La importancia de la religión en un contexto social.
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Hola: "La religión"-afirma Bahá'u'lláh- "constituye el medio más potente para el establecimiento del orden y la tranquilidad de cuantos habitan en la Tierra". La religión ejerce un influjo poderoso en todas las sociedades. A lo largo de la historia, ha demostrado ser la fuerza principal desencadenante del progreso social, fuerza que motiva a las personas a que desarrollen cualidades espirituales y que hace posible que éstas se sacrifiquen por sus semejantes y por el mejoramiento de sus comunidades. Los principios espirituales y universales que atesora la religión -la tolerancia, la compasión, el amor, la justicia, la humildad, el sacrificio, la honradez, la unidad y la entrega al bienestar de los demás- son la base de toda civilización progresiva. Al mismo tiempo, también debe reconocerse que a lo largo de todas las épocas la perversión de la religión ha sido la causa fundamental de la desintegración social, la intolerancia, el odio, el sexismo, la pobreza, la opresión y la guerra. A decir verdad son muchos los problemas actuales, aparentemente insolubles -entre los que cabe incluir no pocos de los reseñados durante el curso de la Cumbre Social-, cuya raíz se remonta al mal uso y corrupción de la autoridad religiosa. Así pues, es evidente si la religión ha de hacer frente a los múltiples desafíos que la apremian, ella misma debe estar limpia de ignorancia, prejuicios y animosidades. Tras abandonar toda tendencia a promover una salvación puramente personal o limitada al grupo, la religión debiera recalcar que el bienestar y la realización espiritual de la persona están estrechamente ligados al progreso de la comunidad mundial entera. Los valores de servicio y compromiso activo con la justicia y la unidad hacen que la religión pueda convertirse en una fuerza enormemente positiva en cuestiones de desarrollo social. Por consiguiente, la Comunidad Internacional Bahá'í insta a que la Declaración y el Programa de Acción planteen de forma cabal el papel constructivo que le cumple desempeñar a la religión en materia de desarrollo social.
"La religión"-afirma Bahá'u'lláh- "constituye el medio más potente para el establecimiento del orden y la tranquilidad de cuantos habitan en la Tierra".
La religión ejerce un influjo poderoso en todas las sociedades. A lo largo de la historia, ha demostrado ser la fuerza principal desencadenante del progreso social, fuerza que motiva a las personas a que desarrollen cualidades espirituales y que hace posible que éstas se sacrifiquen por sus semejantes y por el mejoramiento de sus comunidades.
Los principios espirituales y universales que atesora la religión -la tolerancia, la compasión, el amor, la justicia, la humildad, el sacrificio, la honradez, la unidad y la entrega al bienestar de los demás- son la base de toda civilización progresiva.
Al mismo tiempo, también debe reconocerse que a lo largo de todas las épocas la perversión de la religión ha sido la causa fundamental de la desintegración social, la intolerancia, el odio, el sexismo, la pobreza, la opresión y la guerra. A decir verdad son muchos los problemas actuales, aparentemente insolubles -entre los que cabe incluir no pocos de los reseñados durante el curso de la Cumbre Social-, cuya raíz se remonta al mal uso y corrupción de la autoridad religiosa.
Así pues, es evidente si la religión ha de hacer frente a los múltiples desafíos que la apremian, ella misma debe estar limpia de ignorancia, prejuicios y animosidades.
Tras abandonar toda tendencia a promover una salvación puramente personal o limitada al grupo, la religión debiera recalcar que el bienestar y la realización espiritual de la persona están estrechamente ligados al progreso de la comunidad mundial entera. Los valores de servicio y compromiso activo con la justicia y la unidad hacen que la religión pueda convertirse en una fuerza enormemente positiva en cuestiones de desarrollo social.
Por consiguiente, la Comunidad Internacional Bahá'í insta a que la Declaración y el Programa de Acción planteen de forma cabal el papel constructivo que le cumple desempeñar a la religión en materia de desarrollo social.