD llamado Epidiolex para el tratamiento de dos formas graves de epilepsia infantil: el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.
En general, los investigadores consideran que los medicamentos como estos, que usan sustancias químicas purificadas derivadas de la planta de marihuana o basadas en ella, son más prometedores desde el punto de vista terapéutico que el uso de la planta de marihuana entera o sus extractos crudos. La elaboración de fármacos con sustancias derivadas de plantas como la marihuana ofrece numerosos retos. Estos derivados pueden contener cientos de sustancias químicas activas y desconocidas y puede resultar difícil elaborar un producto con dosis correctas y uniformes de esas sustancias. El uso de la marihuana como medicamento también representa otros problemas, como por ejemplo los efectos perjudiciales de fumar y el deterioro cognitivo que induce el THC. No obstante, cada vez son más los estados que han legalizado la dispensación de marihuana o sus extractos a personas que padecen de diversos trastornos de salud.
Otra inquietud relacionada con la “marihuana medicinal” es que se sabe poco del efecto a largo plazo que su consumo puede tener en las personas que son más vulnerables a causa de su salud o su edad, como los adultos mayores o los pacientes de cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple u otros trastornos neurodegenerativos. Será necesario continuar investigando para determinar si las personas cuya salud se ve afectada por una enfermedad o su tratamiento (como la quimioterapia) corren un mayor riesgo de sufrir efectos adversos por el consumo de marihuana